jueves, 26 de marzo de 2020

Día 11



Hoy he visto piornos en flor. Y ningún humo intentando evadirse de esta tierra. Sólo retales de niebla entre las cosas sin forma. Campos insólitamente tranquilos. No hace tiempo ni humor para andar quemando. La rama del olivo no se desarticula tan fácilmente en sus elementos, no se deshace demasiado pronto en calor, agua y dióxido de carbono. El sol que la engordó no recuperará aún la energía invertida. Que espere. No siempre puede ganar la banca. Cerezos, en flor también, en las faldas de la sierra. Cuando llegue el tiempo compraré kilos como para rellenar un colchón y dormir sobre rojo y dulce. No habrá nada más imperioso que meterse esa modalidad perfeccionada de sol en la boca.

Y he visto una oropéndola dando su habitual volantazo raudo, como si se avergonzara de su propio lujo, como si la hubieran vestido y maquillado para una fiesta en la que no se sentirá cómoda. He olido rastros de zorro. Me levanto la gorra como señal de respeto cuando atravieso sus rutas explicadas. Un día les pediremos a los zorros que nos cuenten cómo lo hacen: cómo insisten en ser a pesar del cartucho y el lazo. Cómo parecen morir con la sonrisa puesta. Cómo se echan carreras a sí mismos y siempre salen ganando. También he visto la primera amapola del año.

Dudo mucho mientras hago este pequeño inventario. Me da apuro resultar desconsiderada en plena desdicha. Florecitas y bichos, ¿no? Vete a una UCI, so necia. Llévate al campo a los abuelitos moribundos. Háblale del sol a las enfermeras, a ver si no te restriegan por la cara una mascarilla que ya hace días deberían haber desechado.

Pero allá adonde pisan mis botas llevo mi compasión conmigo. Y voy tomando nota para contarte luego que el curso natural de las cosas no se ha interrumpido, aunque al asomarnos a nuestras ventanas nos lo parezca. Que la primavera está ahuecando sus plumas para secarse como un pollito recién nacido. A pesar de las heridas recibidas el planeta no desfallece. Todo se sigue empeñando en ser como ha sido hasta ahora. Se abrirá el resto de flores; se vestirán robles y castaños todavía desnudos; nacerá todo lo que está programado para nacer; madurarán los frutos. Te cuento pero sobre todo me cuento a mí misma que la muerte es una más entre las estaciones de un ciclo. Que hoy queda un día menos para que salgamos afuera y el sol nos seque y absuelva.


2 comentarios:

  1. Te da apuro, dices. Pues yo agradezco esas pinceladas del campo y sus criaturas que acabo de ver a través de tus ojos.

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    1. Pues no sabes qué consuelo.Un beso así de grande.

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