jueves, 6 de marzo de 2014

Fantasía a plazo variable

Me miras sin saber del todo si soy muy idiota o una fantasma. Pones esa cara. Sabes cuál es: esa cara. Como si te hubiera dejado colgado el equipo de traducción simultánea. Como si vivieras con una norcoreana. Encoges un hombro; con las manos en alto te rindes. No eres el bandido atrapado, no: eres la exasperación en forma de cura. Espero que me absuelvas, entonces. Que te decidas por mi idiotez. Porque te aseguro que ser un cero a la izquierda a la hora de pensar en dineros no es una forma de petulancia. No me vanaglorio secretamente de ello. No creo haberle hecho nunca la menor concesión al dandismo.

Esta vez aplazo tus buenos consejos no porque no te entienda, o porque todo lo que no vea en mi monedero me parezca tan inasible y abstracto como la idea de Dios. Estamos de acuerdo en que dejar languidecer el dinero en una cuenta corriente es cosa de tontos. Pero en mi cerebro tengo enterrada la semilla de un plan. Quiero decir: un Plan. Y no me atrevo a escayolar mis ahorros en un depósito, por si mi Plan necesitara ese abono para arraigar. Me quedo callada. Te quedas callado. Nos miramos como el gato de casa al advenedizo que ronda el comedero del pienso. Me lo pienso mañana, termino zanjando. Creo. O sea, que nunca vas a hacer nada al respecto. Tú siempre quieres tener la última palabra. Eso, o que ya te funciona la traducción simultánea.

¿Y sabes por qué no he dicho nada? Porque sabía que el Plan te iba a parecer una chorrada. A mí me parece una chorrada. Mi semilla es minúscula, enjuta, acartonada como la monomanía. Aún tiene que encontrar un buen suelo, tiene que llover mucho, y tienen que llegar días de sol blando para que al final y con suerte germine. Suelo, en el símil, significa próposito y confianza. La lluvia es imaginación. Y el buen tiempo supongo que no es más que la alegría de liarse la manta a la cabeza sin cavilar demasiado.

La cuestión es que me gustaría escribir una novela. Llámalo fetichismo si quieres. ¿Una novela? Una novela. O algo que gravite alrededor de un tema concreto a lo largo de al menos un par de cientos de páginas. Algo que no tenga que ver diáfana y necesariamente con mi biografía. Que me permita involucrarme de manera un tanto exaltada. Que no me dé pie a escribir un punto final justo a la hora de la cena e inmediatamente olvidar. Y quiero escribir eso lo bastante lejos de mí misma. De mi hábitat mullido y de mis amables rutinas. Conozco la afición de mi mente al vagabundeo. Me precio de saber distraerme con gracia. Y soy perita en excusas. Por eso sé que mi Plan no tendrá éxito si me limito a buscarle huequecitos en mi tiempo. Esta no es una semilla apta para agarrar en macetas.

He pensado en Lisboa. El punto de cruce entre lejos y cerca, entre lo distinto y lo conocido. Entre la amabilidad y el desarraigo. Llámame obsesa. Podría haber pensado en cualquier lugar apartado, en una casa rural entre encinas. Pero sabes que a mí los árboles me arrullan y me hipnotizan. Me despojan de la vanidad de expresar. Una ciudad, en cambio, ruidosa, repleta, confusa, siempre te pone en bandeja la opción de querer refugiarte. Y una ciudad que habla otro idioma te acerca más todavía al tuyo propio. Te convierte en un niño que está aprendiendo a hablar. Y creo que ese es el talante adecuado para empezar a escribir algo un poco grande. En realidad, todo esto es poco más que retórica: me valen tanto Cabo Verde o Noruega como Zamora.

He pensado en un mes. Un mes tan sólo para apuntalar: escribir un borrador asqueroso en un paisaje de cuarentena y volver luego aquí a continuar el trabajo. Octubre, noviembre tal vez. Extirpar así de raíz la tentación de las playas doradas y la primavera. Y sabes qué significa eso: renunciar a una o dos nóminas. Pagar la parte de alquiler que me corresponde. Pagar el alojamiento temporal. Pagar un bono de internet. Pagar kilos de bacalao y broa de milho. Dinerito contante y sonante. Euros sin la trampa y el corsé de un depósito. Cash.

¿Pero sabes la razón principal por la que mi Plan es una chorrada, aparte de por su romanticismo burdo y su falta de necesidad? Resulta que no se me ocurre nada que se pueda convertir en novela. Ni siquiera en una croniquita. Así que no temas. La pasta está custodiada por el bajo interés de mi fantasía.

14 comentarios:

  1. Esto que has escrito me ha conmovido. Está lleno de significado, de bagaje, de esperanza, de proyección, de valentía, de pura vida. Esta ventana sigue dándome paisajes tan obstinados como cambiantes, lo mismito que la ventanilla de un tren. Así es nuestro día a día, igual pero distinto. Eres adorablemente humana y por eso nos reconocemos en ti y te queremos tanto.

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    1. Te digo en callaíto que he pensado copiar esto que me dices en una tarjetita para llevarlo siempre en el bolsillo de la camisa, bien cerca del corazón. pero me contengo, porque también vivo en pugna continua con mi adorable ego.

      Te queremos tanto!

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  2. Dice un amigo que escribir un libro es fácil: sólo tienes que empezar a escribir y cuando llegues a la página 500, paras.
    Salvando la chorrada, en ese mes que inviertas en tí, empieza a escribir lo primero que pase por tu mente, no hará falta que tengas un plan previo y poquito a poco, si es verdad que es tu momento, la novela irá saliendo solita... Y yo me la voy a comprar e iré a la feria del libro a que me la firmes, insisto.

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    1. Yo creo que sí que estaría bien llevar al menos el esqueleto de una idea más o menos concreta, para no estar tan perdida ni tener la sensación de que el tiempo y la propia presión apremia.
      Pero tampoco hay que ponerse hiperproductiva o estupenda: si no saliese nada más que basura, tampoco importaría mucho, porque la experiencia de emplear un solo mes de tu vida poniéndola patas arriba seguro que merecería la pena.

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  3. Anónimo entre comillas07 marzo, 2014 14:00

    Sabes cuál será mi comentario (consejo): hazlo, no perderás nada valioso y seguro que Laura tiene razón en cuanto a tu problema último.

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  4. ¿Crees que si no lo haces en nombre de tu sentido común ahorrativo y tu falta de ideas claras serás capaz de obviar esa necesidad o sueño por mucho tiempo? Quizás no sea el momento, tampoco sé si existe esa cosa llamada "momento", pero parece que escribir es algo muy tuyo (y que haces genial), y me imagino que reclamará espacio en tu vida de una forma u otra a lo largo de la misma. No sé si lo que digo tiene mucho sentido.

    Yo soy ahorradora compulsiva y temo el día en que me arrepienta del montón de papeles que he acumulado a costa de pretender controlar un futuro incontrolable (y lo peor es que ni ahorrando salgo de pobre :D).

    Y seguro que saldría algo bonito. Es que escribes muy bonito.

    ¡Saludos!

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    1. Claro que tiene sentido lo que dices, Cristina. Yo no creo en el Momento, creo en el trabajo y en las buenas ideas. ¿Te imaginas que te pases la vida esperando para que luego el Momento dichoso no se presente? El Plan es ese, pero entre medias debe de haber cientos, miles de planes que, sumados, pueden dar forma a la necesidad de contar.

      Y mil gracias por el piropo! Un abrazo.



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    2. Ah, se me olvidaba! Mi capacidad para ahorrar es un ente pasivo que no depende ni de mi talentos ni de mi empeño. Sólo que...no se me ocurre en qué gastar lo poquito que sobra.

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  5. Me disculpa si te digo que no me gusta el último párrafo.Que no encuentres fuente de inspiración para tu Plan, no lo convierte en chorrada o innecesario.Si lo ves así, por qué te planteas siquiera el proyecto.
    Si fuera por falta de ideas, te recomiendo que vieras Mujercítas y apuntes el consejo que le da a Jo su profesor.

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    1. Lo de innecesario se refería a que tampoco es esencial dejar de trabajar y mudarse a una ciudad hermosa para escribir lo que sea. Me gustaría que fuera así, pero yo misma me doy cuenta de que el Plan quizás tenga más de enredo aventurero que de otra cosa. Lo cual no le quita ni gota de mérito.
      Y lo de la chorrada...Bueno, mujer, estarás conmigo en que si tu Amigo Especial te aconseja encarecidamente abrir un depósito con tus ahorros y tú reculas porque quieres irte un mes a Lisboa a escribir una novela de la que todavía no sabes una eme...Suena un poco alejado del humano sentido común.

      ¿Y no me puedes decir tú el consejo para no tener que tragarme Mujercitas?

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  7. Alquilate un apartamento en Alfama, octubre seguro que es un buen mes, mayo supongo que también, pero a mi me gusta más el otoño. Cuando estés allí ubicada tomate una Superbook (la única cerveza con chorrocientas medallas de "ouro" consecutivas, supongo que es la propia marca la que organza los certámenes cerveceros y siempre se premia así misma, el caso es que está muy buena). Si no eres cervecera bebete un vinho verde o un oporto o lo que más te guste y brinda a la salud de tus lectores, unos anónimos, otros más cercanos pero todos cautivados por tu forma de ver el mundo y sus gentes y por tu manera dejarnos entrar a echar un vistazo. Seguro que se te ocurrirá algo y si un mes te parece poco soy capaz de iniciar una colecta popular.

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    1. Fíjate que en el concurso yo casi me decantaría por la Sagres. Mitomanía personal. Una parte de cada uno de los pasteis que devore la dedicaré a todo el que tuvo a bien dedicarme palabras tan encantadoras como estas en sus comentarios. O a los que, sin comentar, emplearon algo de su tiempo en acompañarme.

      ¿Colecta? Me parto. Mi primer embrión de crowdfunding, chispas.

      Un abrazo!!

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