domingo, 17 de mayo de 2020

Superpoder



Nunca he sabido muy bien qué responder a esa pregunta de cuestionario tontorrón acerca de qué superpoder me gustaría disfrutar, si hubiera elección posible. Para empezar dudo bastante – y las tramas de X-men están conmigo – de que un superpoder pudiera aportar una alegría limpia. Una potencia personal más allá de las capacidades de un humano medio seguramente multiplicaría por cinco o diez la cuota de soledad, de por sí jugosa, con la que uno nace. Poder leer las mentes de los que te rodean, marearte con ese barullo cacofónico, y que a cambio nadie te comprenda. Ser invisible, fisgonear en las vidas ajenas, y darte cuenta de que no era preciso renunciar a la materialidad para que tu peso en ellas resulte insignificante. Teletransportarte para descubrir que la imaginación es una fiera hambrienta a la que siempre le parecerá deseable cualquier lugar distinto de aquel en el que te encuentras. Tener una fuerza tan descomunal que dar abrazos te asuste.

Sin embargo, hace unos días me topé por ahí con una frase que, estampada en algodón, no engendraría quizás la camiseta más cool del mundo: Calm is a superpower. (Escribo esto y a la vez busco las imágenes que Google asigna a este mantra. Rectifico: hay posibilidad de merchandasing). Ajá, me digo, la calma. Ese es el superpoder que yo elijo.

Mejor: ese es el superpoder que me elige. Los deseos grandes rara vez tienen una réplica a su altura. Por eso me parece más hermoso imaginar que los superpoderes van por ahí, flotando por el éter, buscando un poco distraídamente en quién encarnarse. Y así es cómo estoy yo en mi balcón otra vez, elucubrando si los barrotes me broncearán las piernas con un diseño de código de barras. O a pique de llevarme una falange por delante mientras pico cebollas, porque con la canción que está sonando la cohesión entre mis células se afloja. O admirando cómo mi famélico jazmín aguanta en sus tallos el embate del viento, la carga de unas gotas de lluvia bien gordas. Es cuando una nubecilla de calma pasa por mi ventana y me descubre. Y calcula que, pese a ese fondo inquieto que la tranquilidad de mis costumbres y gestos sólo disimula en parte, yo podría resultar un acogedor envase. Y entonces el superpoder me toma, más o menos como cuando la araña radiactiva pica a Peter Parker.

Y pasa lo que también en X-men te han contado. Que al superpoder hay que hacerle un hueco apañado para que no se roce mucho con tus estructuras y las dañe. Que hay que aprender a modularlo. Te cambia, pero tú también tienes que cambiarlo. Porque de lo contrario se vuelve ingobernable: si te descuidas, la calma puede convertirte en roca y hacer que todo te importe una mierda. Todos estos días la entreno, por tanto. Embrido mi calma, le pongo luego las noticias, y no permito que se desboque ante las cifras diarias de unos muertos que, pese a curvas descendentes, hace tan poco que han dejado de ser personas que no deberían ser ya puro número. O ante las imágenes de los que reivindican airadamente el retorno de sus libertades individuales, envolviéndose sin notar el sarcasmo en una bandera que. oh, sorpresa, tal vez no nos represente a todos.

Y así, domesticando a mi superpoder, impidiendo que me domine y me vuelva impasible, es como puedo disfrutar de su pasajera gracia. Gracias a ella puedo darme cuenta de que no es ni siquiera ético que, en medio de tanta exuberancia – los pulmones intactos, la casa amable aunque modesta, las necesidades cubiertas, la hoja nueva de los árboles – dedique una atención desmedida a lo que me falta.


3 comentarios:

  1. De pequeño me impresionó bastante una extraña película en blanco y negro -francesa para más señas-que se llamaba "Garú-Garú El Atraviesamuros" Al protagonista le pasa algo al enamorarse que por ensalmo, tiene la capacidad de filtrarse a los sitios por las paredes(tuviera el espesor que fuera) Yo era muy aficionado a los lugares antiguos y enigmáticas ruinas y a la mayoría de esos sanctasanctórum no se podía acceder.[A día de hoy conservo esa pasión de "Indiana Jones"] Me dí cuenta de que hubiera deseado para mi "Ese Carisma"(y aún lo anhelo) En cualquier caso, tienes mucha razón , y eso es esencial, que sea cual sea "la Cualidad Anómala" elegida, debemos cuadrarla en Nuestras Perspectivas Interiores.
    Amistosamente,
    M a e s e

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    1. Acabo de descubrir que era Garú. Siempre he pensado que el nombre era Magoo.

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  2. Domesticar el poder de la calma. ¡Me encanta ese último párrafo!

    Yo siempre quisé ser como Lobezno, reconozco que con Jumper me cambió un poco el gusto.

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