Y esa
explicación que os debo, os la voy a pagar. Porque como bloguera
vuestra que soy...
(Vale.
En el post anterior dije que “mañana”, y me refería a ayer. En
este, mañana significará mañana. Con todas las de la ley. ¿OK,
amiguitas Laura y Ficticia, que vivís en la inopia todavía?)
Porque
esta madrugada se ha puesto en marcha el tic tac de una nueva
criatura. Claudia acaba de cumplir doce horas, y ya sabe de sobra lo
que es el amor. Ahora repaso mentalmente todos los mensajes que la
familia hemos ido dejando en el grupo de whatsapp; vuelvo a ver, con
un nudo de ternura en la garganta, la cara cansada y a la vez
impávida que su madre luce en la foto que otro de mis primos ha
colgado. Y me resulta tan curioso: todos venimos al mundo bajo ese
bendito paraguas del cariño y la esperanza, y todos vamos olvidando
con el paso de los años lo amados y lo esperados que fuimos un día.
Y es también un poco desmoralizador, que esa primera experiencia en
el juego de las emociones humanas no nos marque de manera tan
indeleble como debería.
Claudia,
este es tu primer día de vida, y no voy a ser yo quien lo salpique
con explicaciones sobre mis propios, ficticios, dramas triviales.
Eres todavía un lienzo inmaculado, una preciosa página en blanco
sobre la que cualquiera aspiraría a escribir la más hermosa de las
historias, a pintar con unos colores que no vayan a amarillear
jamás. A mí me gustaría adornar tu página con unas cuantas frases
decorativas y bienintencionadas, de esas que se escriben en los
libros de visitas. Me gustaría prometerte que la historia que hoy
comienzas tendrá una trama clara y un final feliz. Pero, créme, yo
ya conozco este negocio desde hace más de treinta años, y sé de lo
que hablo. Un poco, al menos, porque es verdad que hay días en los
que me siento tan sobrepasada como tú debes de sentirte en este
mundo de ruido y aire acre, lleno de una gente grande que tus ojos
acostumbrados a la penumbra submarina no saben todavía distinguir.
Todo
el mundo va a usarte hoy, Claudia. Todos vamos a depositar en ti
nuestro anhelo de nuevos comienzos, nuestra propia vocación de
inocencia. Todos vamos a confiar ciegamente en tu buena suerte. Todos
vamos a admirar lo limpia de historia que estás. Y por eso todo el
mundo se hará el loco en la hora en que correspondería hacerte
entrega del contrato de tu vida. Nadie, en este principio de las
felicitaciones y los apretones de manos, querrá explicarte las
cláusulas más problemáticas. Dejaremos que te des cuenta tú sola,
más adelante, de las contrapartidas de esto que ni siquiera te han
dejado firmar. Y en ese momento puede que ninguno de nosotros esté
ahí para confortarte.
Pero
no te asustes, Claudia, hija de mi prima tan querida. Ahora mismo
todo es tan nuevo y tan chocante que no podrás creerlo – aunque
quién sabe; tal vez tú conozcas todavía secretos que los demás
hemos olvidado –, pero vas a terminar desarrollando fuerzas y
talentos que te permitirán afrontar esa letra pequeña de la que te
hablo. Entonces te darás cuenta de que la vida no es tan diferente
del día en que naciste.
Porque
hoy, allá donde estás, y aquí también, pequeña, la mañana
amaneció ventosa, nublada y llena aún de almendros en flor. A lo
mejor te parece que hace frío, y que este clima feo no hace juego
con el equipaje que te has traido de la barriga de mamá. Pero de
verdad, este es un buen día para nacer. La primavera incipiente,
ambigua todavía, es una buena época para nacer. Es un mensaje en
clave de lo que te espera, una especie de sumario. La vida es arisca,
pero siempre rebrota. A veces te confundirá con su alternancia loca
de templanza y frío, y entonces no sabrás qué ropa ponerte. A
veces soplará un viento parecido al de hoy. A veces deberás
mantenerte bien firme sobre el suelo para que no te arrastre. Otras,
sabrás que lo más sensato es dejarse llevar. A veces no tendrás un
impermeable a mano, y una lluvia de sentimiento te calará. Otras,
contemplarás la lluvia caer detrás de los cristales de tu casa, y
te servirá de excusa para recordar cuánto amor ha habido en tu
vida. A veces te meterás en charcos, o un amasijo compacto de nubes
cargará de peso tu alma. Y muchas, muchas veces te sorprenderán con
regalos sin que sea tu cumpleaños. Habrá una ternura imprevista
igual a la de la hierba que hoy se pavonea por estos campos
hambrientos, por los descampados, hasta por los escalones gastados de
una ciudad. Habrá milagros efímeros, como las flores dulzonas que esos árboles que se hacían los muertos estan ofreciendo a manos llenas.
Habrá idas, vueltas y estaciones de paso, y ciclos que se cierran y
que inmediatamente vuelven a rodar. Días como este en que has nacido
te enseñarán que nada permanece y que nada cambia. Que la vida no
es que sea una cosa muy seria, sino que juega contigo a eso de a ver
quién se ríe antes. Este es mi único consejo para tu primer día,
Claudia ya tan querida: cuando estéis frente a frente, tú y tu
vida, mirándoos fijamente, tan serias ambas, sé lo bastante
valiente como para dejarte perder en el juego. Ríete tú siempre
antes, y verás cómo la vida se te une en la risa.
¡Precioso, Silvia!. ¿Sabes?, lo he sentido muy cercano porque la semana pasada nació Miguel, el hijo de una de mis primas. En nuestro caso, el whatsapp también hizo un importante papel, sólo faltó incluir a la matrona en el grupo.
ResponderEliminar¡A disfrutar de la pequeña!.
Creo que no estaré muy conectada en SSanta, seguiré por esmafon la explicación que nos debes.
Besos, guapa!
El whatsapp es cielo e infierno en una misma aplicación.
Eliminar¡Ya he saldado mi deuda!
Besos, y que disfrutes mucho la desconexión.
(Madredede,Claudia).Muchíiiiiisimas gracias,siempre lo recordaré,y cuando lo entienda se lo leeré.Me dejas nuevamente sin palabras.
ResponderEliminarMi preciosa, sin palabras dejan la generosidad y la paciencia y la fuerza y el aguante y el milagro que las madres regalais. Eres una heroína, y escucharte al teléfono con ti hijita en los brazos ha sido el momento más bonito de esta semana.
EliminarTe quiero mucho.
Ay S!
ResponderEliminarCuánta ternura... sí, es así, cuando llega un niño al mundo todos nos llenamos de esperanza (y miedos no pronunciados, ves ese cuerpecito menudo y tiene tantas posibilidades por delante!!
Cuando nació mi sobrino fue así. Aquel ratoncito diminuto hinundó de felicidad mi corazón muy maltrecho por entonces, recuerdo que en el hospital me eché a llorar a lágrima viva (yo que nunca lloro delante de nadie) y mi hermano y mi padre acongojados no entendían qué me pasaba hasta que conseguí decir, entre hipos "Que soy feliz".
Oix, además de asomarme por encima de tu hombro te doy un abrazo por hacerme reavivar esos recuerdos tan tiernos.
Un besín.
Y pasa tanto que nos parece hasta normal, que nuevas vidas se sigan gestando en los cuerpos de las mujeres y nuevos niños sigan naciendo y que nosotros seamos testigos de ese milagro.
EliminarTe devuelvo el abrazo bien apretao