“En
las musarañas debías estar durante el simposio. A alguno de los
aludidos nos gusta la forma en la que escribes pero no tanto la forma
en que nos describes. Tienes que ser más cortés, máxime con los
que te tienen cortesía. Tenías que haber compensado lo de la
barriga, los dientes mal conjuntados y demás detalles con una
referencia a la nobleza de quienes te invitan a su casa. Saludos”.
Querido
Anónimo:
¿Sabe
una cosa? Me siento un poco abrumada. Como Miss Ceuta, si recibiera
la corona de la más guapa de España. O Miss Albacete, o Miss Lugo,
lo mismo me vale. Que a ver si va a ser usted de Ceuta, y a suponer
consecuentemente que tengo algo contra la Siempre Noble, Leal y
Fidelísima ciudad. Para nada. Cada vez que, en días bienaventurados
de Poniente, intuyo sus formas desde el Mirador del Estrecho, me
entran ganas de derramar sangre por la Patria.
El
caso es que así me siento: como cualquier miss periférica que
esperase un poco en las nubes, admirando su manicura francesa, a que
el jurado nombre reina de la belleza a la representante de alguna
provincia más vistosa, y que de pronto, en sordina, escuchase su
propio nombre. Una mosqueada Miss Las Palmas, que posa de perfil a su lado y
finge una sonrisa casi azul de tan blanca, le da a nuestra despistada
amiga un codazo en las costillas. Entonces Miss Ceuta, o Albacete, o
Lugo, vuelve de su trance, y se obliga a reconocer que sí, que ese
nombre que ha escuchado es el mismo que el suyo, y que la miss España
saliente viene realmente a su encuentro a colocarle la corona en la
cabeza, y que las rosas que le acaban de colocar en los brazos no
huelen a nada. ¿Y qué pasa cuando llega el esperado momento de que
Miss Ceuta, o Albacete, o Lugo, pronuncie unas palabras de
agradecimiento? Pues que a la pobre no le sale por la boca ni una sola palabra.
¿Tiene
que ver este símil conmigo? Tiene. Porque a mí me parece que el
momento de darle la réplica a un anónimo inaugura una nueva etapa
en el desarrollo de un blog. Estoy harta de verlo. En blogs cuya
cantidad de seguidores, en relación a la del mío, puede compararse
al volumen de negocio de Amancio Ortega, también en relación al
mío. Blogs a los que me gustaría arrimarme con la mano extendida, a
ver si por caridad me dan una limosnita de comentarios. En esos
blogs populares pasa que alguien que no tiene a bien identificarse
hace cierto comentario que deja perplejo al autor, y entonces es
cuando a este le da un arrebato, y decide dirigirle una respuesta al
Anónimo en forma de post. Semejante coyuntura es nueva para mí,
porque este blog, de tan minoritario, es prácticamente subterráneo,
y porque su autora conoce las caras y los nombres y la guasa de casi
todas las personas, salvo honrosas excepciones, que le alegran el día
con su participación. Así que el suyo, Señor Anónimo, es como un
premio para mí, un galón, si me permite la bromita. Significa
que mi criatura ha crecido, y ya camina sola por ahí, a su aire, sin
que yo pueda controlar adónde va y con quién habla. Significa que,
al responderle públicamente, ya estoy haciendo cosas como las que
hace Javier Marías en sus columnas de El País. Le estoy agradecida,
en verdad, y como Miss Ceuta, o Albacete, o Lugo, no sé muy bien
cómo expresárselo.
Y
bien, después de esta muestra de lo que espero que usted entienda
como cortesía, iré al grano. En primer lugar, Señor Anónimo, si
no se refugiara usted en tal anonimato, servidora podría llegar a
entender la razón por la que se sintió aludido en este post. Si se
da cuenta, en ningún lugar del mismo se atribuyen a quienes me
invitaron a su casa las características físicas que tanto le han
desagradado. La escena a que se refiere tuvo lugar en un sala en la
que se reunieron miembros de hasta tres colectivos profesionales bien
diferenciados. Qué digo tres, hasta cinco, si contamos también a
cetreros y a técnicos de la Administración.
Y, en
segundo lugar, si así hubiera sido, si aquellos rasgos sueltos que
cacé como con cazamariposas los hubiera encontrado en ese cuerpo al
que usted parece pertenecer, ¿qué querría decir eso? ¿Que todos
sus miembros están pasados de kilitos, y que necesitan
imperiosamente que el Ministerio de Interior les pague una buena
ortodoncia? Y si lee usted el post siguiente, ¿infiere que todos sus
compañeros son unos hercúleos mocetones? Permítame que le diga, y
por favor, no se me enfade, que si usted entiende tal cosa de esas
pocas referencias mías, es que a lo mejor no le vendría mal una
clase de lectura comprensiva. Porque, precisamente, lo que yo quería
expresar en mi post es la asombrosa, abusiva, salvaje, exultante,
riqueza que la realidad ofrece al ojo de quien sabe permanecer
atento. A mí me pasa que a veces, muchas veces, salgo al mundo y la
especificidad de lo que observo me fascina y me emborracha. Todo es
distinto a todo; todo tiene un relieve agudo y un perfil
característico; todo ostenta una huella propia e irrepetible,
recogida al azar de la bolsa de las infinitas combinaciones
espacio-temporales; todo tiene una historia que contar. Y por eso,
cuando mi mirada se enfoca hacia lo microscópico, me vuelvo ciega
para la generalidad. Soy incapaz de agrupar, o de trazar líneas
generales, en caso de que estas existan más allá del comportamiento
comodón del cerebro humano. Así que cuando me topo con un ejemplo
de generalización tan virtuoso como el que usted demuestra en su
comentario, no puedo dejar de admirarme.
Y
déjeme decirle también, para terminar, que el día en el que el
colectivo de ebanistas, o de canteros, o de paracaidistas, o de
podólogos, se ofrezca a pagarme una buena suma a cambio de una serie
de artículos laudatorios, entonces yo procuraré compensar los
detalles supuestamente escabrosos que sobre ellos observe con un
ramillete de apuntes sobre la nobleza de su gremio. Hasta entonces,
todo lo que siga escribiendo sin patrocinios será una pura y simple
expresión de la manera particular que tengo de interpretar mi propia
experiencia.
Mis más sinceros saludos a usted y al resto de aludidos.
Mis más sinceros saludos a usted y al resto de aludidos.
Pues sí, pequeña, parece que tu criatura ha crecido.
ResponderEliminarLas alusiones es lo que tiene cuando quien te lee te conoce...
Un besito niña guapa, sigue viendo el mundo con esos especiales ojos tuyos, please.
Es una cosa rara esa, Ficticia: gente que me conoce mucho más de lo que yo la conozco. O gente que se cre que me conoce sólo peor lo que escribo. O personas que se creen que tres palabras juntadas por otra persona las compendian y las explican. O gente que piensa que todo el mundo habla de ellas. Sentirse aludido, qué cosa más rara.
EliminarMuchas gracias a ti por seguir aquí.
Espero, como me parece deducir de su comentario, que el Señor Anónimo tenga un sentido del humor en la necesaria buena forma para someterse a tu "buen saque", Navratilova de la palabra.
ResponderEliminarY tomando el rábano por las hojas, me he reído al recordar (hablando de Misses)que anda por ahí un ramillete de respuestas a preguntas hechas a las pobreticas candidatas, entre las que creo que la corona fue a parar a: "¿Qué nos puedes decir de Confucio"? (Ya hay que tener mala leche para preguntar eso) Respuesta: "Ehhh... Confucio inventó la confusión...fue un señor chino-japonés, muy antiguo..."
Jijiji, eres mala y sibilina, Co-Miss-llas.
EliminarEs que yo no sé que quieren que diga una pobre muchacha que se pasa horas metiendo barriga.
Ves hija mia,esto es a lo que me refería cuando empezaste con este blog.Te decía entonces que alguien se podría molestar si se daba por aludido. No recuerdo qué me respondíste.
ResponderEliminarPues te respondería, con mucho verbo y sutilidades sobre los mecanismos de la percepción, algo que se podría resumir fácilmente con un "el que se pica, ajos come".
EliminarMe gusta tu sentido del humor! El anónimo se habrá estremecido al leerse comparado con una miss (y no una de la capital, no, una de provincias! :-P).
ResponderEliminarBesos!
Espero que no, Liah, porque la comparada era yo, Miss Blog de Chichinabo señalándose a sí misma y diciéndose "seré yo, seré yo". ¿En verdad soy yo la que ha hecho que alguien se dé por aludido sin razón? Qué power.
EliminarBesos para ti.
Nada, que no puedo estar unos días desconectada: vuelvo y tu blog ha crecido, tienes más seguidores y unos cuantos posts para leer de corrido (yuhu!). Osease, mucha plancha.
ResponderEliminarAl repecto del post, hay tantas opiniones como culos, dicen por ahí, y por lo tanto, todo el mundo tiene una/uno. Tan válida la de Anónimo como la tuya propia. Así que, mi conclusión es que no hay que tomarse la vida tan en serio.
¡Que siga la escritura!. Aquí tu mini-grupo de lectores te seguimos con gusto.
Muacs
¿Qué maldito genio dice eso de los culos? Voy a tatuarme esa frase en el susodicho. Y estoy completamente de acuerdo con lo de la idiotez de tomarse la vida en serio. Sólo que, medio en broma, la opinión de mi amigo Anónimo me siervió para exponer lo que entiendo sobre la honestidad en la ecritura.
EliminarUn besorro (voy a tener que empezar a pasar lista y a cascar negativos)