sábado, 18 de agosto de 2012

Mañana me quedaré muda. Lo prometo


Joder, papá, estás más gordo, y no hace ni dos semanas que me fui de aquí. ¿Qué pasa, que has leído que la OMS recomienda el consumo de una ración diaria de natillas? Esa boca, todo el día ronchando. Y, mira qué despensa, nada más que cosas saladas y grasientas. Luego te quejarás de que os hacen pagar las medicinas a los pobres jubiladitos. Pastilleros, drogatas. Y digo yo, que teniendo todas las horas del día a tu disposición, ¿no te da la curiosidad de aprender a cocinarte, yo qué sé, algo facilito, un gazpacho, un arroz con calamares? Porque un menú de tres platos, sin posibilidad de controlar la lista completa de ingredientes que bajan por tu buche... Oye, tienes las piernas fritas. ¿No te puedes poner un pantalón largo para bajar al huerto, o echarte una poca crema? Tonterías, ¿no? ¿Y YA ESTÁS CON LAS ALMENDRITAS?

Y, tú, colega, no le rías las gracias. Un cigarro le voy a dar a tu padre, cuando lo vea. Y lo que le digo a él te lo digo a ti también. Que yo confío en la diligencia de tu páncreas, eh, pero ¿de verdad tú crees que es buena idea someterlo a treinta centímetros de salchichón, a estas horas de la noche? No te hurgues tanto la nariz, que luego te sale sangre. En cuanto volvamos a Granada te quiero en el médico. Me echo un amante. Ya verás, si no. Pues sí que tiene que ver. Porque si no me tienes respeto suficiente como para evitar causarme dolor mediante el cuidado de tus blancas carnes, pues yo no te tendré respeto suficiente como para concederte el usufructo exclusivo de las mías morenas. De verdad, que es terapéutico, lo de enfrentarse uno a sus propios miedos. Es como meterte un espectacular gol de chilena en propia puerta. Un subidón de dopamina. Y otra verdad oceánica: apuntarte conmigo a la piscina te vendría de escándalo. Desde el punto de vista físico y psicológico. ¿O es que quieres andar con garrota dentro de veinte años? Si llegas. Pues si no piensas ir al médico, te dejo.

Y, tú, ¿hasta cuándo vas a seguir postergando lo de la Toscana? Ya, en cuanto se pase el verano. Jujuju. ¿Y por qué no le pides a Vodafone un teléfono con internet, si tanto mono tienes de leerme? Cuando vuelvas de las vacaciones, te voy a poner deberes de escritura creativa. Para que te sueltes. Moluscos, que sois unos moluscos. No sé de quién habré sacado yo esta verborrea. Y tú, ya vale de regomello. Todo el santo día dándole vueltas a la cabeza, como un hamster. Qué derroche de energía. Y tú, piérdele el respeto a tu miedo. Y tú, no malgastes tus horas con tíos meridianamente más tontos que tú. Y tú, es que ese equilibrio perfecto entre sentirse cuidado y sentirse libre quizás sea una utopía. A veces tienes que tolerar un diálogo vacío, un beso de más, una pregunta tuya que se queda en el aire. Lo suyo es que decidas qué valor colocas en lo alto del podio.

Y tú, qué lamentable que una mujer brillante como tú se denigre a cada media hora de conversación. Joder con la decadencia de Occidente, que nos hace crecer tan vulnerables. Y tú, olvida un instante la presión de todo lo que llevas leído, y date el permiso de hacer las cosas mal. Y tú, deja de corregirte. Y tú, atenúa tus expectativas. La vida no son más que fuegos artificiales que explotan justo cuando estábamos parpadeando.

Y tú, Silvia, levanta de la cama. Abre los ojos. Vacíate cuando escuches a la gente. Busca cualquier excusa para subir otra vez las escaleras. Busca recetas para aprovechar esa media lata de leche de coco. Léete los apuntes de narrativa. Léete Las correcciones. Úntate crema otra vez. No te mires las ronchas. ¿No ves que está todo en su sitio? ¿No ves que tú no necesitas un sitio? No dejes para el mes que viene lo del vestido de la boda. Hoy toca pescado ¿no? Corre. Nada. Haz esa llamada de teléfono. Aprende. Exprime. Crea. Cree. Escribe. Escribe. Vive más. Y deja que la gente viva como quiera. Aprende a ponerla a salvo de tu amor, de vez en cuando.

Todo lo cual me confirma que, aunque la reproducción mamífera y yo llevemos trayectorias contrarias, mi instinto maternal está saciado. Ganas me están dando de llenar mi armario de bambos (Bambo: en la Baja Andalucía, dícese de esa bata estampada y sin mangas que constituye la pieza esencial del uniforme de madre)

3 comentarios:

  1. Anónimo entre comillas20 agosto, 2012 22:08

    Me gusta tanto leer tus post, porque aparte de hacerme sonreir, reir, asombrarme...siempre me ayudan a cambiar un poquito el chip que he llevado puesto hasta ese momento, como cambiar el dial de una radio (perdón por hablar del pleistoceno).
    He sentido alguno de tus "cariñosos dardos" clavarse en mi frente. Ya podías mandarme un correico explicativo, porque me encanta que de vez en cuando alguien haga de madre y me dé una colleja cariñosa.

    ResponderEliminar
  2. Ahí hay para todos.Ale a aplicarnos!.
    Besos.

    ResponderEliminar
  3. Mi adorada, respetada, Comillas, si mis dardos han ido a tu frente, ha sido por puro azar. Tú eres la última persona a la que se me ocurriría sermonear. En realidad, todos esos dardos me los dirijía exclusivamente a mí: a veces sorprendo en mi voz esa cháchara incansable de omaíta que desactiva las neuronas de hijos y maridos, y me doy un poco de grima

    ResponderEliminar