domingo, 19 de julio de 2015

"La vida te elije con los labios pintados"


Hay una canción de Quique González que no puedo dejar de cantar mentalmente al desandar Main Street.

La vida te lleva por caminos raros.

Miro a los dos lados de la acera y veo tiendas y más tiendas, gente colgada de aparatos y más aparatos, profesionales de la sonrisa postiza, y me digo que esto no es raro precisamente, sino una nota que casi no se oye de tan sostenida.

Por la esquina más perdida de los mapas.

Oh, vamos. Gibraltar es la chica popular de la cartografía. Un nombre que se repite mil veces en los mapas, una fisonomía inevitable. El letrero de neón por excelencia de esta geografía. Por supuesto que es una esquina, uno de esos ángulos en los que el torbellino de la historia pierde fuerza y adonde termina acumulándose la pelusa. Pero ¿perdida? En absoluto. La Roca es imán para la mirada y los cuentos. Imposible dejar de encontrarla.

Por canciones que tú nunca has cantado.

Este verso sí es pertinente. Llevo meses actuando en una película inédita. Yo nunca he sido esta persona que pide, insiste, busca, rebusca, espía vidas ajenas, se entrevista con desconocidos. Investiga.  Persevera. Anula su propia biografía.

La vida te lleva por caminos raros.

Entonces será la combinación de elementos lo que me hace sudar de rareza. Caminar por un sitio que es la quintaesencia de lo extranjero, sólo porque está al lado de tu casa y comparte parte de su jugo, pero no es tu casa en absoluto. Como si el cerebro dejara de construir imágenes simétricas, y de repente nada casara con nada.

Es este bochorno que se pega a la piel y se convierte en vestido, que parece un disfraz de tienda de los chinos para caracterizar a una colonia.

Es el idioma chocante, increíblemente gracioso. La zona cero de la amabilidad.

Es la retina todavía impregnada de un irracional jardín botánico. Bienvenidos a Gibraltar, puño de piedra inconcebible caído del cielo. Sin huertas, sin pastos ni granjas ni flota, sin nada que llevarse a la boca que haya crecido en esta tierra, sin agua segura más que la que llega de fuera, pero con varias hectáreas ocupadas por las formas vegetales medio marcianas de África o Australia.

Es haber cambiado los olores cotidianos de mis siestas (hierba gratinada, protector solar, higuera) por la transpiración del papel viejo. Haber metido nariz y emoción en los restos de una vida contenidos en treinta y una cajas de plástico. Cuadernos escritos a mano, fotos de picnics de hace treinta, cincuenta, ochenta años. Estremecerme como siempre que encuentro un rastro de vida, un érase una vez, una pluma suelta, una huella en caminos embarrados.

La vida se acerca con los labios pintados.


Eso es. Eso es.

10 comentarios:

  1. Soy la única que se queda pegada a tus letras y a tus párrafos o conoces de alguien más a quién le suceda algo parecido...? :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mmm, esperaba que te respondiera algún otro damnificado, pero....se ve que no he usado bastante pegamento!
      Un beso.

      Eliminar
  2. Definitivamente, la vida, sin música, no es ni puede ser vivida...

    Saludos

    J.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Aparte de esa, tampoco pude quitarme de la cabeza "Rock of Gibraltar", de Nick Cave. Impepinable.
      Con lo cual corroboro tu comentario.
      ¡Saludos!

      Eliminar
    2. Aparte de esa, tampoco pude quitarme de la cabeza "Rock of Gibraltar", de Nick Cave. Impepinable.
      Con lo cual corroboro tu comentario.
      ¡Saludos!

      Eliminar
  3. Siempre consigues que me apetezca ver con mis propios ojos los lugares que describes.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eso es peligroso, porque yo soy consciente de que Gibraltar puede horrorizar igual que fascinar. Tiene esa ubicación subliiiime, y esos detalles vintage, y también rastros imprevistos de aquitectura soviética, pubs...
      Otro beso para ti.

      Eliminar
    2. Eso es peligroso, porque yo soy consciente de que Gibraltar puede horrorizar igual que fascinar. Tiene esa ubicación subliiiime, y esos detalles vintage, y también rastros imprevistos de aquitectura soviética, pubs...
      Otro beso para ti.

      Eliminar
  4. Ah, qué feliz me puso leer que ya se despereza la aventura con Betty... y leerlo como si fuese el inicio de una peli de aventuras. Pero no una cualquiera, sino una hermana pequeña de las de Indiana Jones, que consiguen convertir el polvo y el calor en algo exótico, si se sufren al perseguir historias enterradas por ahí, que esperan a ser descubiertas. Y en jardines botánicos, más aún...

    Qué ganas... ¡y qué emoción!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jo, a mí me emociona que te haga ilusión. Eso es bonito como una flor de calabacín (tratándose de ti, no puedo evitar hacer mención a algo vegetal).
      Dudo que ninguna etapa en la fabricación de un libro sea tan divertida y emocionante como la de hurgar, hurgar.

      Eliminar