Juguemos a una cosa. Contempla esta imagen. No, no sigas leyendo para ver de qué va esto. Tú contempla,
y antes de volver a mí, verbaliza con tu garganta o en tu mente la primera palabra que te venga a la cabeza. La primera. ¿Puedes
detectarla, disimulada entre la hojarasca de las respuestas
consideradas? ¿Eres todavía capaz de reaccionar de manera animal, automática? ¿De percibir el reflejo previo a lo que de ti se
espera? ¿Crees que la palabra correcta es, mmm, belleza?
¿Comunión, quizás? ¿Origen? ¿De verdad? ¿Crees en serio que hay una respuesta correcta?
Pues no la hay. El afán de corrección forma
parte de un programa. Básico para la convivencia social, por cierto.
Pero aquí estamos tú y yo solos. De cerebro a cerebro. O ni
siquiera. En el momento en que me leas yo ya estaré lejos. Haciendo
sentadillas, bailando, sudando en el sofá. Tu cerebro y mi eco,
entonces. Cómo va a hacernos daño un poco de espontaneidad.
Diarrea. Eso es lo primero que he pensado. Diarrea. Y tras un
lapsus de elaboración de mí misma, intimidad. ¿Te das
cuenta? La respuesta inmediata casi siempre es tosca. Pero ahí está,
loca por decir sus verdades. En mi caso, que percibo el virus antes
que la pureza. Antes que lo estético, el daño. Antes que el crepúsculo veo el prejuicio.
Un hombre bebiendo, posiblemente desnudo,
posiblemente negro. Un río y un día moribundo. La orilla se
desdibuja: el contexto humano. Por un momento no hay pasado, no hay
futuro, no hay lastres ni raíces. Tan sólo formas básicas: sol,
agua, silueta. ¿Acaso no has vivido tú un momento parecido? En la
playa, cuando no es de ni de día ni de noche. El tiempo de pronto no
te atañe, ni tu lugar en el mundo, tu nombre o tu historia. Eres
parte de eso, eres ni más ni menos que eso: luz que no hiere y agua.
Estás entregado a lo primordial. Eres pura materia prima y, si
quisieras, podrías ser cualquier cosa. Pero ese momento es lo
contrario del deseo. No necesitas más de lo que tienes. Belleza.
Comunión con el origen. Un pedazo en bruto de intimidad.
Escribo y así mi primera respuesta se ahoga.
Escribo para ser quien quiero y no lo que he aprendido. Vi un río en
la palma de una mano negra, y dije contaminación, porque estoy
programada para que el edén me resulte inconcebible. Antes que en la
comunión se me educó en el miedo. En la prevención del peligro
antes que en la entrega. Escribo para rehacerme, para fabricar,
aunque parezca paradójico, una nueva espontaneidad, más limpia, más
libre de prejuicios. Elaboro para ser cada vez más simple. Para ver
agua donde sólo hay agua. Para convertir en instinto la intimidad
Ésta es la escritora que me embelesa, la que habla de nada y de todo... hermoso tu juego... https://youtu.be/G_c8r7to-4U
ResponderEliminarEsta tarde ..de paseo...sola en medio de la nada...rodeada de campo...una inmensa llanura y nadie alrededor..el cielo encapotado de bochorno..y el aire dandome de lleno en la cara..me he parado ..he abierto los brazos...he gritado..y ham caido gotas de lluvia sobre mi cara..he llorado..y me he liberado un poco...y he pensado q por un instante todo se paraba para mi.
ResponderEliminarSiii..esos momentos a veces pasan..
Invertir en el programa de gestión para talleres nº1 en España..es invertir en el éxito de su empresa y en su imagen hacia sus clientes..
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