viernes, 1 de junio de 2018

En medio



En medio del vuelo de una higuera, sin rastro apenas de ternura. Hojas espesas, rasposas como barba de tres días. En las tres semanas que he estado lejos se han hecho adultas. Pero todavía parecen seguir siendo solteras. El sol no las ha desvirgado: no ha hecho calor suficiente como para que desprendan su característico perfume a sudor erótico, a abrazo. Estoy en medio de una sombra seria y casta. Como un soldado de gala en la fachada de un palacio. A salvo de una intemperie que es casi peligrosa, de tan benigna.

Me adentro entre las ramas a veces con el talante de los gatos que se protegen en los armarios. A veces hay nosequé en mi cabeza. Ganas de. Ganas de no. Una sensación de volverme líquida. Que me agrada y a la vez me asusta. Me preocupa que se me dé tan bien estar viva con simpleza. Como están vivas las hojas. Me he ido desembarazando tan concienzudamente de ficciones impuestas – la relevancia de lo que soy o lo que digo; el deseo de ser otras personas o en otros lugares; el derecho de cuna a que me atiendan - que a veces recelo de si eso es libertad o pobreza. Si he soltado demasiado lastre y ahora no hay quien me sujete.

En medio del árbol y del día. En medio del año. Las espigas silvestres de la parcela vecina ya son por fin rubias. Los días se resisten a dejarse paso. Yo estoy aproximadamente en mitad de mi vida, y supongo que eso es lo que a veces me inquieta. A veces me siento en la obligación de decirme, de reivindicar quien soy, de ser un poco más, antes de que se me haga tarde. Casi siempre la imposición me pesa. Lo natural y lo humano parecen tirar en direcciones opuestas. Lo líquido y el deseo de permanencia.

Cuando sospecho de mi facilidad natural vuelvo a buscar hojas. Y entonces la facilidad queda absuelta. Bajo los árboles pasan cosas mudas y milagrosas. Saber medio explicarlo científicamente no disminuye el asombro. Hay higos fetales en la punta de las ramas, engordando mientras los miro, sin que pueda darme cuenta. Parte de la energía de una estrella se está convirtiendo en azúcar. Parte rebota en las células de mi retina y me regala la ilusión de que todo es sólido. Hundo un par de dedos en la tierra. También ahí pasan cosas. Todo tipo de asociaciones e intercambios. Tan intrincado. Tan sin pensar. Tan dejándose ser y tan fácil.

A lo vivo se le da bien estar vivo. Probablemente la frase más idiota del año. Pero hoy me sirve. Yo también estoy viva, en medio y a merced de lo que venga. Soy humana y por tanto un trozo de naturaleza. La luz reina en todas partes: encriptada en los higos pequeñitos, en un alarde de espigas, dándole sentido a mis ojos, transformada en mi carne. El día se resistirá hoy también a morirse, y a mí estar a la intemperie y casi libre dejará otra vez de preocuparme.




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