jueves, 2 de enero de 2014

Receta para el día a día


El mismo día de Año Nuevo me pareció que había que seguir peleando contra las frases de molde, por muy risueñas que estas resulten. ¿Feliz año? Bueno, seguiremos trabajando en ello y deseándolo a los demás. Pero ayer me limité a preparar mi receta para una felicidad transitoria. Una alegría en monodosis. Una manera cómoda de estar en el mundo que no tuviera que compendiar necesariamente lo que espero para el 2014.

Puse ingredientes y usé métodos de cocción que no sonarán nada exóticos a la gente que conoce de sobra el sabor de mis platos. Pero ahí va otra vez la receta. Yo no soy de las que se llevarán a la tumba el secreto de las cosas ricas.

1. Despierta sin drama y acata la ruptura involuntaria del sueño, aunque tus prejuicios sobre la vida sana te culpen de estar durmiendo un número rácano de horas.

2. Ensaya el entusiasmo al saludar a las criaturas que comparten tu techo. A tu padre, a tu novio, a la persona que te despierta todas las mañanas meando como una vaca, pero que todas las mañanas también se encarga de llenar y enroscar la cafetera, porque sabe que a ti eso te asquea. A tu gato, a tu perro, a tu canario, y por qué no, a la estampita de San Cristóbal, o a esa foto de cuando tenías veinte bárbaros años y estabas delgado.

3. Sigue preparando el desayuno sin meterle prisa a nadie. El cielo no crujirá si las tostadas esperan por una vez a que suba el café.

4. Mientras coméis todos juntos, haz que dure la resaca de risas de la noche anterior. Vanaglóriate de tu vocación por la chorrada hilarante. Si en la cocina estáis sólo tú y la nevera, mira por la ventana, o detente en los objetos que adornan tu casa. Creo que no tardarás en percibir que la vida es una cosa muy grande y muy rara.

5. Deja los platos sucios y las camas para dentro de un rato, y acude a la cita con el sol. Quítate antes ese disfraz de peluche desahuciado que es el pijama. Ponte guapa. Te parecerá que el sol es de esos donjuanes que flirtean con la camarera en cuanto tú vas un segundo al servicio, pero créeme, en cuanto salgas de casa, lo tendrás absolutamente postrado, todo a tu disposición.

6. Mientras te cambias de ropa, admira tus pies, tus rodillas, el andamiaje gracioso de tus caderas. Enamórate un poco más de esas piernas que expresan tu voluntad y te sostienen. Compone poemas a tu paciente y agradecida piel. Proponle matrimonio a tus manos, al encaje de bolillos de tendones y huesos, a la bendita capacidad de agarrar, romper, escribir, acariciar.

7. Empieza un libro el primer día del año, sin que te avergüence pensar que estás consultando un oráculo. Yo escogí La vida simple, de Sylvain Tesson, una historia sobre un retiro en Siberia. Este año pienso retirarme a mi propio verano interior. Viviré con poco y, cuando me dé la gana, cantaré a gritos y sin recato.

8. Acepta al gato cuando se te suba encima e interrumpa tu lectura, tu escritura, tu costura o tu simple galanteo con el sol. Acéptalo. Nunca se sabe cuándo querrás tú subirte al regazo de alguien.

9. Levanta la vista y deja que la alegría humedezca tus ojos. Es el primer día de enero. Las hojas tienen un filo cortante de brillo y el cielo es azul – cotillón.

10. A lo mejor se cumple la amenaza del viento o las nubes que oíste sin mucha atención mientras vestías tu mesa de Nochevieja. Toléralo. La mansedumbre perfecta caduca tarde o temprano. Apréndelo. Uno se vuelve grande aprendiendo a mudarse del paraíso. Celébralo. Vendrán días gruesos y días enclenques. Días grises y días siniestros. Guarda un fondo de contento para ellos.

3 comentarios:

  1. Me reitero en tu sabiduría, preciosa.

    ResponderEliminar
  2. Me lo apunto todo.
    Gracias. Besos.

    ResponderEliminar
  3. ¿Meada de vaca?, ¿peluche desahuciado?... ¡me parto!. Gracias por la receta. Besos.

    ResponderEliminar