Lectores de largo recorrido, no puedo
evitar volver a hablar de la vocación. Disculpadme. Sé que es un
tema viejo y recurrente. Cuento con que tenéis cierta idea de mi
postura al respecto. Pero sé también que la memoria es holgazana
como la cigarra de la fábula, y que la edad de este chiringuito me
concede ciertas prebendas. Ni yo misma sé a estas alturas lo que he
dejado escrito: creo que me puedo dar el lujo de repetir batallitas.
Así que la vocación. ¿Verdad que hay
palabras que tienen una densidad especial en tu vida, que hace que te
resulte complicado tragarlas? Palabras ácidas que causan reflujo.
Asuntos que se repiten como el ajo. Piensa en las tuyas. Sintetiza
los rings en los que a lo mejor, sin darte cuenta siquiera, la
pelea no ha terminado todavía. Egoísmo. Intimidad. Muerte.
Entrega... No digo que estas sean las mías. Pero la vocación sí
que es una de ellas.
Un derechazo a la mandíbula que no
siempre he sabido esquivar. Un hueso que me ha crecido mal. Yo ando
un poco raro. Basculo el pie hacia dentro, y camino al borde del huuy
porque roto las rodillas más de la cuenta.. Nadie estudió mi
pisada de pequeña, a nadie se le ocurrió que debiera ser corregida.
Todos los kilómetros que llevo en las piernas los he hecho a pesar
de mi huella. Pues con la vocación lo mismo.
Desde muy temprano quedé deslumbrada con
su mito. Como cualquiera. La vocación tiene buena prensa. Comparte
campo semántico con la pasión, el empuje, el destino. Vivir es un
trabajo difícil que se suaviza cuando estás inclinado hacia algo;
cuando tienes una brújula interior que no confunde el norte. Creer
que estás hecho naturalmente para cantar, escribir, o censar pájaros
simplifica mucho las cosas. Basta con escuchar tu vocación y cumplir
su mandato.
El problema es cuando naces sin ella.
Tienes que emplear un tiempo enorme en dibujar mapas mentales que te
lleven a algún sitio. Sientes que te falta algo. Ese músculo que
otros tienen. Ese convencimiento. Ese brillo. Y nadie te corrige el
prejuicio de que sin vocación definida no hay camino. Tienes que
hacer kilómetros a costa de su ausencia.
Resulta que yo no tengo más vocación
que la lectura. Y la alegría, supongo. Y escuchar cancioncillas. Podría pasarme la vida
tumbada con un libro y canturreando. Pero como también soy un bicho curioso, me
levanto y olisqueo el aire. Voy de aquí para allá y hago cosas, y a
veces sé íntimamente que ningún mandato propio me obliga a ello y
que podría dejar de hacerlas si me lo propusiera. El bosque, el
ejecicio físico, la escritura, son amores sobrevenidos.
Y ahí está la clave que he encontrado para digerir mi
palabra ácida. No tengo vocación, pero ya no la envidio cuando
otros hacen gala de ella. Porque lo que tengo es una facilidad feroz
para enamorarme. Vale, es un inconveniente a veces. Es una fuerza
inconstante y no siempre recíproca, diga lo que diga la tercera ley de Newton. Pero también es un modo de vertebrar tu vida tan bueno
como la más definida vocación innata. No importa que no tengas
planos, ni agilidad o fuerza bruta en las piernas. Veletas,
despistados, corazones de peso pluma, novatos: que la falta de
vocación no os hiera. A veces basta con montarte en el vagón de tus
flechazos.
(Y en el próximo post tal vez os cuente el último)
Cómo me gusta que lo recuerdes... Yo iba a empezar diciéndote que llevo un tiempo siendo "fans" de la palabra NADA y que desde que me deshago vivo en mayor armonía, pero he pensado que lo contrario de vocación sería ¿des-vocación? Y de ahí me ha llevado a "desbocarse" y no me imagino a un caballo loco sino a uno libre. Y con ese regusto me he zampado tu post.
ResponderEliminarBeso, mi guaper
Al fin y al cabo, la vocación puede ser como una faja. Y qué gusto da soltar tripa
Eliminar(quien la tenga)
Mil besos, compañera de nada y de mucho.
Solo llevo unos dias visitando tu espacio gracias al consejo de un compañero. Felicitare y agradecerte por ese don que tienes de poder emocionar a la gente. Me has dejado huella
ResponderEliminar¡¡No, no, gracias a ti!! Emocionar emociona.
EliminarCreo que está muy sobrevalorada (la palabra vocación).
ResponderEliminarComo tantas otras de las que brotan en charlas de bar, tertulias y panfletos de autoayuda.
EliminarQuiero saber de ese flechazo ---->
ResponderEliminarEn el siguiente capítulo. Has caído en la trampa básica de la narrativa.
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