domingo, 12 de octubre de 2014

Mi mantra (marca registrada)

 
A lo mejor tienes un cajón lleno de herramientas mentales, consejos que has ido recogiendo aquí y allá, en revistas y en libros, de boca de amigos o en blogs bienintencionados. No sueles hacer mucho uso de ellos, pero tampoco terminas de desecharlos. Total, no te piden de comer ni ocupan mucho espacio. Si un día te levantaras con furia limpiadora, si decidieras expurgar lo superfluo en tu vida, empezarías por otros sitios. Por el cajón de los chismes culinarios, o por el del maquillaje. Por la carpeta donde conservas unas cuantas fotos de tu amor fallido. ¿Cuántas veces te has dicho: para qué quiero yo realmente tantas boquillas de manga pastelera, tantas sombras de ojos, estas escenas de felicidad burlesca que no puedo mirar sin que se me revuelva la tripa? Si la repostería no es tu fuerte; si nunca te maquillas porque el espejo te devuelve la cara de una muñeca de cómic; si muy en el fondo deseas que esa persona a la que te abrazabas sea todo lo desgraciada como se pueda ser en la Tierra. Pero nunca haces limpieza, por si acaso algo de eso te hiciera falta un día cualquiera.

Luego la ocasión nunca llega. Con la inspiración y los buenos consejos que recoges pasa más o menos lo mismo. Yo nunca he podido usar una frase motivadora sin que a los dos minutos se desactive. Haz lo que amas. Escribe a diario. Sal de tu zona de confort. Conócete a ti mismo. Di siempre que sí. Atiende más todavía. Lo que he leído no ha logrado hacer de mí una persona más sólida o más libre. Mi caja de herramientas mentales nunca me ha llevado realmente a ningún sitio: no era el GPS más preciso, ni mucho menos el combustible, sino ese tipo de explicación sobre cómo encontrar una calle que olvidas en cuanto emprendes el camino. Tengo tratados sobre cómo vivir la vida la mar de decorativos. Como la sombra de ojos dorada que conservo por si me invitan a una fiesta, o el cacharro de sellar empanadillas. Todas y cada una de las veces en que me he sentido confusa he olvidado repasar lo que aprendí sobre psicología.

Y, sin embargo, puedo decir que he encontrado una frase fetiche. Mi herramienta definitiva. La llevo colgada del cuello, la manoseo si me hace falta, y nunca pierde su brillo. Me ha salido de lo profundo de las entrañas, y cada una de sus palabras entiende de electricidad y de bilis. Es una cosa muy tonta y no demasiado bonita, pero que funciona siempre que la uso. Y vaya si la estoy usando. Es algo tan simple como esto:
                                           
                                                            ESO AHORA NO TOCA.


¿Verdad que suena un poco idiota? Eso ahora no toca. ¿Hacía falta un post en torno a tal idea de bombero? Eso ahora no toca. ¿Lo ves? No me canso de repetirla. Me agarro a ella como a un chupete, como un yonqui a su jeringuilla. Es terriblemente adictiva, porque es terriblemente efectiva. Puedes usarla cuando te convenga, en cualquier situación que te encharque los sesos, ante cualquier problema. Si estás dando vueltas en la cama y no puedes dormirte, porque esta mañana alguien dijo esto y tú no supiste responder aquello: eso ahora no toca. Si durante el domingo te ves sobrepasado por la agenda de la semana que empieza: eso ahora no toca. Si te inquietan los resultados del análisis de sangre que ayer te hiciste: eso ahora no toca. Si te preocupa que tu avión se estrelle antes de comprar el billete: eso ahora no toca. Si te aflige la intuición de que los episodios más excitantes de tu vida puedan ser cosa del pasado: eso ahora no toca. Si nunca serás el crack que soñabas: (lo vas pillando) eso ahora no toca Si nunca estás muy seguro de si tomaste las decisiones correctas: (todos conmigo) ¡eso ahora no toca!

Úsala cada vez que la inquietud te agarre, cuando las ondas sísmicas te recorran de arriba abajo. El ahora puede ser todo lo ancho o estrecho que quieras: un ahora de un minuto, o hasta que el despertador te taladre; un ahora que dure lo que la vida. Lo que no puedas decir a los ausentes. Lo que no tengas al alcance de los pies o las manos. Lo que no puedas resolver en el instante, con una sola acción directa y diáfana. Lo que no sea respirar, responder cortésmente a quien te pregunta o ser buena persona, sinceramente, no toca.

10 comentarios:

  1. Te la copio. Intentaré ponerla en práctica.

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  2. Como os plazca, queridas mías, pero recordad esto: os tiene que salir de las sentrañas. Si no, terminas con un millón de papelitos garrapateados que nunca encuentras cuando te hacen falta.

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  3. ¡Buenísimo! Cienes de llaves que abren la puerta que nos lleva... al presente. Al ahora. Como bien dices, hay que creérselas a tope. Hay que integrarlas, más bien.
    Besazos

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    1. Datis, datis de cuestion. Que, después de haberlo escuchado o leído un puñao veces, te aparezca en la mente con un ¡eureka!, como si recién lo hubieras inventado.

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  4. Me lo imagino como un sopapo mental, me gusta :D

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    1. Fue así como surgió: dando vueltas en la cama, el día antes de preparar el equipaje y cerrar tres mil cosas antes de salir de viaje. De repente escuché la frase, e imaginé que me cogía a mí misma de la oreja y me llevaba de vuelta a la cama. ¿Sopapo? Un sinónimo ideal.

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  5. Pues está bien, no? A ver si consigo recordarla entre tanto mantra :)

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  6. Manda narices que sea precisamente en el ahora donde más nos cueste vivir. Fíjate que hasta tenemos que auto-convencernos.

    Yo soy más sencilla, con un "te estás matando la olla" me hago callar ràpidamente para volver a la realidad.

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