martes, 25 de noviembre de 2014

(Y también escucho reggaeton)


¿Qué nombre le damos a ese trance de que te atraiga diabólicamente alguien que te daría vergüenza presentar a tu mejor amigo o a tu hermana? ¿Enajenación Genital Transitoria? ¿Gravitación Carnal Alienante? Imagínate: un rociero de pelo engominado y tirantes rojigualdas. Un culturista con rubio platino en la barba y camisetas que a simple vista no parecen poder quitarse más que con rascavidrios. Un matemático que rellena cada año el álbum de cromos de la Liga, y que garabatea en un cuaderno de bolsillo ecuaciones sobre la probabilidad de que en un mismo sobre te salgan Messi y Modric. Un legionario con El novio de la muerte como cancioncilla de móvil.

A mí ese trastorno me ocurre a veces con libros. Con ese tipo de libros que encontrarías en la sección de autoyuda. Yo me hago la tonta buscando manuales de yoga, pero en realidad mi rádar para la perversión literaria ha entrado en modo alerta. Mi rabillo del ojo izquierdo rastrea como sin querer títulos en imperativo. Sea así; Conviértase en tal; Trabaje tres minutos al día. Tonos de jardín de infancia en las cubiertas. Sospechosa abundancia de flores y mariposas. A veces uno de esos títulos interpela clamorosamente a tu víscera ñoña. Te magnetiza. Y lo extraes hechizada de ese oasis de papel meloso y autocomplaciente que abochorna levemente a tu juicio. Si tiene cuestionarios y ejercicios te lo llevas a casa, quieras o no quieras. Te obligas a comprar otro libro algo más presentable para no avergonzarte al pagarlo. Sí, quiero los cuentos completos de Faulkner y, esto, ejem, Lígate a un legionario culturista con el poder de tu mente.

Y luego llegas a casa, empiezas a hojearlo de manera medio furtiva, y te das cuenta de que eres carne blandita para la fiera de los prejuicios. No hay libros más o menos respetables, sino libros mejor o peor escritos, con ideas brillantes o lamentables y argumentaciones lúcidas o aptas para cretinos. Y hay libros de los que a priori nunca pondrías a la vista en tu bar favorito que terminan convirtiéndose en perro lazarillo. Yo acabo de devorar este:



 
Y mi víscera ñoña se ha sentido soberanamente complacida. ¿Me ha aportado algo de provecho? Probablemente, pero más que su contenido, lo que me ha camelado ha sido su gracia y su voz risueña, a veces suave, muy suavemente caricaturesca, y su sensatez bestial y compasiva. ¿Se convertirá en un impulso para redecorar mi vida? No creo. Me jacto de tener enjundia suficiente como para que un libro de tapas moradas me haga de biblia.

¿Recetas, instrucciones, mapas del tesoro? Ninguna, y eso es algo que honra a su autora. Pero sí hay cuestionarios, y hay ejercicios, y hay la opción de pasar un rato jugando a que la vida es un plato de confección sencilla. Este me encanta: la Lista de Objetivos Alocadamente Improbables (OAI), por el alivio que genera su mordacidad implícita: metas tan exuberantes que ningún juez interior podrá culparte si no las alcanzas. Fantasía existencial que te devuelve a la época en que decías ¿vale que yo era astronauta y tú tenías un kiosko de gominolas galácticas en la constelación de Alpha-Centauri?, y que no te compromete a nada. O a casi nada. Quién sabe. A lo mejor esa semilla de alucinación queda latente después del juego, cuando ya toca poner el despertador para el madrugón de mañana, en un rinconcito oscuro y caliente de tu cerebro. A lo mejor tarde o temprano, y sin saber si has hecho algo para merecerlo, termina fructificando.


Me encantaría leer en los comentarios alguna lista de OAI. Me chiflaría que nos dejásemos de sonrojos y me presentarais a vuestros rocieros / culturistas / friquis / legionarios.

12 comentarios:

  1. Aix tita S, cómo me haces reír a veces... ¿Enajenación Genital Transitoria? Sin duda, de las dos, esa es la mejor.
    Un besito

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    1. ¡¡Pero no te vayas sin poner al menos un OAI, sobri!! Mira que no te doy aguinaldo.

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    2. Mmmm... la dieta, siempre es la dieta... lo de "en septiembre/enero/después del viaje/después de la boda me pongo en serio". Y llega el después de, y yo me pongo, pero es que... soy una inconstante ;)
      Otro gran OAI sería decirle a mi jefe alguna vez "Quieres hacer el favor de callarte y dejarme hablar?"
      Va, ya tienes dos, no me castigues esta navidad, eh?
      Un beso enorme, preciosa.

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    3. Pues yo lo veo bastante factible, leyendo como leo los ovarios que tienes. Más alocado sería zamparte una caja de polvorones en una tarde.
      Pero no te voy a imponer ese castigo, porque eres un amorcete.

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  2. Ahí va uno de los míos.
    Tachan...operarme las tetas!. No es que tenga que producir sonrojo, es que, a este paso, seria la única parte de mi cuerpo que se mantendrían en pie.

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    1. Venga tía, con ese cuerpo de mantis que tienes.
      Lo más chachi de los OIA, como dice Laura, es la carga de conocimiento sobre ti misma que encriptan, el modo en que te llevan a preguntarte "¿cuál es la razón última de que quiera unas tetas distintas de las que tengo?"

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  3. LauraOAI:
    Decir que no a la reciente (de hace apenas dos horas) confirmación de la ampliación de mi contrato de trabajo por otros tres (prorrogables a seis) años.
    Abrazar la idea de darme por completo a las artes orientales y aprender todas las que no han salido a la luz.
    Los OAI ayudan a que sepamos lo que realmente queremos.
    Muas

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    1. Esa estaría bien. Una OAI en toda regla. (A ver quien tiene cojones de decir que no, con la que está cayendo.)

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    2. Sabido lo sabido, no sé ya si darte mi enhorabuena.
      Laura's OIA n°3: mudarme a una casita blanca de Formentera.

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    3. Ese no lo he puesto porque es un OAP (Objetivo Alocadamente Probable). Yes I Can!

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  4. Si por Estrella Polar entendemos Estrella con mucho frio, ya tengo la mía. No voy a seguir buscando.
    Mi lista (3 solo, no es cosa de acaparar) de OAI:
    - Hacer botellón en el Palacio de Oriente. Con canutos rulando de un palmo al menos.
    - Ser el Rey Baltasar en la cabalgata de RRMM.
    - Tirarme a Megan Fox en una piscina de chocolate. (Esto aún no lo descarto, antes han sido Michelle Pfeiffer, Bellucci, muchas distintas, eso si, el chocolate Lindt de 70%, y aprovechando que se me está yendo la olla, con hojaldrinas para mojar entre polvo y polvo.)

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    1. (Viniendo de donde viene, tu Estrella debería de ser Austral!)
      - El primero, contestatario y nini deluxe: veo sumándose al asunto a Queen Leticia y al Pequeño Nicolás.
      El segundo, pura ternura. Si lo consigues me voy adonde la Mez-Ca y me pongo en primera fila para que me tires caramelos.
      - Y el tercero, uf, definición perfecta de lo que es un OIA. El toque hojaldrina, pese a su natural pofpofpof, es alocadamente sublime. Si me parto más tendrán que recoger mis trozos con escoba.

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