En el fondo el único cortafuegos válido
ante la duda es un sí. Es algo que sabes íntimamente antes de que
la indecisión se presente, un conocimiento que llevas de serie y
que, sin embargo, sólo se actualiza con la experiencia de titubear.
Así que tienes que pasar por ello: tienes que gastar toneladas de
energía mental y tranquilidad sopesando, haciendo cábalas y
cálculos, imaginando, repasando pros y contras, dando barrigazos en
la cama, lloriqueando, hartando a los que te escuchan, recelando,
posponiendo, parándote y avanzando, volviéndote a estancar.
Todo hasta llegar a esa premisa de
partida que no dejaba de zumbar en tu oído a lo largo del proceso:
siempre que dudes, terminarás eligiendo la opción afirmativa,
aunque sea de modo precipitado y tajante. Aunque vacilar durante días
sin cuento o permitir que tu cabeza hueca improvise termine teniendo
el mismo desenlace atolondrado. Dirás que sí sin remedio, porque
siempre preferirás una equivocación a la parálisis. Siempre
confiarás en la puerta que se abre tras lo que aceptas. Quizás no
puedas evitar la suspicacia de si esa puerta conduce a algún sitio,
o se trata sólo de una salida de emergencia. Pero es que el no te
mete de lleno en un callejón ciego. El no poda sin clemencia el
árbol de la evolución.
Al final las razones a favor o en contra
de lo que decidas dejarán de tener importancia. Da igual que las hayas
pesado mil veces, y que en cada una de ellas la costumbre inclinara
más la balanza que el cambio. Da igual la precisión con que
intentabas cuadrar los balances. El sí es la fuerza de gravedad de
tu cosmos mental. Y por eso, todas las listas repletas de motivos,
todos tus discursos de persuasión, se amontonarán en el cajón
adonde va a parar lo teórico. Dirás que sí, y en el camino de la
experiencia, descubrirás tu verdadera intención.
Eso voy a hacer yo. Dentro de diez días
me iré a Formentera. Sólo esperando a que zarpen los barcos,
echando de menos, pedaleando, o poniendo los pies en remojo turquesa,
corroboraré por fin que el sí siempre merece la pena.
¡Pues buena suerte! Ya nos contaras.
ResponderEliminar(A mi las islas me gustan para un ratito, más de un mes... cansan.)
¡Más de un mes, loco?! Si sólo me voy para una semana. Ya sé que he dramatizado un poco con la duda, pero alguna razón sí que tenía. Quizás lo cuente también.
EliminarEse "sí" me parece una estupenda elección, como la isla y la compañía.
ResponderEliminarBubo, el tuyo reciente ¿no?
Qué enigmas se traen entre manos estos dos.
EliminarSip.
EliminarComparto la sensación de que para muchas cosas sabes que es un SI desde el minuto uno, pero es necesario que macere, por lo que sea.
ResponderEliminarInsisto también en que uno va p´allá y a ver qué pasa.
Yupi!!!!, anyway!
Lo sabía desde el minuto cero, pero tengo una gran imaginación para las excusas.
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