Me
sugirió Soy Yo hace unos días que contase lo que había logrado
aprender por mí misma, supongo que a pesar y por entre los
resquicios de todas las enseñanzas a las que tuve que plegarme
cuando el material que traía de fábrica estaba todavía demasiado
blando. Y llevo un rato pensandico, pensandico, y resulta que ahora
no sé muy bien hasta qué punto lo que he ido añadiendo a mi
educación basal puede considerarse como una obra mía, como el fruto
de mi experiencia directa. A lo largo de los años he aprendido más
cosas aparte de las que me enseñaron mis padres, o mis espíritus
familiares, todos mis profesores, mis compañeros de clase, las pocas
mejores amigas a las que me unió un vínculo casi automático, las
revistas. Pero quizás no esté todavía en situación de
considerarme mi propia maestra. Aunque, ¿quién lo está, en
realidad? A todos nos continúan moldeando los libros que sí
elegimos, las personas a las que nos acercamos porque son capaces de
dar y decir lo que en un momento estamos dispuestos a recibir y
escuchar. Así que me conformo con afirmar, entonces, que lo mejor
que he aprendido por mí misma es a escoger cuidadosamente mis
propias influencias, los árboles con mejor sombra a los que
arrimarme.
Tampoco
creo que ningún agente externo me haya inoculado la idea un tanto
chocante de que el sexo, como actividad recreativa, está pelín
sobrevalorado. Sí, sé que es una afirmación polémica. Sí, quizás
un día de estos le dedique un post al asunto, pero por ahora me
limitaré a anotar que vale, que el sexo puede resultar agradable, y
hasta espectacularmente agradable, pero que si al acto puramente
físico le podas las ramas de la espera húmeda, de la aventura, el
riesgo, el cortejo, la intimidad, el humor y el calor consciente, si
lo dejas así mondo y lirondo, entonces se convierte en una cuestión
que tampoco se aleja tanto de la sección de charcutería, y que no
merece tanta literatura, ni tanto anuncio publicitario, ni tanto
chascarrillo, ni tanto reportaje de revista femenina. He dicho.
He
llegado a aprender también que otra cosa sobrevalorada es la
sinceridad. Cada vez que un ser humano dice de sí mismo aquello de
no sé si será una virtud o un defecto, pero es que yo soy muy
sincero, empiezo a sospechar. Particularmente, yo prefiero echar
mano del valor de la honestidad, y por encima incluso de este, del
compromiso de causar siempre el menor daño posible. Si la sinceridad
sólo va a acarrear una ración extra de dolor, entonces mi oído
preferirá el silencio, y mi boca callará.
He
aprendido, un poco por mí misma, y un mucho escogiendo a quien mejor
pudiera enseñarme, a gastar dinero con más desenvoltura de la que
me enseñaron. Gracias a que también me enseñaron a no ser una
caprichosa sin remedio, y a que me ha parecido conveniente conservar
esa enseñanza, ahora mismo la bancarrota no me amenaza.
También
he aprendido, después de mucha confusión y alguna que otra
turbulencia, que lo que percibe una persona es responsabilidad de sus
propios circuitos mentales. He aprendido a conjugar los verbos,
cuando corresponde, en la primera persona del singular. A sustituir
un me has hecho daño, por eso a mí me duele. Un por
qué me hablas así, por me entristece/me irrita/me enerva que
uses esas palabras y ese tono de voz. Ese simple cambio de foco
verbal me ha ayudado a deshacerme de buena parte de mi vulnerabilidad
original; a creer, tal vez ingenuamente, que tengo cierto poder para
controlar mis emociones; a ser una persona que hace cosas en lugar de
que las cosas le pasen.
Aprendí
que somos todos seres frágiles que sin darse cuenta se mueven a
impulsos del hambre de atención, y que por eso todos merecemos ser
mirados con ternura.
Primero
aprendí que los deseos hipertrofiados había que eliminarlos antes
de que la metástasis corroyese todo el aparato emocional. Después
me dejé de melodramas, y empecé a estudiar la lección de que si
tomas un deseo como lo que es, es decir, como un surco del disco de
pensamientos en los que la aguja de tu conciencia se ha quedado
atascada; y que si levantas la aguja, vamos, que si centras tu
atención en lo que te tienes, más que en lo que te falta, entonces
ese deseo que no piensas convertir en acción resultará tan inocuo
como una canción del verano.
Aprendí
a cuidar, y también a dejarme cuidar. A no rechazar con un manotazo
automático cualquier mínimo piropo. A considerar la falsa modestia
como un vicio asqueroso.
He
aprendido la perogrullada de que las habilidades sólo se
perfeccionan cuando te atreves a practicarlas aunque sea de un modo
imperfecto.
He
aprendido a cocinar sin echarle un dedo de aceite a las sartenes. A
arreglar o colaborar en el arreglo de un bote sifónico. A limpiar
boquerones y sardinas sin asco. A pintarme las uñas con cierta
soltura.
Estoy
aprendiendo a no tomarme tan en serio a mí misma como para que me
quite el sueño la imagen que los otros se puedan hacer de mí. Que
hay que reírse aunque los demás piensen que eres un caradura o un
memo.
Me enervan los que van de sinceros porque, no perdona, no es sinceridad, es tu opinión así, sin filtro. Y como aprendí en la peli de Pinocho: "Si al hablar no has de agradar, te será mejor callar".
ResponderEliminarPara enmarcar el segundo párrafo. Me parto con el símil charcutero.
Sinceridad = ansia de epatar con tu frescura (frescura tipo poligonero, no tipo Nivea Visage)
EliminarTotalmente de acuerdo con el segundo párrafo y casi con todos los demás; hay alguno que lo tengo atragantado y no sé como superarlo. A lo de dejarse cuidar me refiero, al menos mientras no sea necesario.
ResponderEliminarSí sabes cómo superarlo, en realidad. Simplemente, confía y descansa en el buen criterio y la intención amorosa de quien quiere cuidarte, y da tu brazo a torcer. So mula.
EliminarY qué está pasando con el segundo párrafo??!! ¿Alguien está haciendo mal las cosas? ¿He desenmascarado una magna operación de marketing? ¿Deberíamos montar una asociación de frígidas? Una opinicón de hombre, quiero.
La sobrevaloración, es la sobrevaloración. Dejemos la asociación en suspenso... de momento XD
EliminarLo de la asociación era para facilitar el trabajo a los trolls, pero este blog es tan modestito que ni eso. Con lo que molan.
Eliminartia si lo dejas asi, mondo y lirondo, se queda en unas pajillas.
ResponderEliminarPártome.
EliminarYa habrá momento para intimidades más profundas.