Paola Vaggio escribe como si en vez de
con lenguaje, se las viera con tendones, articulaciones y músculos.
Hay algo atlético en sus frases, algo del ensimismamiento del
deportista olímpico mientras se entrena. La ligereza letal del
practicante de esgrima. La llave inapelable e imprevista del artista
del judo. En sus palabras como carne abierta, láminas de un libro de
anatomía de los sentimientos, acecha un ataque. Quién iba a pensar
que ese caballero tan bien puesto fuera a robarte la cartera. Cómo
presagiar que los textos urgentes de Paola Vaggio, como escritos a
pie, como sueños anotados antes de que se esfumen, fueran a dejarte en bragas y con tus heridas al aire.
Yo me presto a que me ponga una manzana
sobre la cabeza. Contemplo cómo tensa el arco. Crujen las maderas,
silba la flecha. Un líquido chorrea por mi frente. Sea sangre o
zumo, no creo que pueda salir indemne. Yo también he sentido una
nostalgia de prendas de ropa en mi armario que no fueran mías.
También la impresión de que la vida de la gente es ininteligible
como los borboteos que escuchas bajo el agua. También he escondido
en un bolsillo interior de mi mente una petaca de esperanza porfiada.
La fuerza de imán de sus imágenes.
Hablando de sí es como si grabara veinticuatro horas en la intimidad
de eventos secretos: veinticuatro horas de un volcán en
efervescencia; veinticuatro horas en lo hondo del bosque;
veinticuatro horas de la vida mínima alrededor de un cactus del
desierto. Y leyendo tú sientes que estás espiando. Que has tenido la
oportunidad de contemplar algo que tal vez no vuelva a suceder nunca,
un cometa que no volverá a surcar el cielo para que sepas cómo
expresarlo.
Me
encanta cómo escribe Paola Vaggio. Esto: Lanzar
sueños al azar. Aleatorios. Injustificados. Como un flechazo.
Me
he pegado a esas palabras y a ese empeño. Llevo todo el día
componiendo vídeos musicales con sueños. Me veo metida en un traje
de apicultor a treinticinco grados andaluces, borracha de espliego y
de vuelos, rara como un astronauta, señora feudal de los insectos.
Me
veo echada sobre una tabla de surf, moviendo apenas los brazos en un
mar que se ha quedado en calma de pronto, conforme en mi flotar como
la Bella Durmiente en su lecho, sin echar de menos el movimiento.
Me
veo montando a caballo sin silla. Viviendo en una casa sin luz,
calefacción ni baño. Haciendo cráteres humeantes al mear sobre un
suelo nevado. Me veo ordeñando y amasando, y me veo cocinando
garbanzos en una autocaravana mientras afuera se arremolina la
niebla. Amaneciendo en un pequeño barco pesquero. Me veo subiendo las escaleras de un faro y colgando cabeza
abajo de la rama de un árbol. Con un halcón volviendo a mi puño.
Durmiendo en un coche bajo el cielo de Colorado.
Sois las dos cometas improbables, no cabe duda. A mí me dejáis en bragas cada vez que publicáis... ¡Te juro que el mundo no es el mismo! :)
ResponderEliminarPues yo (encantada de correr el riesgo de que nos llamen pastelosas) te contesto que tú también cruzas el firmamento digital irradiando. Cualquier día de estos chocamos y fiiiiiuuuuuu.
EliminarUn besazo.
No podría estar más de acuerdo con Raquel, ojalá dispusiera de ese don que tanto tú,Silvia, como Paola teneis y poder expresar esa sensación que una tiene cuando abre vuestros blog y hay post nuevo.
ResponderEliminarGracias
Pero gracias a ti, Noor, porque yo no expresaría como lo intento si no confiara en encontrar alguien del otro lado. Si estuviera yo sola con mis libretas, escribiría mensajes casi cifrados.
EliminarCorroboro los comentarios anteriores... He conocido a Paola gracias a ti y también me deja muda. Como tus metáforas, tus comparaciones, como el amor que hay detrás de tus sueños y tus palabras. Besazos!
ResponderEliminarQue te des cuenta de que la columna vertebral de todo esto es inevitablemente un amor a veces sigiloso, a veces jaleoso, por todo lo que vivo....me pone muy blandita.
EliminarUn abrazazo.
Escribes y describes muy bien...un blog delicioso que se saborea y trae imageness y sensaciones tal vez pérdidas para siempre
ResponderEliminar¡¡Muchas gracias! ! Pero nada se pierde para siempre, seguro. Ese es el truco de la escritura, la lectura o la evocación simple. Todo deja huella.
EliminarComo ya han dicho antes que yo, Paola y tú tenéis ese don para ahondar en los detalles con precisión de cirujano y una sensibilidad exquisita, para hablar de las cosas importantes de la vida como quien habla del tiempo pero, a la vez, desata vendavales en aquel que escucha.
ResponderEliminarMuchos besos, Tita S.
Leer este comentario en una venta de carretera rodeada de gente de campo y forestales, con un cortado venenoso intentando acomodarse en las tripas: vendaval exquisito.
EliminarMuuchos besos para ti.
Gracias por descubrirme a Paola y gracias por tus sueños, tan apetecibles.
ResponderEliminarYo últimamente cumplo y re-cumplo uno de ellos aunque hay poca nieve este año. Ahora cada vez que mee en la montaña nevada, me tendré que acordar de tí. ¡Ops!.
¡¡Salud muchacha!!
Me encanta la asociación. Yo me acuerdo de ti con cada botella de orujo que aparece en el mundo.
EliminarSalud, y que no dejen de crujir tus pasos por la montaña.