miércoles, 1 de octubre de 2014

Qué tíos

 
Ellos no tienen ni idea de que son mis héroes. Quizás porque son muy modestos, o porque se encuentran relativamente cómodos dentro de sus trajes de Clark Kent. A lo mejor ya ni se acuerdan de que debajo de los vaqueros o el chándal llevan un uniforme de valientes. A lo mejor nunca fueron conscientes de ello. Yo nunca se lo he dicho, desde luego.

Porque nunca lo he sabido realmente. O lo supe de muy chica, y se me olvidó poco después. Se me fue de la cabeza, junto a todas esas cosas que dejaron su sitio a lo que hay que aprender para ser uno mismo. Los números y las letras empujan de la mente al infinito, el juicio a los juegos, la autonomía a los vínculos. ¿Por qué me doy cuenta justo ahora de con quién he estado tratando? No lo sé. A lo mejor ya me he cansado de darle de comer y sacar de paseo a mi ego.

Así que ahora puedo verlos bien. Reconocerlos por fin como héroes. Y se merecen que se los recuerde. Es algo que les debo. Porque confieso que más de una vez he puesto los ojos en blanco al mirarlos. Qué mundana era yo, con mis currículum y mis viajes, mis alquileres sin cargas y mi soltería interminable. Qué de pueblo ellos. Tan sometidos aún a la ley de su origen, a las pautas de pensamiento de sus padres, al argumento de su película costumbrista. Llegué a ser tan mezquina como para imaginar qué hubiera sido yo si él fuera profesor emérito en neurocirugía y ella tuviera una galería de arte. Si hubiera resultado una persona más precoz, más arrojada, más brillante. La herencia tiene esa doble cara: te restringe y te libera a la vez. Te ofrece el dudoso privilegio de lavarte las manos de vez en cuando respecto al curso de tu vida.

Pero aun saliendo como salí, lenta, indecisa, normalita, no dudé en medirme con ellos y en sentirme tan ufana como cuando de pequeña comparaban mi talla con la de mis primas, y mi culo estaba siempre más duro y las tetas me crecían con más ganas. El árbol genealógico se hacía más fuerte con cada rebrote. Yo misma era un arma de la evolución. Más libre que ellos. Más lista.

Pero no, señora. NO. Resulta que ellos protagonizaron la revolución íntima de este país, y yo sólo he visto Cuéntame. Abrieron surcos sin darse cuenta ni importancia en una tierra áspera. A mí siempre me ha caído la fruta encima sin agitar una sola rama. Conquistaron libertades que hoy me parecen innatas. Mi padre esperó bajo la lluvia a que su inminente suegro le diera entrada a su casa. Tu madre se fue a trabajar a Barcelona sin el permiso de tu abuelo, que siempre pensó que eso eran cosas de fulana. Mi madre aprendió a hacer croquetas para otros cuando era una cría. Llegó a Madrid cuando cada kilómetro que la separaba de su pueblo valía medio año*.

Tuvieron que desarrollar estrategias de adaptación al deshielo. Colonizaron la modernidad. Fueron pioneros. Rompieron con el determinismo de sus familias. Sembraron en un erial. Construyeron para nosotros la normalidad, y eso los volvió excepcionales. Sólo nos separan veinte, treinta años. ¿Tan sólo? Mis padres le dieron un empujón al tiempo. Eso sí que es un superpoder.


*Torrenueva, Ciudad Real, queda a trece kilómetros de Valdepeñas, que está justo a 200 de la capital. O sea, que mi mamá salió de su pueblo allá por 1870.

5 comentarios:

  1. Y ahora vas y me imprimes y entregas este post a tus padres. Y me copias cien veces: "nunca volveré a renegar" jejeje.

    Cierto, son héroes. Tus padres y muchos de los padres de la gente de nuestra quinta. Habrá de todo "como en botica" pero desde luego la generación de nuestros padres se lo curró mucho.

    Campeona tu madre. Por cierto.

    Y campeona tú, por este post tan bonito.

    ¡¡Salud y orujo compañera!!

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    1. Por cierto, no sé si somos de la misma quinta pero me parece que no estamos lejos. Si eso.

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    2. ¡Me vas a obligar a copiarte ese brindis!
      Mi madre mola mil, y no puedo más que agradecerle su heroicidad nivel Absurda de la Vida: qué ocurrencia, tenerme a los veinte.

      (A mí todavía me quedan cinco para Crisis. Me doy permiso todavía para mirarla como si fuera cosa exótica)

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  2. Pensadora, muchas gracias bonita.

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  3. Anónimo entre comillas03 octubre, 2014 23:35

    Es una suerte tener padres-héroes y darse cuenta.
    Como el paso dado por cada generación ha sido como el de un gigante, la heroicidad de los padres de la mía (de la mayoría de ellos) consistió en sobrevivir, nada menos.

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