lunes, 18 de mayo de 2015

Lugares a los que...


No quiero cazar experiencias ni moverme por el mundo para coleccionar imágenes. No quiero tachar destinos de una lista. No quiero llegar, poner esa pose de he aquí un lugar que quizás me cambie, e inmediatamente marcharme. No quiero llevar en la maleta ninguna reacción prevista.

Y sin embargo, quisiera contemplar el mar hecho neón en una playa de las Maldivas. Quitarme todo la ropa, porque ante lo sublime hay que presentarse desnuda, y meterme despacio en el agua, anonadada, asustada casi, volviéndome poco a poco azul y rutilante, bautizándome en un caldo galáctico del que quizás saldría con otro nombre. O con ninguno en absoluto.

Oh, ah, oh, aaaah. Aquí más.

Quiero asomarme a un volcán. A uno de verdad, no a la boca de un gigante dormido, qué cursilada. Comprobar con mis ojos que todos, coches y ballenas, líquenes y avispas, flotamos sobre el fuego en frágiles balsas de tierra y agua. Que la vida se ha escrito sobre el infierno como una errata. Si se me van a quemar las pestañas, puedo conformarme con ver de lejos un río de lava.

Quiero ver las secuoyas. Por decirlo de alguna forma. El pie accesible y relativamente comprensible del coloso. Su cuerpo completo es inabarcable: habrá que seguir imaginando. Quiero postrarme ante el pasado vivo. Quiero que esa majestad muda me deje sin palabras. Después, tararear.

Quiero seguir la ruta de Viajes con Charley. Quiero andar por Oregón. No me preguntes qué tiene, ni lo que Steinbeck pudo escribir sobre su paisaje. Yo no me acuerdo ni por asomo. Pero conservo de no sé qué lecturas y no sé qué embeleso académico una serie de nombres mágicos y abretesésamos. Ceilán, Macao, Vanuatu. Oregón.

Quiero ir a Socotra. Me bastaría si no fuera más que un nombre estrafalario. Pero mis ojos miopes tienen vocación por lo raro, y se saciarían para siempre con la contemplación de esos árboles que parecen sopranos marcianas asomadas coquetamente a un mar tan plano y tan turquesa y tan abstracto.

Me conformo con llegar desde aquí


Quiero ir a Nueva Zelanda, llamar desde allí a mí casa y decepcionarme un poco si no me responden al revés.

Quiero ver el blanco asesino de la Antártida y luego olvidarlo. Mar blanco, cielo blanco, y nada que la mente pueda reconocer como tierra. Y que después los bloques de apartamentos me parezcan un milagro. Quiero ir a Islandia y preguntarme esto qué es, esto qué es, esto qué es a cada paso.

Quiero ver el desierto y luego desengancharme.

Quiero entender los mares.

Quiero que esta cama donde sesteo sea mi vagón, mi caravana y mi barco.

3 comentarios:

  1. ¡Síi, porque lo que es el avión...!

    ResponderEliminar
  2. ¡Dan ganas de cogerse unas bicis y visitar la playa de las brillantinas!

    ResponderEliminar
  3. Anónimo entre comillas20 mayo, 2015 22:41

    Y aunque no queramos viajar para tachar destinos de una lista, qué ganas de hacerla con esos nombres tan sugerentes. Reconozco que algunos no los había oído nunca, ¡y esa foto!...

    ResponderEliminar