Esta habitación rebosa de sol tanto que
parece un acuario, una de esas casas holandesas sin cortinas que
miras con el rabillo del ojo, sabiendo en lo profundo que la
impudicia está en el ojo que roba y no en lo que se muestra. En
la mía todo está claro y blando de polvo. Y se supone que lo limpié
ayer mismo. A veces haces cosas tan inútiles y con tan buen talante
que te das ternura. Si lo piensas, es algo digno y hermoso: se parece
a levantarte de la cama cada día.
La luz ha cambiado después de la lluvia.
Resbala por el blanco flamante y frágil de la sierra y viene a parar
a mi ventana toda brazos y piernas, como el niño que recoges al
final de un tobogán hecho una madeja de carne. En estas condiciones me cuesta
hacer uso del lenguaje. Lo que mejor me sale es mirarlo todo con ojos
de condenado a muerte. El cactus desbordando de la lata de especias
que le sirve apenas de tiesto, creciendo como una forma de vida
extraterrícola. Las botas del trabajo esperando junto a la puerta,
demasiado castigadas como para pretender componer una metáfora, y
sin embargo... La sombra del vello de mis brazos en el cristal de la
mesa sobre la que escribo: la primera hierbecilla fina tras el
verano, ese alivio. Las patatas que acabo de cocer y que se enfrían
en el fregadero, feas, no seleccionadas, perfectas.
Así no hay quien escriba algo
medio inteligible. Aunque si le das una vuelta también a
esto, te das cuenta de que comprender con la cabeza es otro tierno
autoengaño. Me levanto hasta el balcón del jazmín, y a la luz
brutal de este sol vestido con una poquita de nieve, me miro las
manos. Cuesta entender que ahí dentro haya arterias y venas y un
flujo de moléculas y gases. Cuesta entender que el jabato de mi
jazmín canijo sea capaz de convertir la energía de una estrella en
dos o tres flores simultáneas. Cuesta entender que mis humores y
soliloquios mentales sean una pura cuestión de eléctrica y química.
He accedido a lo que la ciencia dice al
respecto. Estudié mitocondrias, neurotransmisores y el oscuro ciclo de Calvin. Todo eso me ha servido como anécdota. La razón es a la
comprensión del mundo lo que las actividades de gimnasio al deporte:
un entrenamiento. Sucedáneos. La ciencia no me basta para colmar mi asombro. Las palabras no bastan para compartirlo. Para convencerte de
que mires como si fueran a ejecutarte mañana. Para convencerme de
que mi conciencia tiene otras maneras de percibir y entender más
allá de lo que se revuelve en la mente e intento expresar de manera
ingenua.
Como quien se cree que ha limpiado el polvo hasta que un
rayo de sol se lo muestra.
Es que es muy raro este cactus. Contemplo su manía de vivir y pierdo el oremus. |
Oí decir que cuando el universo "explote", solo sobrevivirán algunos insectos...y ese cactus
ResponderEliminarEs un titán de la creación, ¿eh?
Eliminarqué razón tienes con lo de la razón, con lo del autoengaño. la razón llega hasta donde llega. tienes una manera muy lúcida y muy bonica de explicarlo. ha sido muy guay leerte.
ResponderEliminarasí que gracias.
y un saludo.
y ya :)
n.
Noo, gracias a ti.
EliminarY perdón, pero siempre me retraso respondiendo comentarios.
Y vuelve cuando quieras.
Cada ser humano capta el sol que entra por la ventana de diferente manera y percibe las sensaciones con diferente sentir, así como los cactus son diferentes.....Me encanta la mostaza
ResponderEliminar¡A mí también! Empiezo a creer que tiene propiedades regenerantes y superheroicas.
EliminarCada ser humano capta el sol que entra por la ventana de diferente manera y percibe las sensaciones con diferente sentir, así como los cactus son diferentes.....Me encanta la mostaza
ResponderEliminarCiertos días mejor ni haber nacido...
ResponderEliminarSaludos (tétricos),
J.
Hombre, que limpiar el polvo en balde tampoco es un drama. Perdón por la broma idiota. Luego hay días en las que te dan ganas de hacerle un templo muy ostentoso al óvulo y al espermatozoide.
EliminarSólo le quito el permiso a trolls y spammers. Así que..puerta abierta. ¡Gracias!
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