viernes, 15 de mayo de 2015

Santa Savia

 
Que sí, que el santoral me chupa un pie, y los calendarios y las efemérides. Soy una tipa lista y eso es lo que de mí se espera. Que las tradiciones resbalen por mi piel anfibia.

Pero caigo en que hoy es San Isidro, y casi estornudo de ternura. Uno se reenamora de su vida cada vez que repasa fotos viejas. Ojalá tuviera aquí una en la que se me viese de pequeña, disfrazada con el traje de aldeana propio de la fiesta. Las sandalias de esparto, el corpiño, la falda de colores. Todo ese absurdo tipismo. Aunque no me hace falta ver esa foto. Quiero a esa niña que sólo se vestía así porque lo pedían en la escuela.

La procesión habrá desfilado otra vez cerca de la casa de mi madre. Ya nunca la llamo mi casa, y quizás por eso me conmueven las fiestas y los sonidos y el ajetreo que se despliegan en torno a ella. Las carretas habrán vuelto a aplastar los helechos esparcidos por las calles. Ese olor es para mí desde hace mucho tiempo un olor más imaginario que recordado. ¿Hay mucha diferencia? Escondo trozos de memoria que me parecen inventados. Y cuántas veces no me habré empeñado en fantasear intensamente para que mis cuentos se incorporaran mágicamente al pasado.

No era un olor especialmente agradable, el de los helechos convertidos en una obscena pulpa verde, pero amenazaba con engancharte. La savia se te quedaba pegada a las suelas y al cerebro. Un jugo íntimo que, ahora lo entiendo, olía parecido a esos otros líquidos de ahí abajo. Siempre me pregunté por qué usaban helechos para alfombrar el paso del santo. ¿Era una nueva revancha sobre el bosque? Campesinos abriéndose camino otra vez por lo silvestre, pisoteándolo.

Nunca me subí a ninguna de esas carretas. Nací sin respeto por los ritos colectivos. Nunca fui parte. Y sin embargo, últimamente siento que pertenezco a las cuadrillas de los que quemaron su cara y su vida en el campo. Soy de los espacios vegetales, de los salvajes y de los arados. Y no por genética, sino porque así lo he escogido, aunque muchas veces ni me diera cuenta. Me he hecho de campo a pesar de haber crecido y seguir haciendo mi comida y mi cama en pisos sucesivos.

Hoy me alegra haber sido capaz de convertirme en algo que no era de partida. Me he roturado, escardado, sembrado, dejado en barbecho, podado. Y seguiré dispuesta a convertirme en lo que no soy ahora mismo. Dejando que la savia haga su trabajo.


1 comentario:

  1. lectoraadicta17 mayo, 2015 00:24

    Sigo con tu símil : Nos das frutos hermosos.
    Un beso

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