miércoles, 11 de febrero de 2015

Pero como no hay que elegir, me siento rica


De todas esas menudencias con que la evolución premia la perpetuación del ADN; de todos los dones arbitrarios que ofrece la existencia, yo me quedo con la risa.

Si sólo pudiera poner a recaudo un tesoro; si quedara en alguna parte una isla, me llevaría a alguien con quien poblarla con ecos de jolgorio.

Si se pusieran tan crudas las cosas que no nos dejaran cazar más que una sola especie de riqueza. Si la abundancia no fuera legal o decente. Si acumular gracias o aspirar a lo absoluto estuviera prohibido, no tendría más remedio que preferir la risa al resto de las ventajas de haber nacido.

Si tuviera que elegir la cosa más preciosa, me quebraría en el proceso de hacer descartes, pero no dudaría. Apartaría de mí el placer de sentir cómo cristaliza el agua de mar en mis piernas. El corazón acelerado que poco a poco se amansa. El sudor bienaventurado. El cansancio perfecto de alcanzar una cima.

Procuraría no mirar atrás al abandonar la hierba nueva, la lluvia recién caída, el olor de la madreselva. El lóbulo de una oreja. La siesta. La pereza sin dudas.

La salsa que se queda pegada en la pared de la cazuela. Mojar pan y chupar el plato. Un melocotón que chorrea barbilla abajo. El beso furtivo en un ascensor.

Besar el libro que te tiene enganchada. Andar descalza en verano. Confiar en ser capaz de hacer el pino todavía. La barriga de los gatos. Una hoja puesta al trasluz. Trazar con un dedo el contorno de tus labios.

Irte a dormir sin que las cosas pendientes te abrasen. Salir de la ducha como si no hubieras cumplido más de dos años. Cerrar los ojos al sol y que el naranja inunde tu conciencia. Agradecer cada día que despiertas. Las nubes bien gordas y los juegos de luces y sombras. Todos los arrullos y algarabías de la naturaleza. ¡La música, qué carajo!

Renunciaría a todo eso a cambio de una risa segura. Me recrearía en la idiotez hilarante antes que en la inteligencia. Preferiría el dolor de barriga y el sofoco al equilibrio. Canjearía paz a cambio de alegría.

3 comentarios:

  1. Perfecto resumen del post en su título.
    Un beso.

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  2. Y yo! ¡yo también!
    Me encanta, Silvia, que es lo único que me sale escribirte después de esto. Aunque si pudieras ver a través de la pantalla, te darías cuenta que en mi cara hay una sonrisa. Y ya si ahondamos en la mente, también me queda el recuerdo de unos días de playas azules, ocurrencias absurdas y risa floja.
    Besos grandes (así se empieza bien un día).
    PD.: Besar libros que me gustan... esa cosa que también hago, jajaja.

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    Respuestas
    1. Que sepas que eres co-responsable de que no pueda escuchar la palabra asaúra sin que se me pongan las piernas flojas de risa.

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