En
cuanto me cruzo con ella por la calle me enamoro de su color de
labios. Si yo los llevara así diría que me los he pintado fucsias.
Pero esa es una palabra vulgar para una boca que parece un poema.
Destaca en su rostro como si se la hubieran tallado, porque los lleva
perfilados exactamente en el mismo tono que el del pintalabios. Yo no
soy capaz de semejantes rigores. Y por eso mi boca no parece un
poema. Ni uno de esos edificios firmado por un arquitecto estrella.
Ni la excusa en torno a la cual filmar una película muda. Su línea
superior tiene todas esas aristas peligrosas de una flapper
de los años veinte. Los lleva magenta, claro. Un color de nombre
excesivo.
Y
sin embargo lleva la cabeza baja, como si se avergonzara de tener esa
mariposa encima, esa orquídea. Su boca no es suya del todo; a lo mejor se la han transplantado sin pensar en el posible rechazo. El resto
de su cara es tan común que podría olvidarla antes de llegar al
final de esta calle con sólo veinte números. Quizás con
la boca limpia sea algo más memorable. Ella debe de saber que tiene
un agujero negro de atención en su cara. No puede ocultarlo
por mucho que la agache.
Y va agarrada del brazo de una amiga. No tiene pinta de ir medio
mareada. Sólo de ser patológicamente tímida. Como si necesitase un
apoyo para acarrear por el mundo esa boca – espectáculo. No
entiendo nada. ¿Para qué se ha pintado entonces los labios? ¿Es
que no la alivia esconderse detrás de ese burka magenta? ¿Por qué
no los luce como un estandarte?
Antes de que nuestros caminos se crucen
ella alza la mirada. Y entonces empiezo a entender algo. Para
empezar, que no hay mirada en absoluto: se agarra a su amiga porque
se ha dejado el bastón en casa. Andamos por una calle corta y
atestada. Muchos obstáculos para una ciega. La amiga que la
guía debe de haberla maquillado. Le habrá propuesto esta aventura:
te pongo guapa y te llevo por el mundo. Nadie va a mirarte con
lástima. Nadie va a apartarse de tu trayectoria por pudor de
tropezar con el palo.
Y hasta ahí llega mi entendimiento. A
partir de ese punto, misterio. ¿Tienen imagen de sí mismos los
ciegos? ¿Están sometidos a la misma programación estética salvaje
que los que usamos espejo? ¿Les protege el no
ver de la coacción de ser vistos? ¿Tienen complejos? ¿Se dan cuenta del poder de una máscara?
La ciega de los labios preciosos se lleva
su luz magenta a otro sitio. Un día me los pintaré igual y los mostraré con la misma inocencia.
Podrían ser míos, pero no |
¡Cuántas historias hay nada más cruzar la puerta de casa!
ResponderEliminarY qué bonito darse cuenta de ellas y contarlas así.
Muas!
No debería olvidarlo, cada vez que me siento vacía de historias.
EliminarUn beso, amigüita.
Buena pregunta la de si los ciegos tendrán imagen de si mismos.
ResponderEliminarYo, cuando me miro al espejo, siento como si estuviera viendo a una extraña.
Por eso no hay que mirarse más de lo justo para comprobar si no te has salido al pintarte el morro: porque al final una termina creyéndose ese rollo de que hay un personaje llamado "alma" a los mandos de un cuerpo pesado y raro.
EliminarPara que aprendamos que casi nunca nada es lo que parece.
ResponderEliminarÚltimamente estoy bastante empanada y mi capacidad de observación se ha reducido a un triste cero patatero. Creo que gracias a tí voy a hacer un esfuerzo por volverme a fijar en cosas de esas que son pequeñas pero tienen su qué.
Un abrazo. Y salud. Y orujo.
Si leer esta cosilla te motiva a semejante esfuerzo, me sentiré bastante orgullosa. (Es la primavera, mujer)
EliminarDicho lo cual, a mí me cambias el orujo por un vermú con limón y hielo, que ya toca irse quitando calores.
Yo quiero que mis ojos miren como los tuyos...
ResponderEliminarChica, si tu supieras la de dioptrías...
EliminarLo mejor de los labios pintados de rojo es cuando empiezan a perder el color y lo ganan otros labios.
ResponderEliminar¿Y no te parece que a la que pierde el color de esa manera se le va poniendo boca de payaso? Aunque quizás hay esté la gracia: en la pérdida progresiva y alegre de compostura.
EliminarVaaale, sí, me dice la correctora que se me ha colado un hay. El olor a incienso y la astenia...Todo el mundo sabe que yo..hay...digo ahí...digo ay!
Eliminaras beautiful as usual.
ResponderEliminar#RosaFurcia. (mariconada de turno, lo siento)
Entonce yo soy maricona total, porque a mí me sale así automáticamente.
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