Yo no debería estar aquí, ahora, con
esta compañía. Eso es lo que me inspira el trance de pasar a mi coche por la ITV, así, a primera vista. Miro a mi alrededor y veo:
Coches que no van a ninguno sitio,
varados, repulsivos como un amontonamiento de elefantes marinos.
Piernas masculinas desnudas asomando por
sus puertas.
Chanclas que se columpian de pies
peludos.
Máquinas abolladas que arrojan cuerpos
abollados. Máquinas vocingleras expulsando gargantas huecas. Gente
que se parece sospechosamente a sus coches.
El mar.
¿El mar? Ojalá: la calima.
Un cinturón de almendros raquíticos que
tiemblan, que flotan como algas bajo el calor aplastante de... por dios, las
nueve de la mañana.
El aire un tanto apocalíptico de los
polígonos industriales.
Camisas de mangas cortas del
Carrefour.
Jubilados no tan seniles como para saber
que hay un teléfono de cita previa al que tienes que llamar si no
quieres convertirte en parte del mobiliario.
Una sospecha: lo saben, pero se lo
esconden a su conciencia para poder venir a refugiarse a este oasis
de la espera y la queja.
Al otro lado del cristal, la nave donde
tiene lugar el escrutinio. Combinación inquietante de sala de
autopsia y aula para oposiciones. Taller sin grasa ni calendarios
guarros. Técnicos que siempre hablan de usted y acongojan.
Vamos, que no debería estar aquí. Se
me han acabado las vacaciones, y la contracción en el tiempo que el
horario laboral me impone ya me aprieta de más las costillas.
Debería estar leyendo/escribiendo/dando
pedales/bailando/a lo bartola.
Yo no debería estar aquí, en este sitio
que ni en el Carbonífero olió a clorofila.
Debería estar en la playa /en el
bosque/en Islandia.
Yo no debería estar aquí. Si vuelvo a
ver a un tío con bermudas y camiseta de lycra me enclaustro.
Y entonces lo veo. Esta es también una
especie de inspección técnica del estado de mi psique. Un examen de
mis simpatías y mis desafectos. De la fluidez o el peligro con que
circulo por el tiempo y el espacio.
¿Resultado? Tengo mis achaques.
Demasiada fricción con el mundo: simpatías recortadas en velcro que
no me sueltan ni me dejar ir y venir libremente. Desafectos que
penalizan ciertas cosas vividas. Muchas cosas que prefiero, muchas
lugares y ratos que ojalá desaparecieran de mi
historia y mi paisaje.
Y no quiero más eso. Desde ahora me
propongo trabajar para que cada momento se abra sin un exceso de
valoración por mi parte. Sin que automáticamente les asigne un
positivo o un negativo. Voy a plancharme las circunvoluciones
cerebrales para que las experiencias se igualen. A meter la
retroexcavadora ecuánime por mi topografía sentimental.
Todos los lugares, toda compañía, todos
los momentos: al ras.
Voy a mirar más bajo la falda del blog.
ResponderEliminar¿Para ver si hay X, Y o Z (lo que tienen Barbie y Ken)?
EliminarDisculpa mi simplificación del post, no puedo evitarlo. ¡Fuera la licra del vestuario masculino!
ResponderEliminarY del femenino, ya que nos ponemos. Tengo daño cerebral por culpa de los micromicromicroshorts celuliteros de este año.
EliminarPrejuzgar está mal tita S, una se puede perder cosas muy chulas por ponerse las gafas del desagrado antes de hora así que bien, bien, saca la plancha (aunque no siempre sea fácil).
ResponderEliminarUn besito.
A mí en realidad me interesa todo, pero...me sorprendo muchas veces queriendo estar en otro lugar y haciendo otra cosa. No por exceso de disgusto, sino de gusto por otras cosas. El apego es tan peligroso o más que el desagrado.
EliminarBesos.
Tienes razón, además, después de la mención a los shorts celuliteros no me queda otra que claudicar. Hay cosas feitas feas.
EliminarMua
Pasar la ITV es para mí como la nochevieja o mi cumpleaños: una vez que estoy allí me digo, ¿ya ha pasado otro año? Y entonces, como decía Mecano, empiezo a hacer balance de lo bueno y malo. Tampoco me gusta ese ambiente, ni ninguno de los legítimamente masculinos (o cielos, sí, me rindo a veces a la separación de géneros) pero es verdad que cada vez que voy siempre hay alguna anécdota para después. Planchemos, sí señor, es lo más sabio. Besos!
ResponderEliminarPD.: Me toca en Agosto
¿Te puedes creer que a mí no me sirve como contador de ciclos?
EliminarPorque cada año me parece el primero: chocante, un poco humillante. Y cada año se me borra del cerebro hacer algo que mi piloto automático hace por mí de sobra: poner las cortas, darle al limpiaparabrisas. Siempre me siento medio idiota.
Besos, compañera de penurias.