sábado, 11 de enero de 2014

Pom pom pom

 
Mientras ensayo una imitación de Kandinsky en el dorso de mi mano, buscando un tono de pintalabios que me alegre el invierno.

Mientras me maravillo de que la combinación de tempestades menstruales, agujetas y un par de grados de fiebre no baste para tenerme postrada.

Mientras me aprieto las zonas acosadas por las agujetas, reconociéndolas como un recordatorio de amor; el moratón en el cuello tras una noche de canibalismo adolescente.

Mientras pego la nariz al cristal del balcón, azuzando sin palabras al cielo para que se decida a llover de una vez. Mientras vigilo con el rabillo del ojo que no me vea Jose. Mientras disfruto de ese tacto frío con un placer de furtivos.

Mientras interrumpo la limpieza del váter para chequear el avance de mi absurdo propósito de terminar el año encadenando al menos diez flexiones bien hechas. Mientras decido que cinco semiflexiones no son un balance muy malo. Mientras calculo cuántos fregonazos me costará eliminar las huellas de mis manos del demoníaco mármol.

Mientras acepto como un ejercicio espiritual el enésimo caritativo comentario sobre la comodidad de mi corte de pelo, por parte de la enésima peluquera de tinte alarmantemente descuidado.

Mientras pincho esta canción de Jarvis Cocker una y otra y otra y otra vez. Mientras me emociono una y otra y otra y otra vez. Mientras compongo un videoclip con las historias fallidas de mi vida.

 

Mientras echo de menos bailar con mi amigo. Mientras caigo en la cuenta de que a lo mejor nunca hemos bailado juntos los dos. Mientras intento decidir si duele más el deseo de que aquellos viejos instantes rutilantes sucedan de nuevo, o la nostalgia de un brillo que la realidad nunca pudo aplacar.

Mientras que no puedo dejar de subrayar párrafos radiantes de mi libro. Mientras me contagio de todo ese amor, y aprendo a mirar con amabilidad al tirador bizco de uno de los cajones de mi cocina; al único clavel que entre andrajos de tallos se ríe de la cuesta de enero; a las guayabas que mi padre regala porque en casa sólo me gustan a mí. A la dependienta del Corte Inglés a la que se le ha ido la mano con el colorete.

Mientras me miro la mano derecha y lo más descolocado que veo es un diminuto ojal en la laca rosa chicle del índice. Mientras que, ahora que parece que estas latitudes de piel se han curado, paro lo que esté haciendo y me fijo en la rareza y en la dulzura de llevar en el corazón el anillo de mi tía muerta.

Mientras me mosqueo por tonterías y me carcajeo por tonterías mayores aún. Mientras me enamoro tres veces al día y no me parece tal crimen. Mientras me acuso de no tener consistencia. Mientras cada instante al que atiendo me responde que no hay motivos para preocuparse.

Mientras voy dando esas puntadas que en definitiva componen mi vida, nunca me acuerdo de mi corazón. Que nunca se pide un día de asuntos propios y nunca se para. Que no se vanagloria de su constancia. Que no se queja ni hace aspavientos. Que siempre me acompaña en los momentos redondos y en los vulgares. Llevo en mí esa banda sonora que me demuestra, y apenas si soy consciente de ella.



8 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Hace un par de madrugadas se me ocurrió la absurdidad de grabar ese sonido en er movi un día de estos, a ver si así me concentro más en dormirme cuando me despierto sin venir a cuento.

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  2. Entretenidos en pequeñeces, no prestamos atención a lo importante. O lo hacemos tarde.

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    1. Para mí que lo importante son precisamente las pequeñeces.

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  3. La verdad es que no me canso de hartarme de los achaques de mi cuerpo, pero no preso la misma atención a todo lo que hace bien, que es así como milagroso. ¡Bonito post!

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    1. Gracias, Cristina. sobre todo por lo que has puesto hasta la coma. Me encanta lo de " no me canso de hartarme". Eso también es amor.

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  4. Anónimo entre comillas12 enero, 2014 22:36

    Mientras leo tu post, admiro y envidio la increible capacidad de tu mirada para ver lo visible y lo que está detrás y lo que está debajo y lo otro...

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    1. El comentario que siempre deseé en silencio.
      Pero no envidies lo que ya tienes.

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