Tengo el e-reader en las manos, su
peso de pajarito, el marco de un bonito color cereza, la pantalla
mate y, según como le dé la luz, casi pulcra, y no puedo evitar que mi ceño se frunza. Paso sin parar el dedo por ella, y
sin embargo no siento que avance en la lectura. Y eso, que al principio me parecía un
fantástico truco de magia para retrasar la evidencia de que
todo buen libro se acaba, ahora me despista. Echo de menos
que este que estoy leyendo tenga su propio cuerpo, un peso de papel
característico, un lugar en el mundo. Echo de menos las
magulladuras en un papel que, además de la impresa, contiene la
historia de las horas que pasé con ella. Unos granos de arena de
playa entre sus pliegues. Una gota de zumo de paraguaya que se me
escapó de un mordisco. Un rayajo fucsia de pintauñas, como si
hubiera estado en manos de un niño. Echo de menos cerrar el libro
con un dedo marcando la página en la que he interrumpido la lectura, y
suspirar de tristeza y satisfacción al mismo tiempo, porque me queda
tan poco, pero tan poco para acabarlo, y lo he devorado rápido, pero
tan rápido. El reloj de las páginas leídas: el tiempo mejor
empleado del mundo.
Sé que un libro me ha engatusado si la
nostalgia del papel me ataca por la espalda, mientras contemplo mi
práctico, higiénico e-reader. En estos momentos añoro a un nivel Síndrome
Premenstrual Lisboeta no tener Una y otra vez en formato físico.
Un tomito de 400 páginas quiero sopesaaar |
Hace unos días me topé con una referencia de pasada en la radio del coche. Estaba a un montón de kilómetros de la autovía o el semáforo más próximos. Ya sabéis, ruinas de cortijos, mosquitos violadores, un cielo desesperadamente azul, trigales. La señal vacilaba. Tan de los viejos tiempos, esa carraspera repentina de los altavoces, el contacto con las cosas elaboradas del mundo esfumándose. A trancas y barrancas pillé un hilván de argumento: ¿y si tuviéramos la oportunidad de vivir una y otra vez, hasta que nos saliera bien?... Frrrffr.... La voz del locutor que se pierde.... Kate Atkin.... Frrrffr.... (¿Atkinson, ha dicho? ¿Cómo Mr. Bean? No, no me suena ni un poquito) … con tono compasivo y no exento de humor.... Frrrffr... (Humor y compasión: el cóctel perfecto para que la vida pueda tragarse. Vale, cuando llegue a casa lo busco)
Y eso es lo que hice. Busqué. Descargué.
Incorporé al e-reader. De manera completamente virgen. Andaba
necesitada de una historia con gancho, después de una temporada
varada entre libros sin jugo y relatos demasiado exiguos. No quise
saber más. Ni una mala crítica, ni una idea previa, ni la menor
opinión de otro. Tal vez fuera un best-seller cualquiera,
fastuosamente romo. Pues bien, esta vez tendría que hacer yo el
primer triaje, dar mi veredicto como si formara parte de un tribunal popular, pero sin orientación de abogado alguno. Hacía mucho que no leía a pecho
descubierto, desnuda de prejuicios y sin protección.
Y así es como ha vuelto a pasar: he sido arrastrada otra vez hacia el fondo de la narrativa pura. De vez en cuando saco la cabeza y me pregunto qué es lo que está pasando, cómo lo ha hecho Mrs. Atkinson, qué movimientos de manos demasiado rápidos se están aprovechando de mi atención palurda para hacerme creer que lo que leo es la vida real y no un puñado de palabras bien puestas unas al lado de otras.
Pero siempre termino dándome largas a la hora de responder estas preguntas. Es preciso que siga leyendo. Una viñeta
más. Una nueva oportunidad para la protagonista de nacer y tunear su
biografía. Tengo que seguir espiando las maneras tan dispares en que
una trayectoria vital puede cambiar de dirección o truncarse. Tengo
que mantener intacta la fe de que quizás a mí también pueda ocurrirme: volver a tirar los dados cuando la partida se ponga chunga;
ramificar la existencia hasta que las especies fallidas se extingan y
las más adaptadas se adueñen de la evolución. Antes de que
llegue el punto y final y la magia se disipe. Antes de recuperar la
certeza de que sólo hay una única oportunidad.
Leed
Una y otra vez: encontraréis fluidez, vitalidad en cinemascope, elegancia. Un compañero ideal para llevar a la playa y para después del café con hielo de
la merienda. Gotas de chispa flagrante. Su poquito de humor.
Compasión, cómo no. Hacedme caso. O no: llegad a su lectura limpios de juicios e historias pasadas. Seguid vuestra intuición.
Me lo anoto!. Tiene pinta de curar intermitentes peleas con las novelas... Besazos!
ResponderEliminarMira que me estás dando idea para un post ATP-ATM (Aquí te pillo, aquí te mato): lista de novelorros para que leas sin parar hasta que uno se autoconsuma.
EliminarBesos, corazona.
Será el próximo.
ResponderEliminarOtra cosa, de verdad crees que solo hay una única oportunidad?
No soy yo, sino la oxidación celular. Me lo explicaron así en la escuela: los seres vivos nacen, crecen y etc etc.
EliminarVale, me lo anoto yo también, será el próximo y te animo a que escribas ese post ATP-ATM, seguro que no tiene desperdicio.
ResponderEliminarAh, recomiendo el que yo termino hoy: Los desorientados, de A. Maalouf, aunque conociéndote a ti...
Pues no, no me le he echado al coleto. Lo tiene por ahí el príncipe consorte, así que yo también me lo apunto.
EliminarY a ver por qué carahou me tiro faroles con anuncios de ese tipo de post, si mi chorlitez lectora no conoce límites, si apenas me acuerdo de lo que he leído de una hora para otra.