lunes, 4 de enero de 2016

¡Yo también carta!

Leo la carta al rey Baltasar de esta chica única y, como auténtica culo veo, culo quiero, el chip emulador al que debo tanto se me activa. Sólo que, por tres razones, yo prefiero escribirle a Melchor:

- El rey negrito tiene que ser descargado de parte de su alforja de regalos: bastante tiene con el peso de la sospecha y la condescendencia ajenas.

- Gaspar me da cosita: creo que se tiñe la barba, y eso es argumento suficiente como para presumir cierto grado de maldad.

- ¿Y quién tiene la barba blanca? Mi papá. Adelante, recuérdame a Freud. Pero a mi padre se le van cargando los hombros, y cada vez le cuesta más subir cuestas, y quiero concederle al menos ese parentesco con la majestad.

Y aunque Gaspar podrá alegar por su parte que en el 2015 no he sido buena, yo he intentado no ser una carga para nadie, y alisar las arrugas de las alfombras que pisan los demás, así que me veo con el derecho de pedir por esta boca lo siguiente:

- Una cadera de repuesto. Según qué movimientos, la de fábrica me chasquea de una manera que aterra. Como los labios de un malo de western. Como dos placas tectóncias a punto de contactar. Y tengo la irrevocable determinación de ser una octogenaria trotona.

- Piel nueva para mi rostro. Efectivamente, estoy en ese punto de colisión con la edad. Yo vivía en amoroso olvido de mi cara hasta que Algo Muy Rencoroso creyó que me había llegado la hora de ajustar ciertas cuentas cutáneas con la adolescencia. Y desde entonces la piel me tira como si me hubieran llevado las orejas hasta el culo; me brilla a no sé cuántos vatios; me pide cosas en un idioma que yo aún no he descifrado, y por eso le doy desde cremas ruinosas hasta yogur natural. Rey Mago, no me malinterpretes: no voy en busca de la juventud eterna, y sé que regalarme la cara de Adriana Ugarte es algo que se te escapa, pero, por caridad, devuélveme la paz facial.

- Lluvia, lluvia, lluvia. Charcos y gorgoritas. Escenas de película, dejarte llover como en Sentido y sensibilidad; saltar, correr, empaparte, atarte al suelo con barro en las botas de montaña; llegar a casa envuelta en nubes de vaho como una vaca; encontrar afecto detrás de la toalla. Y volver a salir al campo en cuanto escampe.


- Ya que te pones, un poco de aire respirable.

- Imágenes, imágenes, imágenes. Que me posean y me usen como médium. Pedazos de vida de otra gente, ávidos de contar.

- En en la punta de la lengua, un Sí siempre en guardia. Entender que el No a veces es necesario.

- Bríos para arrancarme del sofá.

- Sumar nombres a mi vida contra la lógica natural de las restas.

- Una custodia modestita en el centro del pecho para proteger la amistad.

- Y, bueno, ya he dejado caer unas cuantas veces que mi ordenador es una dama victoriana que se desmaya sin ton ni son....

5 comentarios:

  1. Que te lo traiga todo! POr cierto, prueba con aceite de oliva para la cara, va genial :)
    Besos y felices Reyes

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    1. Fíjate, lo del aceite lo he probado en las piernas, y me hizo sentir "glossy" como una vedette, pero en la cara...Venga, venzo el prejuicio y te cuento.
      ¡Besos y regalos inmateriales!

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  2. Tu carta ha sido providencial. Me he sumado con la mente a tu petición de lluvia tras leerte, y esta tarde ¡por fin ha llovido!

    (y sin necesidad de hacer ninguna danza de la lluvia con cucharillas de café o maracas, ni ná).

    A ver si hay igual suerte con el resto.

    Por cierto, que los helechos de Betty seguro que también agradecerán algún chaparrón...

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    1. ¡Maestra Vegetófila! Pues si se te ocurre algún otro reto por el que nuestras mentes clorofílicas deban unirse, aquí me tienes, rendida. Con maracas, of course!
      Claro que a lo que le vendría bien un chaparroncito es al Proyecto Betty, más que a los helechos.

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  3. No sé, no sé, me parece que de la lista ya tienes mucho más que ganao... Lo de las imágenes te lo copio y me lo pido. Muac!

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