El día 31 quería:
-Comprar un solomillazo de ternera
retinta para despedirme de la carne, al menos hasta lo que durase el
impulso del nuevo año.
-Meterme en el mar hasta las rodillas y
jurar que en el 2015 no habrá agua fría que me impida darme otro baño.
-Pintarme las uñas de los pies de azul
turquesa. Cada cual tiene sus propios ritos de paso.
-Publicar un resumen de lo que a lo
largo del año moribundo fui perpetrando. Doce meses, doce post. Una bonita manera de tirar piedras sobre
mi propio tejado.
Porque, ¿quién en su sano juicio iba a dejar de untar
canapés o deshuesar uvas para meterse semejante ración de este
blog? ¿Quién iba a tener cuerpo al día siguiente? Mi idea venía a
ser a la escritura lo que la competición de saltos de esquí a la
programación televisiva. Pero se me metió entre ceja y ceja. Porque nunca releo lo que escribo. Me da mucho pudor. Y antes de que se
acabara el año quería desprenderme también de ese prejuicio. Era mi manera de interpretar lo de las bragas rojas.
Pero pasó lo que pasó, y ya no hubo
solomillo, ni mar, ni pedicura ni recapitulación.
El 2014 ya es historia y se ha llevado
consigo mucho más de lo que cabe en ninguna agenda, calendario o
blog. Pero ahora que nos toca enfrentarnos a un tablero con posiciones
inciertas, echarle un vistazo a lo que vi, sentí o manipulé a lo
largo del año pasado me parece todavía más pertinente que en
Nochevieja. Aunque el ejercicio sepa ya al turrón que sobra al final de las
fiestas.
Ahí dejo el enlace a mis claves del año
pasado. Entregaré un carnet de lector VIP al que complete los doce post
antes de la Nochevieja venidera.
- Enero: Durmiendo en los coches en estado puro. Un tipo de post celebratorio que me sale tan fácil que debería poner una fábrica y vivir del merchandasing.
- Febrero: mi eje de coordenadas es una casa con huerto desde la que se ve un trozo de mar. Una manera sencilla e inocua de construirse una identidad.
- Marzo: leo esto y busco a mi vez un espejo para averiguar si de verdad fui yo la que lo escribió. Debería arrimarle más ascuas a la ficción.
- Abril: o cómo ir aprendiendo a que el tiempo no duela.
- Mayo: el clímax del año. Lo tengo tan claro que todos los demás meses tienen envidia.
- Junio: o la inutilidad de la nostalgia.
- Julio: estar en la playa es dominar el arte de estar presente y, a la vez, desaparecer. A mí me sale bien. Y me encanta.
- Agosto: todo eso me sigue importando un carajo.
- Septiembre: un compromiso: escribir al menos un post portugués cada año.
- Octubre: el que pueda que lo lea. Yo no. Demasiado dolor.
- Noviembre: mi debilidad al lado de mi fuerza.
- Diciembre: cuando escribí el último post del 2014 no sabía que lo peor estaba aún por llegar. Y que íbamos acabar el año mucho más solos y maduros de como lo empezamos.
Me ha podido tu desafío y he ido derecha a Octubre. Conmovedor sabiendo cómo terminó Diciembre.
ResponderEliminarA veces gustaría que las fotos, visuales o escritas, no cuajaran de modo que las vida las vuelva tan fácilmente anacrónicas.
EliminarHe empezado tu ofrecimiento como me gusta hacerlo (sé que no soy muy original) con los periódicos, por el final. Será un buen repaso desandar contigo parte de lo que nos fue dejando este año tan...
ResponderEliminar¿ Tendrá alguna explicación eso de empezar por el final? Si la tiene, nos afecta a las dos.
EliminarAla! ya he terminado y como prueba dejé un comentario en todos menos uno (cuestión de respeto) de los posts.
ResponderEliminarMi favorito, como no podía ser de otra manera, marzo. Creo que tu imaginación (o el relato que escuchaste), entendió perfectamente la esencia de una situación como esa.
¡Salud y orujo que no falten!
Qué grande eres, trópico-pirenaica. Qué generosa y qué grande.
EliminarSi, sí... vale, vale... ¡pero quiero mi carné! jejeje
EliminarJajaja. Me he puesto a rastrear por el internel a ver si hay manera de fabricar carneses virtuales, pero me ha parecido una peoná. Date por premiada.
EliminarCómo me gusta lo que dices de Mayo. Me alegro muchísimo de haberlo compartido contigo. Beso enorme!
ResponderEliminarFue sin duda el final y el comienzo de algo. De distintas versiones de mí misma. Y fue precioso y también una risión. Otro besazo.
ResponderEliminarLa risión. La risión. Siempre la risión que todo lo cura. Aun me río cuando me acuerdo del episodio con las asaúras XD
EliminarSerá genético? Lo de empezar a leer por el final. Tu abuela lo hacía, yo lo hago también.
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