miércoles, 4 de junio de 2014

Sobre abdicar

 
Una moto me adelanta lo bastante cerca y en un ángulo lo bastante agudo como para saber al instante que su conductora daría mucho juego en Hermano Mayor. Es flaca, pero a través de las mallas se le notan esos hoyitos que recuerdan a los bigotes negros de los violines. Tiene en la nuca un tatuaje: una corona muy, muy borbónica, y una leyenda perfectamente legible. Mi Vida/Mis Reglas. Olé tu chocho, me dan ganas de bajar la ventanilla y gritarle, mientras esperamos a que el semáforo se ponga en verde para las dos. Al menos esa regla ajena sí la respeta. Quién sabe, a lo mejor para alguien ejerce de verdadera Hermana Mayor.

Y, claro,viendo su tatuaje, quién no se acuerda de la palabra que le da título a este post, por mucho que a estas alturas resulte ya estomagante. Yo no pienso hablar del Hecho Histórico En Cuestión. Por alguna causa que se me escapa, mi entendimiento no logra traducir la actualidad a frases y párrafos que considere dignos de ser escritos, primero, y luego de ser publicados. No es que no me interese, es que raramente soy capaz de convertirla en tema literario. Tal vez lo explique el hecho de que generalizar me provoca urticaria.

Así que me abstendré de declarar públicamente que la monarquía es una aberración. Que, si no fuera porque tampoco consigo comprenderme como parte de una generalidad, mi inteligencia se sentiría insultada por los que dicen que los españoles necesitamos la figura de un rey-padrecito para mantener la cohesión. Vamos, si la mujer que escucha la tele tras la pared que roza mi almohada lleva sin salir a la calle como dos meses porque está enferma y yo, ni con rey ni sin él, tengo idea de lo que le pasa. Que se me escapa el pipí cuando escucho que el inmediato F-VI está muy preparado, e inmediatamente echo un cálculo de lo que Ryanair podría haber cobrado en concepto de peso académico extra a todas las criaturitas que han tenido que marcharse de este país medio huérfano para buscarse un trabajo.

No pienso manifestarme al respecto, no. Mi cerebro se blinda a la hora de encontrar la fórmula para expresar mi opinión. Por eso voy a hacer lo que suelo: llevar el tema a mi parcelita de subjetividad. Abdicar...¿a mí que me dice? Pues que para hacerlo hay que tener un buen par. Se precisa coraje para desembarazarte del personaje que llevas siendo toda una vida. Desengancharte de reglas que casi se han convertido en una abstracción a fuerza de seguirlas. Explicar a los demás y a ti mismo que, aunque hayas mudado de piel, seguirás respondiendo si alguien pronuncia tu nombre. Comprenderte como algo más que el maniquí al que hace tiempo le colocaste la peluca y los adornos de una identidad.

Yo estoy esperando la primera señal de decrepitud para dar ese paso. Tarde o temprano, sé que tendré que abdicar de este blog. Es una corona que a veces me pesa, y que acarrea un conjunto de reglas de las que me cuesta sentirme completamente responsable. Es otra de las ciencias que me traje del viaje: cuando no estoy pendiente de que alguien me lea es cuando logro recuperar mi soberanía. Al escribir pinceladas inconexas en cuadernos de escritura bruta. Al desapegarme de mi personaje de escritor en busca de súbditos. Al ser lo bastante transparente como para reflejar la realidad sin necesidad de volcarla en palabras bonitas.

Tarde o temprano, buscaré nuevas reglas y me las tatuaré en la nuca.

Pero todavía no.

8 comentarios:

  1. Anónimo entre comillas04 junio, 2014 23:21

    Coño, ¡qué susto me has dado...!
    A mí también me parece una aberración que no voy a comentar públicamente eso de la necesidad de un rey y del superpreparado futuro rey y de esa niña que ya -lo quiera o no- empieza su carrera en la que recibirá la misma excelente preparación, (incluso militar, ¡bien!).
    En lo que respecta a tu "corona", imagino que debe tener un peso enorme, pero para los que no vivimos suficientemente cerca de ti, sería imposible conocer cómo reflejas la realidad, si no la volcaras en estas líneas que nos regalas...

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    1. Cómor. Se me ponen cejas de Zapatero. Pues claro que vives cerca de mí, y que conoces cómo reflejo. Pienso yo de que.

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  2. Jups, pues espero que tu reinado dure mucho tiempo, tita S.

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    1. Ay, hija, voy a tener que celebrar referendum. A ver si me imitan.

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  3. Respuestas
    1. Ole tu chocho!!
      Sí, ya séeee. Pero a que es una frase que mola mil?

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  4. Bien por Bubo.

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