sábado, 25 de julio de 2015

ITV

 
Yo no debería estar aquí, ahora, con esta compañía. Eso es lo que me inspira el trance de pasar a mi coche por la ITV, así, a primera vista. Miro a mi alrededor y veo:

Coches que no van a ninguno sitio, varados, repulsivos como un amontonamiento de elefantes marinos.
Piernas masculinas desnudas asomando por sus puertas.
Chanclas que se columpian de pies peludos.
Máquinas abolladas que arrojan cuerpos abollados. Máquinas vocingleras expulsando gargantas huecas. Gente que se parece sospechosamente a sus coches.

El mar.
¿El mar? Ojalá: la calima.
Un cinturón de almendros raquíticos que tiemblan, que flotan como algas bajo el calor aplastante de... por dios, las nueve de la mañana.
El aire un tanto apocalíptico de los polígonos industriales.

Camisas de mangas cortas del Carrefour.
Jubilados no tan seniles como para saber que hay un teléfono de cita previa al que tienes que llamar si no quieres convertirte en parte del mobiliario.
Una sospecha: lo saben, pero se lo esconden a su conciencia para poder venir a refugiarse a este oasis de la espera y la queja.

Al otro lado del cristal, la nave donde tiene lugar el escrutinio. Combinación inquietante de sala de autopsia y aula para oposiciones. Taller sin grasa ni calendarios guarros. Técnicos que siempre hablan de usted y acongojan.

Vamos, que no debería estar aquí. Se me han acabado las vacaciones, y la contracción en el tiempo que el horario laboral me impone ya me aprieta de más las costillas.
Debería estar leyendo/escribiendo/dando pedales/bailando/a lo bartola.

Yo no debería estar aquí, en este sitio que ni en el Carbonífero olió a clorofila.
Debería estar en la playa /en el bosque/en Islandia.

Yo no debería estar aquí. Si vuelvo a ver a un tío con bermudas y camiseta de lycra me enclaustro.

Y entonces lo veo. Esta es también una especie de inspección técnica del estado de mi psique. Un examen de mis simpatías y mis desafectos. De la fluidez o el peligro con que circulo por el tiempo y el espacio.

¿Resultado? Tengo mis achaques. Demasiada fricción con el mundo: simpatías recortadas en velcro que no me sueltan ni me dejar ir y venir libremente. Desafectos que penalizan ciertas cosas vividas. Muchas cosas que prefiero, muchas lugares y ratos que ojalá desaparecieran de mi historia y mi paisaje.

Y no quiero más eso. Desde ahora me propongo trabajar para que cada momento se abra sin un exceso de valoración por mi parte. Sin que automáticamente les asigne un positivo o un negativo. Voy a plancharme las circunvoluciones cerebrales para que las experiencias se igualen. A meter la retroexcavadora ecuánime por mi topografía sentimental.

Todos los lugares, toda compañía, todos los momentos: al ras.

9 comentarios:

  1. Voy a mirar más bajo la falda del blog.

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    1. ¿Para ver si hay X, Y o Z (lo que tienen Barbie y Ken)?

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  2. Disculpa mi simplificación del post, no puedo evitarlo. ¡Fuera la licra del vestuario masculino!

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    1. Y del femenino, ya que nos ponemos. Tengo daño cerebral por culpa de los micromicromicroshorts celuliteros de este año.

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  3. Prejuzgar está mal tita S, una se puede perder cosas muy chulas por ponerse las gafas del desagrado antes de hora así que bien, bien, saca la plancha (aunque no siempre sea fácil).
    Un besito.

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    1. A mí en realidad me interesa todo, pero...me sorprendo muchas veces queriendo estar en otro lugar y haciendo otra cosa. No por exceso de disgusto, sino de gusto por otras cosas. El apego es tan peligroso o más que el desagrado.
      Besos.

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    2. Tienes razón, además, después de la mención a los shorts celuliteros no me queda otra que claudicar. Hay cosas feitas feas.
      Mua

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  4. Pasar la ITV es para mí como la nochevieja o mi cumpleaños: una vez que estoy allí me digo, ¿ya ha pasado otro año? Y entonces, como decía Mecano, empiezo a hacer balance de lo bueno y malo. Tampoco me gusta ese ambiente, ni ninguno de los legítimamente masculinos (o cielos, sí, me rindo a veces a la separación de géneros) pero es verdad que cada vez que voy siempre hay alguna anécdota para después. Planchemos, sí señor, es lo más sabio. Besos!
    PD.: Me toca en Agosto

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    1. ¿Te puedes creer que a mí no me sirve como contador de ciclos?
      Porque cada año me parece el primero: chocante, un poco humillante. Y cada año se me borra del cerebro hacer algo que mi piloto automático hace por mí de sobra: poner las cortas, darle al limpiaparabrisas. Siempre me siento medio idiota.
      Besos, compañera de penurias.

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