lunes, 16 de marzo de 2020

Diario de la trinchera (1)



Sí, hoy ha sido mi día 1. Ayer tuve más suerte que tú y salí a hacer mi trabajo. Llegué a casa con una sensación de privilegio que me hizo sentir a la vez agraciada y culpable. Y con un pequeño ramo de genista. Como si presintiera que no iba a pisar el campo en una buena temporada. Ahora tengo una esquirla de primavera en casa. Esa que está a punto de llegar y que nos va a ser birlada. Los días grandes de esa verbena ocurrirán probablemente sin que tantos ojos humanos la contemplen. A las flores, a los insectos, a los pájaros haciendo sus nidos, a los animales buscándose entre sí para fabricar vida: a ninguno va a importarle. No somos grandes polinizadores, más allá de nuestros cultivos. Imaginar una primavera exarcebada en nuestra ausencia, por nuestra ausencia, me aflige. Aunque con la boca chica diga que es un consuelo.

Pero tengo una primaverita pequeña al alcance. Tengo un balcón azotado por la luz de la mañana. Salgo a él con mi libro, leo un par de líneas de pie, porque mis lujos son discretos y no hay espacio para una butaca. Discretos pero macizos. Hoy ha hecho más frío. Será sugestión, pero hasta el frío parece más limpio. Llovió también un poquito. Algo parece estar soltando algún que otro suspiro de alivio. En la sierra habrá nevado. Me gustaría seguir allí rastros de huellas. Pero tengo mi balcón y pude ver una curruca cabecinegra moneando en el naranjo del parque clausurado. Pongo mi libertad en sus alas.

No estoy nada mal, conste. Mis vocaciones, campo aparte, se llevan bien con los encierros. Tengo libros para años. Tengo todo lo que puede hacerse con músculos, huesos y articulaciones. La crisis lumbar va remontando. Ya gasté en la infancia toda veta de aburrimiento. Y he limpiado rincones recónditos del cuarto de baño. Se encuentra una con selvas vírgenes donde menos se las espera. Pienso memeces así mientras restriego con el estropajo el agujero de detrás del bidé. Hay diseños que no entiendo. En mi baño como fuera de él.

Seguimos aplaudiendo a las ocho de la tarde. Sigamos. No pensemos hasta cuándo. Sigamos confiando en salir de ésta más amables, más simples. ¿Más sabios?


La luz eléctrica no hace migas con las cosas del campo


2 comentarios:

  1. En la vida vamos a tener las casas más limpias que estos días!!! jeje
    ¡Salud y suerte!

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    1. Vaya, ni yo misma reconozco el brilli de los suelos.
      ¡Salud y suerte! Copio porque es el saludo definitivo.

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