Sí, hoy ha sido mi día 1. Ayer tuve más
suerte que tú y salí a hacer mi trabajo. Llegué a casa con una
sensación de privilegio que me hizo sentir a la vez agraciada y
culpable. Y con un pequeño ramo de genista. Como si presintiera que
no iba a pisar el campo en una buena temporada. Ahora tengo una
esquirla de primavera en casa. Esa que está a punto de llegar y que
nos va a ser birlada. Los días grandes de esa verbena ocurrirán
probablemente sin que tantos ojos humanos la contemplen. A las
flores, a los insectos, a los pájaros haciendo sus nidos, a los
animales buscándose entre sí para fabricar vida: a ninguno va a
importarle. No somos grandes polinizadores, más allá de nuestros
cultivos. Imaginar una primavera exarcebada en nuestra ausencia, por
nuestra ausencia, me aflige. Aunque con la boca chica diga que es un
consuelo.
Pero tengo una primaverita
pequeña al alcance. Tengo un balcón azotado por la luz de la
mañana. Salgo a él con mi libro, leo un par de líneas de pie,
porque mis lujos son discretos y no hay espacio para una butaca.
Discretos pero macizos. Hoy ha hecho más frío. Será sugestión,
pero hasta el frío parece más limpio. Llovió también un poquito.
Algo parece estar soltando algún que otro suspiro de alivio. En la
sierra habrá nevado. Me gustaría seguir allí rastros de huellas.
Pero tengo mi balcón y pude ver una curruca cabecinegra moneando en
el naranjo del parque clausurado. Pongo mi libertad en sus alas.
No estoy nada mal, conste.
Mis vocaciones, campo aparte, se llevan bien con los encierros. Tengo
libros para años. Tengo todo lo que puede hacerse con músculos,
huesos y articulaciones. La crisis lumbar va remontando. Ya gasté en
la infancia toda veta de aburrimiento. Y he limpiado rincones
recónditos del cuarto de baño. Se encuentra una con selvas vírgenes
donde menos se las espera. Pienso memeces así mientras restriego con
el estropajo el agujero de detrás del bidé. Hay diseños que no
entiendo. En mi baño como fuera de él.
Seguimos aplaudiendo a las
ocho de la tarde. Sigamos. No pensemos hasta cuándo. Sigamos
confiando en salir de ésta más amables, más simples. ¿Más
sabios?
La luz eléctrica no hace migas con las cosas del campo |
En la vida vamos a tener las casas más limpias que estos días!!! jeje
ResponderEliminar¡Salud y suerte!
Vaya, ni yo misma reconozco el brilli de los suelos.
Eliminar¡Salud y suerte! Copio porque es el saludo definitivo.