viernes, 24 de enero de 2014

Supuesto práctico de etología emocional

 
Al individuo A le gusta el individuo B. Realmente no es un acontecimiento digno de estudio, porque el individuo A tiene una capacidad desconcertante para prendarse de todo tipo de ser animado o inanimado. Pero es que el individuo B tiene una sonrisa de alto voltaje; una de esas sonrisas que te hacen sentir como si fueras la persona que justo se estaba esperando. A procura no usar la palabra “adorable” para pensar en B, porque considera que no tiene edad ya para hablar como un personaje de Mujercitas. Prefiere considerar que B es de una simpatía que casi raya el nivel de amenaza. Debería ser vigilado por el CNI, el FBI y la CIA. Y además resulta que B está bueno. O buena. Este es un caso hipotético. Cada uno que le asigne a tal o cual individuo el sexo, la edad y la profesión que prefiera.

B tiene una pasión completamente ajena al ámbito en el que nuestros dos individuos coinciden en tiempo y espacio. Pongamos que es un loco del aeromodelismo, del descenso de cañones o de la viola de gamba, camuflado detrás de un quiosco de prensa, de un puesto de administrativo en la oficina del Inem, o de una bata de farmacéutico/a. La gente tiene esa irritante manía de ocultar vocaciones intensas bajo una máscara de neutralidad. Pero resulta que A conoce la afición sigilosa de B. Y a A le seduce especialmente el hecho de que allí donde se encuentran, sólo con él/ella pueda charlar B un ratito sobre el asunto, logrando así que unos pocos minutos de martes plomizo se transformen en toda una luminosa mañana de sábado. A se asoma con vehemencia a esa ventanita de intimidad. En el tiempo que duran cinco o seis frases, nuestros dos individuos forman una cofradía a la que nadie más tiene acceso.

Se da la circunstancia además de que A tiene cierta capacidad facilitadora con respecto a lo que a B le apasiona. Contactos, conocimientos, influencia. Puede que a B le chifle correr y que A sea fisioterapeuta; que escriba poemas desde los ocho años y que el cuñado de A trabaje en una editorial; que la pesca submarina le quite el sentido y A tenga un barco. A se recrea en ese pequeño poder que, al mismo tiempo, pone en entredicho su ego. Porque ¿y si resulta que el encanto de B responde nada más que al interés? ¿Y si su sonrisa hipercalórica es como un faro que ilumina sólo el perfil de aquella dichosa afición? ¿Y si hay unas manecitas ocultas que se retuercen bajo la alegría que le produce ver a A llegar a comprarle el periódico, sellar el paro, o llevarse lo que su tratamiento para la alergia requiere?

Visto este caso hipotético, ¿qué podemos pronosticar sobre la naturaleza de la relación y el comportamiento de nuestros dos individuos? Elija la respuesta que considere correcta:

a) La cuestión se reduce a que el individuo B es patológicamente simpático/a, no sólo con A, sino con todo bicho viviente.

b) Al individuo A le va tanto el drama que se pondrá a sí mismo/a en la tesitura de elegir entre el orgullo o la atracción.

c) Al individuo B le mola A también, por lo que sea, pero, sobre todo, porque compartir con alguien aunque sea sólo un ratito de la propia pasión contagia a ese alguien del brillo que uno le otorga a lo que le apasiona. Parte de la química entre las personas puede achacarse a la monomanía individual.

d) El individuo A llega a comprender que todo intercambio humano pasa por el filtro del interés, y que él/ella no se está comportando precisamente como Vicente Ferrer/ La Madre Teresa. Se ha prendado de B porque le presta atención, porque es un/a yonqui de la gente simpática o porque, en una coyuntura un poco menos hipotética, no le importaría zumbárselo/a.

e) El individuo A decide adoptar la pasión de B y convertirse en su hada madrina, porque lo que haya detrás de una sonrisa perfecta no importa tanto como la propia sonrisa. Tal vez un día el karma le premie y alguien se encargue de allanar su pasión.

5 comentarios:

  1. Optaremos por e) que la bondad humana me seduce (y el karma es un factor a tener en cuenta).
    No importa el motivo si la relación es agradable y buena...

    Besos

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  2. Mis preferidas son sin duda alguna la C y la D. ¡Mola!

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  3. No puedo elegir una, creo que tanto en a A como a B pueden convivir todas esas razones.

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  4. Anónimo entre comillas25 enero, 2014 22:27

    Estaría entre la c y la e... (creo)

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  5. Seré tocapelotillas...: yo creo que A está acojonadill@ y si le gusta B, debería decírselo pronto, más que nada para que esa relación deje cuanto antes de convertirse en una especie de contrato de compraventa para, aunque sea compartiendo lo mismo que hasta ahora, esa relación sea más transparente y sana, sea cual sea la respuesta de A.
    (Yo no digo que sea fácil)

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