domingo, 18 de octubre de 2015

Esa cosa que hago

 
Hoy me voy de comida romántica, dijo mi colega el jueves. Charlábamos bajo pinos y me contó que, claro, quince de octubre, era su cuarto aniversario. Le miré deslumbrada por un rayo de sol latoso, y un poco por la velocidad del tiempo. ¿Cuatro años ya, S.? Pero si ayer mismo me estaba pintando con sombras violeta; creo que no lo he vuelto a hacer desde entonces. Sí, señora, cuatro años. Él también tenía sol en los ojos, y supongo que un poco de asombro. Y sólo un rato después caí en la cuenta de que yo estaba de aniversario igualmente. Este sitio donde escribo nació un día antes o después que su boda. Los dos nos comprometimos entonces.

Pero yo no voy a ser romántica. No tengo la intención de hacer un discurso de cumpleaños, ese autocomplaciente género bloguero que quizás he practicado y que ahora me irrita. Sólo quiero ahondar en la sorpresa de que escribir se haya convertido en una tarea que no necesita ya ser pensada, calibrada cada poco, analizada. Es simplemente esa cosa que hago. Como lavarme la cara y untarme crema hidratante en cuanto me levanto. Como colgarme un trapo de la cinturilla cuando cocino. Gestos a un mismo tiempo prescindibles y esenciales. En absoluto son necesarios para mi supervivencia. Y, sin embargo, gracias a ellos me siento más fresca, más despejada, más limpia.

He dejado de estar pendiente de mí misma escribiendo, cómo se me ve y sobre todo cómo me veo con las uñas pintadas sobre el teclado. Mira lo que hago, mamá, miraloquehago, Mira Lo Que Hago. Ya no genero balances de esfuerzos y rendimientos. Se han acabado los informes de resultados. La rentabilidad de la escritura no es ya una variable urgente. Ya no espero ningún pago. La expectativa es ese estímulo tan manejado que apenas hace cosquillas. Doña Musa, no me debe usted nada.

Escribo como voy andando al gimnasio. Podría ir en coche, apostar por opciones cómodas, pero entonces me perdería algo. El movimiento que calienta y complace a mi cuerpo, la implicación directa con la calle. Podría dedicar mi tiempo a otros asuntos. Colaborar en un banco de alimentos, corretear montañas, estudiar fotografía o botánica. Afortunadamente, estoy libre de talentos innatos.

Así que desde hace cuatro años escribir es simplemente lo que hago. Sin necesidad de exégesis ni mitología. Sin tarta de cumpleaños. Al fin y al cabo, cada encuentro con la expresión es una posibilidad de juego, una pequeña renuncia, una manera de estar festejando.



10 comentarios:

  1. Espero y deseo poder seguir leyendote durante otros muchos años..y como dices en el post ..escribir es una tarea q realizas sin pensarlo..yo tb abro tu blog...de manera casi automatica..cada dia a ver si me encuentro un post nuevo ( q casi nunca comento) es lobq tiene no tener caoacidad para expresar lo q se siente o lo q se piensa , q nos limitamos a leer a las personas q son capaces de trasmitir a traves de la escritura.
    Que la travesia q empezaste hace 4 años continue..y yo la lea.
    Feliz viaje..besos

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  2. Repito tus palabras, pero yo en Admirativa ¡Un año ya!.
    Un beso.

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  3. Mientras escribir sea una posibilidad de juego, los cumpleaños serán bienvenidos. Cada uno de esos buenos años es una reafirmación, entonces..

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  4. ¡¿Ya?! ¿Cuatro años leyéndote y retomándonos de esta particular manera?
    Pues felicidades por la constancia transformada en bonita costumbre.
    Besos

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  5. Anónimo entre comillas20 octubre, 2015 22:01

    Admirable.

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  6. Soy lamentable respondiendo comentarios. Debería haberlo dicho antes, pero....lo mejor de estos cuatro años es este calor que se encuentra bajo la mantita de los comentarios.

    Muchas gracias!!!!

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  7. Jijiji. Disculpas.

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