jueves, 27 de agosto de 2015

Y lo demás es juego


Echo de menos ser capaz de escribir un relato. Ese tipo de bricolaje: emociones pegadas con cola sobre la superficie lijada de una anécdota; trozos de personas que hay que atornillar aplicando la presión justa para que el conjunto casi humano no se desmonte. Echo de menos a esa gente postiza que he usado para disimular mis carencias o maquillar mis excesos. Pienso en ellos bastante. En los pocos que me he sacado de las tripas. A veces estoy a punto de creerme que de verdad nacieron, y que siguen vivos por alguna parte, fuera de cobertura.

Pero no me sale. Cuando despierto a deshoras trato de que la corriente mental me lance de nuevo a tierras de mentira. No sopla ni un silbido de viento, y me quedo a la deriva. Ya no hago fuerzas con los brazos. Prefiero esperar y confiar en mi naturaleza. Buscar una historia es como intentar coger truchas con las manos. Ellas y yo estamos adaptadas a medios distintos. Hay que aceptarlo.

Y luego me levanto, enciendo la radio, y las noticias no han cambiado. He visto esas imágenes con una atención viscosa de trucha. Tú también las has visto. Nuestra compasión ha cumplido su parte del trato. Manejable, efímera. La cafetera alborota ya en la cocina. Reconforta tener un lugar en el mundo. Techo, nevera, una despreocupación felina por la supervivencia, y tiempo suave que llenar con empeños pueriles como el de escribir un relato.

Pero ahí, no muy lejos, hay gente saturada de historias. Deshecha de ser perseguida por la trama infame del mundo. Cumplida de sucesos. Me pregunto si alguien contará esas historias que no son originales siquiera. Si no quedarán pronto obsoletas, arrancadas de nuestra atención ahíta por una nueva remesa de titulares.

Me pregunto si alguien podrá pescar con finura su angustia. Si en algún argumento tendrá cabida el miedo de los niños. Si surgirá un nuevo hombre del saco con barba de estropajo que le corta la cabeza a los que son malos. Si alguien sabrá ponerle palabras al olor de la desesperación en los trenes, a la esperanza desgarradora sobre las vías, al bello paisaje europeo venenoso de indiferencia. Al desamparo hecho dogma. 


De aquí.
 

Me pregunto si es decente siquiera pretender barrer la realidad bajo una alfombra de blandas historias de mentira.


3 comentarios:

  1. Los sucesos o la realidad transformada tambien ella en bien de consumo.
    Aun seguimos en la fase de darnos cuenta, ni siquiera en la de ser plenamente conscientes de lo que pasa.
    Y poco margen tenemos tu y yo, salvo el hacer que nuestro entorno sea digno y consciente.
    Besos

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  2. ¿Por qué no lo intentas? Lo de poner poner voz a los que no la tienen.
    Seguro que cerca de ti existen historias dignas de ser contadas.

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  3. yo echaba de menos leer y escribir y me he puesto a ello, aunque al principio se note la falta de rodaje larga, todo irá fluyendo según pase el tiempo, así que ponte a escribir, sea lo que sea,salga como salga

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