miércoles, 1 de julio de 2015

Arrieros somos

 
Me pongo al volante por solidaridad, y porque en una parcelita carca de mi mente todavía se oye el rumor de que las mujeres que conducen tienen algo. Pero me repatea, lo confieso. Aquellos turbios desfallecimientos que me asaltaban al conducir son cosa ya del pasado. Se me nublaba el cerebro y de buenas a primeras, tras 128 kilómetros, pongamos, me desgajaba de mí misma y, como pasa en los sueños, me parecía que en realidad me traía entre manos la Soyuz, y que iba a dejar de controlarla antes de que pudiera apartarme sin daños. Yo llenaba los pulmones, soltaba el aire a buchitos y me repetía que aquello no era más que un ataque de pánico. Arbitrario, por supuesto, porque a mí conducir nunca me había acogotado. Para nada era un ictus. No iba a desmayarme. No iba a hacer picadillo a los cincuenta scouts que cantaban canciones idiotas en ese autobús que el hado planeaba ponerme de frente.

Poco a poco se me iba pasando. Ya no me pasa nunca. Pero la primera marcha que meto siempre tiene que aguantar un arreón de fastidio. No porque el miedo se me haya hecho duro como un cálculo, sino porque mi atención es dada al zanganeo. He entrenado mi mente hasta el virtuosismo para contemplar lo que se desliza. Fragmentos de tiempo, paisajes por una ventanilla.

Y cuando estoy al volante a veces pienso que no soy digna de mi linaje. Cómo puede no gustarme conducir, habiendo sido mi abuelo camionero, y mi bisabuelo miembro de la admirable casta de la arriería. Claro que ambos evitaban la deshidratación sin echar mano del agua, y a mí con un par de vinos hasta la tabla del uno se me olvida.

Probablemente sea un prejuicio. Puede que a ninguno de los dos le gustase salir de su casa a comer geografías. Pero a mí me gusta imaginar a mi bisabuelo reprimiendo un suspiro de alivio cada vez que, al volver la cabeza, la iglesia de su pueblo empezaba a verse borrosa. Acariciando las crines de sus mulas con una ternura vedada en el trato con su esposa. Haciendo camino a un ritmo que todavía hacía posible pasar y quedarse en lo mirado un ratito. Perdiendo la cuenta de encinas. Rondando ciudades libres de polígonos industriales. Fanfarroneando en cada venta a costa de la resistencia de su hígado. Pensando, quizás un poco deslumbrado, en la gente tan rara con la que a veces uno se encuentra. Olisqueando el aire antes de tiempo en pos de aromas salinos. Llegando por fin a Chiclana. Desdeñando el mar de boquilla como buen mesetario, pero por dentro...ah, qué cosa tan grande.

Me gusta imaginarlo, y la imaginación misma se queda corta. Puede que un día emprenda ese viaje tal como él lo hacía, a su velocidad, sin mi fastidio, y que mi experiencia y la suya se den la mano en un libro.


Carreteras de España a finales del siglo XIX
Carreteras de mi bisabuelo

9 comentarios:

  1. Que no daría yo -como dice esa canción- por echar un vistazo a ese pasado. Fue al único de mis abuelos que conocí y le quería muchísimo.

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    1. Pues vamos a levantar a ese personaje entre las dos.

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  2. Comiendo geografías... :)
    Digo yo: maldita España radial, que complica cualquier desplazamiento de los que somos provincianos...
    Www.sparkling2.blogspot.com

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    1. Y que lo digas. ¿Te parece medio normal que para ir de Granada a Santander en tren haya que hacer dos transbordos? Que yo ya sé que poner una línea directa, yoquesé, de Brazatortas a helsinki es inviable, pero...¿Y las soluciones circulares?

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  3. Siempre pienso en esas formas de viajar de antaño. Cuando el tiempo pasaba más lento y eso que era el mismo.

    Un día de estos me alquilo una mula para darme un paseo por mi Pirineo, que ahora está de moda después de que nuestros bisabuelos terminaran hasta el gorro de ellas y de seguro ahora mismo agradecerían nuestros coches con aire acondicionado....

    Si es que todo está al revés.

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    1. ¿Se pueden alquilar mulas en el Pirineo? ¿Y para qué me destrocé yo las piernas?

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  4. Enseñame a mitigar la sed sin agua
    Jijiji!!!

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  5. " Soy yo" no debe ser de por aquí...

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  6. Como dice un buen amigo jaenero, una cosa es viajar y otra desplazarse. Por desgracia hoy viajamos poco. Bueno, viajan, yo lo intento cada vez que me desplazo :).

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