domingo, 19 de octubre de 2014

Donde el gato te lleve

Tres mujeres en un coche pequeño y un próposito que a oídos de cualquiera sonará idiota. Paradas que no estaban previstas. Quince horas de viaje por carretera que se convertirán en siete días. Por improvisación, por gusto de sentirnos cautivadas y libres, a lo mejor porque terminamos llamando a la grúa. Pensaremos todo el tiempo que nos ha tragado una road movie. Querremos quedarnos a vivir para siempre en cien sitios distintos, y volver cien veces a casa en el primer autobús que deshaga un poco el camino. Será algo supuestamente divertido que no habíamos hecho antes, y que probablemente nunca volveremos a hacer.

Trabaremos alianzas a dos bandas. Jugaremos a dejar a la tercera en la estacada. Propondremos en broma parar en los hoteles más caros. Alzaremos una ceja socarrona cuando alguna proteste por lo cara que nos va a salir una cuenta. Luego dormiremos en sitios tan familiares que pagar nos dará un poco de apuro, y cada vez que comamos un plato de más de diez euros nos sentiremos empachadas. No por tacañería, sino porque nada nos sentará mejor que un trozo de pan con queso y las manzanitas picadas que robaremos subidas a linderos de piedra. Pararemos en pueblos y el GPS del olfato nos conducirá como a ratas de Hamelin hasta las panaderías. Tendremos una bolsa llena de migas de tarta, croasanes y pasteles de verdura. Rellenaremos las botellas de agua en el baño de bares. Cuando la fotogenia de un paisaje nos embriague, compraremos vino blanco. Mi madre se mojará los labios y sentirá que camina on the wild side. Cualquier cuneta nos paracerá buena para echar una siesta.

Protestaremos. Habrá silencios largos. Me cansaré de curvas y abrazaré el progreso en forma de autopista con alegría rencorosa y salvaje. Miraré hacia los precipicios mientras conduzco para que os hagáis pipí de miedo. No me despistaré nunca, porque he heredado el miedo a las alturas. Nos tomaremos el pelo a costa de los camareros. Imitando a Thelma y Louise, coquetearemos con señores feos. Nos haremos selfies con gafas de sol y la cabeza envuelta en un pañuelo. No ignoraremos a veces, discutiremos. Alguna pondrá especial empeño en hacer una parada o no hacerla bajo ningún concepto. Pero cada etapa del viaje irá fraguando en nuestra mente como el cemento. Nos costará imaginar después que podría haber sido mejor de cualquier otra forma. Agradeceremos al deseo o al azar nuestras fotos. Haremos desvíos a Arcachon y a la Dordoña, a las playas normandas y a Oleron. Nos darán risa los castillos del Loira. Nos subiremos a un barco fluvial con ánimo sarcástico y nos tendremos que tragar la emoción.

Y cuando el viaje se nos esté haciendo largo, y el plan nos parezca cada vez más memo, llegaremos a la meta: Tours a 23 kilómetros, a 17, a 5, Tours. La fachada de la casita cuya foto nos habían enviado por guasap. El dueño que planeábamos entre risas convertir en mi padrastro. Macizos de hortensias bien recortados y el enésimo manzano que empezará ya a olernos a nostalgia. Unos cuantos perros ápaticos, y apoltronada en un sillón de mimbre más apolillado que elegante, la causa de nuestro viaje. Mil quinientos kilómetros en línea recta, más otros mil en desvíos, para volver a ver a una gata. Chiti, puro pelo y devaneo. Chiti, encarnación de una época de nuestras vidas que no se parecerá a ninguna, un puñado de domingos en que maldijimos al viento y nos metimos en vena azahares.

Ella se levantará majestuosa y gorda y se nos restregará por las piernas, toda profesional. Nos prestará la atención justa y haremos como que no nos importa. Una gata que apareció de improviso en la casa entre los naranjos y acabó en Francia. Apuraremos nuestras tazas de café y nuestros macarons. Le daremos la mano al educado dueño de Chiti que nunca será mi padrastro. Volveremos parando sólo cuando anochezca. Hablaremos menos, se nos hará raro el paisaje. La caricia de Chiti fue breve, pero nos dejó tanto.


Venid, venid a Francia, so incautas


4 comentarios:

  1. Hagámoslo. Vámonos ver a Chiti.

    ResponderEliminar
  2. Anónimo entre comillas19 octubre, 2014 23:49

    Ay, Silvia querida, esta noche me has hecho llorar...sabes lo que ha sido esta criaturilla para nosotros, lo kafkiano de su viaje, sus difíciles primeros días allí y hoy por fin sus primeras fotos en aquel jardín, tan lejano de estos huertos suyos y ya con sus nuevos compañeros, al principio antipáticos y huraños, más cerquita cada vez. No saben que ella será su nueva Emperatríz gatuna, como aquella otra que desde Granada también conquistó a los franceses, o quizás ya lo saben...
    ¡Podría ser el nuestro un gran viaje!

    ResponderEliminar
  3. Preciosa Chiti!! bien merece el viaje, si señora.

    Salud!

    ResponderEliminar