¿Qué nombre le damos a ese trance de
que te atraiga diabólicamente alguien que te daría vergüenza
presentar a tu mejor amigo o a tu hermana? ¿Enajenación Genital
Transitoria? ¿Gravitación Carnal Alienante? Imagínate: un rociero
de pelo engominado y tirantes rojigualdas. Un culturista con rubio
platino en la barba y camisetas que a simple vista no parecen poder
quitarse más que con rascavidrios. Un matemático que rellena cada
año el álbum de cromos de la Liga, y que garabatea en un cuaderno
de bolsillo ecuaciones sobre la probabilidad de que en un mismo sobre
te salgan Messi y Modric. Un legionario con El novio de la muerte
como cancioncilla de móvil.
A mí ese trastorno me ocurre a veces con
libros. Con ese tipo de libros que encontrarías en la sección de
autoyuda. Yo me hago la tonta buscando manuales de yoga, pero en
realidad mi rádar para la perversión literaria ha entrado en modo
alerta. Mi rabillo del ojo izquierdo rastrea como sin querer títulos
en imperativo. Sea así; Conviértase en tal; Trabaje tres
minutos al día. Tonos de jardín de infancia en las cubiertas.
Sospechosa abundancia de flores y mariposas. A veces uno de esos
títulos interpela clamorosamente a tu víscera ñoña. Te magnetiza.
Y lo extraes hechizada de ese oasis de papel meloso y
autocomplaciente que abochorna levemente a tu juicio. Si tiene
cuestionarios y ejercicios te lo llevas a casa, quieras o no quieras.
Te obligas a comprar otro libro algo más presentable para no
avergonzarte al pagarlo. Sí, quiero los cuentos completos de
Faulkner y, esto, ejem, Lígate a un legionario culturista con el
poder de tu mente.
Y luego llegas a casa, empiezas a
hojearlo de manera medio furtiva, y te das cuenta de que eres carne
blandita para la fiera de los prejuicios. No hay libros más o menos
respetables, sino libros mejor o peor escritos, con ideas brillantes
o lamentables y argumentaciones lúcidas o aptas para cretinos. Y hay
libros de los que a priori nunca pondrías a la vista en tu bar
favorito que terminan convirtiéndose en perro lazarillo. Yo acabo de
devorar este:
Y mi víscera ñoña se ha sentido
soberanamente complacida. ¿Me ha aportado algo de provecho?
Probablemente, pero más que su contenido, lo que me ha camelado ha
sido su gracia y su voz risueña, a veces suave, muy suavemente
caricaturesca, y su sensatez bestial y compasiva. ¿Se convertirá en
un impulso para redecorar mi vida? No creo. Me jacto de tener
enjundia suficiente como para que un libro de tapas moradas me haga
de biblia.
¿Recetas, instrucciones, mapas del
tesoro? Ninguna, y eso es algo que honra a su autora. Pero sí hay
cuestionarios, y hay ejercicios, y hay la opción de pasar un rato
jugando a que la vida es un plato de confección sencilla. Este me
encanta: la Lista de Objetivos Alocadamente Improbables (OAI), por el
alivio que genera su mordacidad implícita: metas tan exuberantes que
ningún juez interior podrá culparte si no las alcanzas. Fantasía
existencial que te devuelve a la época en que decías ¿vale que
yo era astronauta y tú tenías un kiosko de gominolas galácticas en
la constelación de Alpha-Centauri?, y que no te compromete a
nada. O a casi nada. Quién sabe. A lo mejor esa semilla de
alucinación queda latente después del juego, cuando ya toca poner
el despertador para el madrugón de mañana, en un rinconcito oscuro
y caliente de tu cerebro. A lo mejor tarde o temprano, y sin saber si
has hecho algo para merecerlo, termina fructificando.
Me encantaría leer en los comentarios
alguna lista de OAI. Me chiflaría que nos dejásemos de sonrojos y
me presentarais a vuestros rocieros / culturistas / friquis /
legionarios.
Aix tita S, cómo me haces reír a veces... ¿Enajenación Genital Transitoria? Sin duda, de las dos, esa es la mejor.
ResponderEliminarUn besito
¡¡Pero no te vayas sin poner al menos un OAI, sobri!! Mira que no te doy aguinaldo.
EliminarMmmm... la dieta, siempre es la dieta... lo de "en septiembre/enero/después del viaje/después de la boda me pongo en serio". Y llega el después de, y yo me pongo, pero es que... soy una inconstante ;)
EliminarOtro gran OAI sería decirle a mi jefe alguna vez "Quieres hacer el favor de callarte y dejarme hablar?"
Va, ya tienes dos, no me castigues esta navidad, eh?
Un beso enorme, preciosa.
Pues yo lo veo bastante factible, leyendo como leo los ovarios que tienes. Más alocado sería zamparte una caja de polvorones en una tarde.
EliminarPero no te voy a imponer ese castigo, porque eres un amorcete.
Ahí va uno de los míos.
ResponderEliminarTachan...operarme las tetas!. No es que tenga que producir sonrojo, es que, a este paso, seria la única parte de mi cuerpo que se mantendrían en pie.
Venga tía, con ese cuerpo de mantis que tienes.
EliminarLo más chachi de los OIA, como dice Laura, es la carga de conocimiento sobre ti misma que encriptan, el modo en que te llevan a preguntarte "¿cuál es la razón última de que quiera unas tetas distintas de las que tengo?"
LauraOAI:
ResponderEliminarDecir que no a la reciente (de hace apenas dos horas) confirmación de la ampliación de mi contrato de trabajo por otros tres (prorrogables a seis) años.
Abrazar la idea de darme por completo a las artes orientales y aprender todas las que no han salido a la luz.
Los OAI ayudan a que sepamos lo que realmente queremos.
Muas
Esa estaría bien. Una OAI en toda regla. (A ver quien tiene cojones de decir que no, con la que está cayendo.)
EliminarSabido lo sabido, no sé ya si darte mi enhorabuena.
EliminarLaura's OIA n°3: mudarme a una casita blanca de Formentera.
Ese no lo he puesto porque es un OAP (Objetivo Alocadamente Probable). Yes I Can!
EliminarSi por Estrella Polar entendemos Estrella con mucho frio, ya tengo la mía. No voy a seguir buscando.
ResponderEliminarMi lista (3 solo, no es cosa de acaparar) de OAI:
- Hacer botellón en el Palacio de Oriente. Con canutos rulando de un palmo al menos.
- Ser el Rey Baltasar en la cabalgata de RRMM.
- Tirarme a Megan Fox en una piscina de chocolate. (Esto aún no lo descarto, antes han sido Michelle Pfeiffer, Bellucci, muchas distintas, eso si, el chocolate Lindt de 70%, y aprovechando que se me está yendo la olla, con hojaldrinas para mojar entre polvo y polvo.)
(Viniendo de donde viene, tu Estrella debería de ser Austral!)
Eliminar- El primero, contestatario y nini deluxe: veo sumándose al asunto a Queen Leticia y al Pequeño Nicolás.
El segundo, pura ternura. Si lo consigues me voy adonde la Mez-Ca y me pongo en primera fila para que me tires caramelos.
- Y el tercero, uf, definición perfecta de lo que es un OIA. El toque hojaldrina, pese a su natural pofpofpof, es alocadamente sublime. Si me parto más tendrán que recoger mis trozos con escoba.