Voy sola por la calle chillona de flores
y gente endomingada. Bajo este calor perfecto que alarga su golpe de
estado y resuena en mis células como un organillo, poniéndolas a
bailar un chotis todas juntas. Estoy a la vez muy cerca y muy lejos de tanto
desconocido.
Miro su ropa primaveral bien planchada,
todavía tímida y como fuera de lugar tras haber
pasado el invierno en el armario o bajo la cama, oliendo ligeramente
a naftalina. Estudio el trabajo de las manos: las que se agarran unas
a otras, las que empujan un carro de niño o de desahuciado; las que
sujetan la tarrina de helado como si ahí dentro llevaran la
caja de Pandora del buen tiempo; las que acompañan como gaviotas el
movimiento del cuerpo. Manos que no estrecharé y con las que no
jugaré a saltar de nudillo en nudillo, como de piedra en piedra al
cruzar un río. O a lo mejor sí, nunca se sabe. Mientras tanto, cojo
a un desconocido, lo aprieto con la mirada como si fuera una uva
caliente, y luego lo suelto. Las antenas de los sentidos en sintonía
con el mundo, la piel sumisa ante el aire. En lo físico, estoy
muy cerca de todos ellos.
Pero al tiempo voy pensando en lo mío, y
eso me aleja. Un número muy grande y muy redondo se recorta en el
primer plano de mi mente, y da vueltas y vueltas por ella. 500. ¡500!
Quién iba a decirlo. Cargo con mi cifra por la calle llena de
paseantes, como si fuera mi pequeño secreto. Como cuando vuelves de
casa de alguien con las mejillas y el cuello encendidos y los labios
tumefactos, y ninguna de las personas con las que te cruzas tiene ni
idea de lo que ha estado haciendo tu cuerpo. 500 es el número que
lleva colgado a la espalda este post, y si lo piensas bien, es un
disparate de sentimiento y de tiempo, y si lo piensas un poco mejor,
tampoco significa tanto. A veces pasa lo mismo cuando uno considera su edad.
10, 35, 53, 74...Cuánta vida resumida en un par de cifras, y qué
poca información memorable.
¿Qué quiere decir entonces haber escrito tanto?
¿He llegado a algún sitio? ¿Ha cambiado de algún modo mi
sustancia? Puede que sí. Tal vez esta cabezonería de cazar al vuelo
la realidad mediante palabras me haya hecho más sólida. Me ha
podido vacunar relativamente contra las maquinaciones del ego y la
expectativa. Me ha hecho un poco de callo en ese lugar del cerebro
donde uno espera que cada una de sus monerías sea atendida y
aplaudida. Me ha obligado a amueblar un espacio en el que estar a
gusto a solas. Vale que a lo mejor no he tenido una respuesta vistosa. No he
hecho tantas migas ni creado tantos lazos como yo hubiera querido.
Pero al menos he lanzado mis preguntas en un tono de voz más honesto
y seguro del que al empezar me reconocía. Y ante todo, ha logrado que
establezca un vínculo sutil con estos desconocidos que
pasean junto a mí y sin mezclarse conmigo: estamos todos vivos de un
modo a la vez único y semejante. Estaremos todos muertos en menos
tiempo del necesario para que estas aceras sean recolonizadas por
la hierba. Y eso, signifique lo que signifique, merece ser rescatado.
Podría enumerar todo esto, y seguir y
seguir sumando los intereses de mi inversión. Pero podría reconocer
también que después de todo lo escrito, me sigo enfrentando a una
primera frase con el mismo ánimo trémulo y el mismo espíritu de
tanteo que cuando empecé mi primer post. La persona que escribe ha
tenido que ser quinientas veces parida, y quinientas veces ha tenido
que empezar desde cero. Quinientos post, como los veinte años del
tango, no son nada. Pero yo espero seguir temblando y tanteando con
ello.
Quinientas veces te he leído.
ResponderEliminarCon las mismas ganas que seguiré haciendolo.
Besos.
Enhorabuena!!!.
ResponderEliminarMis ojitos estarán dispuestos para las siguientes quinientas.
Un abrazo!
¡¡¡¡500.000 mil besos!!!
ResponderEliminarTe leemos más de los que tú crees. A mí siempre me deslumbras y me desarmas. Tanto, que casi nunca soy capaz de comentar, como si me quedara resacoso cuando acabo de leerte. ¡Con lo que cuesta escribir, aunque sea mal! Felicidades, y sigue sacando oro de todos sitios, como hasta ahora. (Manolo en ordenador prestado.)
ResponderEliminarMas matao, Manué.
EliminarY menos mal que acabo de programar el post para mañana (502!), porque después de esto ya no puedo decir más.
¿Escribir mal? ¿Por el que firma lo dices? Jua jua jua.
Por razones que ignoro, a mi mente le cuesta pensar en números, entenderse con las cifras, pero eso no impide que te felicite por haber llegado hasta aquí, y por el post anterior y por el siguiente, porque como dicen por aquí arriba: "¡Con lo que cuesta escribir...!"
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