Sólo la cáscara de mi cerebro es
irónica y se empeña en descreer de los ritos. Sólo ahí se le
otorga crédito a lo original y a lo nuevo. Desde ese caparazón de
tipa ilustrada me río de la magia. Miro de reojo los ceremoniales y
los llamo cháchara.
Pero un poco más abajo de esa capa soy
blanda. No hay que escarbar mucho. En ese tuétano de mi mente la
voluntad y la duda metódica ceden el cetro a la confianza. Se tiene
fe. Se pronuncian conjuros íntimos. Se me da permiso para decir oh,
vamos, por qué no, sin apuro y apenas sin palabras. Con la mirada
limpia de un ternerito. Se siente ternura por lo usado. Se corean
estribillos viejos y canciones de cuando tu abuela fregaba el suelo
con un escobón de mimbre. Ahí es donde lo primitivo se hace fuerte.
De vez en cuando en la sensatez se abren
grietas y entonces asoma mi inocencia. Y así no me da vergüenza
aceptar paparruchas obvias como que el fuego purifica. Consiento en
que mata microbios. Los tíos duros del cine pasan por la llama un
cuchillo y se sacan las balas de cuajo. Pero ¿puede dejarte limpio
el fuego de tus deudas emocionales? Tonterías que sin embargo no me
importa tragarme.
Por eso anoche anoté en un papel lo que
me gustaría quemar en una hoguerita de andar por casa. Empecé con
cargas muy concretas. Cosas algo bochornosas cuyas escritura
debería explotar si quisiera alcanzar el éxito como bloguera. Pero
las taché porque... Las taché, y punto. Todavía puedo usarlas para
entenderme. Y a cambio puse:
la comodidad de no plantearme preguntas
cierta desidia que se camufla muy bien
con los colores del estar conforme
la falta de atención
ser a veces perezosa en lo de entrenar el
entusiasmo
ser perezosa, a secas
ser perezosa, a secas
olvidarme de alimentar la alegría
la desgana ante esfuerzos cotidianos;
conducir y hacer la compra; fregar el cuarto de baño; sentarme
tranquilita en una silla de oficina
la queja
las novelitas románticas
la proyección y la expectativa
vivir con estrategias
todo el arcoíris de preocupaciones
inmanejables
ser cebo para una idea de la totalidad
caníbal: querer ver y saber todo, vivirlo todo, tenerlo y dar todo
seguir esperando quieta ese algo mejor,
ese alguien principesco, esa otra yo
Saqué luego un plato hondo y puse patas
arriba la casa hasta encontrar un mechero. Justo entonces se me secó
la inocencia. No quería purificarme de todo eso. No creo en nuevos
ciclos que te dejan el saldo a cero. No estoy dispuesta a olvidar mis
desperfectos.
Me ha hecho mucha gracia el final! Lo tuyo es tuyo, qué coña!
ResponderEliminarAnsia viva. De aprender, se entiende.
EliminarLeyendote me preguntó en que momento perdí la inocencia, si alguna vez lo fui.
ResponderEliminar¿Desde cuando me parecen " chachara" casi todos los ritos?
Desde que naciste manchega y arijjjca.
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