lunes, 29 de julio de 2013

Track 2: A lo mejor, en cualquier otro tiempo y lugar.


 "Daniel", Devendra Banhart.


(Aaaah, Devendra, yo... Te secuestraba. Te ataba. Te hacía... Te preparaba pantagruélicos banquetes vegetarianos. Te obligaba a  escribir cinco canciones como esta al día. Te clonaba. Te vestía como el novio pequeñito de una tarta de boda. Te embalsamaba. .)


No tuviste que decidir entre buscar una peluquería de guardia o quedarte gentilmente como estabas, después de que el día en que se me ocurrió pelarte te dejara trasquilado.

No hiciste la gracia de irte a trabajar con una de mis bragas puestas.

No nos alzamos la voz nunca, ni me mandaste a la mierda, ni yo deseé nunca que te murieras de modo fulminante.

No me diste un beso de sana-sana-culo-de-rana en el corte que me hice en un dedo, al picar calabaza.

Nunca te eché para atrás aquel mechón díscolo ni te sujeté la frente mientras vomitabas.

No dijiste las de la derecha, sin mirar apenas, después de que yo te preguntara si preferías las sábanas moradas o las naranjas.

Nunca nos pusimos a estudiar sien contra sien, tan serios, el mapa de Costa Rica. No fuimos nunca a hacernos el pasaporte juntos.

No pude recorrerme todas las tiendas de la ciudad hasta encontrar el par de zapatillas que una vez te gustaron en no sé cuál escaparate .

No accedí a ir a la boda de algún primo tuyo a quien ni siquiera conocía.

No vimos ninguna película en pleno julio, repantigados en ropa interior, sudando y acurrucados.

No te enfurruñaste, una vez que saludé efusivamente a alguien con quien decías que cultuivaba una tensión sexual no resuelta.

No llegaste a abrazarme desesperado al entrar yo a casa, antes siquiera de que dejara el bolso en su sitio, porque se me había quedado el teléfono sin batería y llevabas como cinco horas sin poder hablar conmigo.

No me cogiste nunca una mano en la sala de espera de Urgencias.

No te sacudí la arena del pelo, después de habernos pasado la tarde entera en nuestra playa favorita. No me lamiste la cara interna del codo ni me llamaste por enésima vez chica salada.

No me puso de los nervios tu canturreo eterno. No me derretí cada vez que, amarrado a la guitarra como un náufrago, apuntabas notas en un cuaderno.

Nunca me recibiste con una estantería recién salida de tus manos flacas. Nunca te recibí con un tiramisú sorpresa.

No llegamos juntos al orgasmo.

No le tuve que mentir a tu madre cuando me preguntó si me gustaba su arroz con chorizo.

No hubo posibilidad de, charlando cada uno por su lado en una reunión de amigos, mirarte de reojo y llegar a pasmarme por la intimidad casi subversiva que habíamos conquistado.

No llegué a tener la necesidad mezquina de que, yendo por la calle, me soltaras de la mano.

No te enternecieron mis juguetes, ni mis libros de cuentos, ni los puzzles que armé de niña. No envidiaste a la gente que ya me conocía antes de que tú y yo nos encontráramos.

No tuve que pensar nunca si había hecho la elección correcta contigo.

Nuestra casa no llegó a construirse. No te presenté a mis amigos; no llegué a conocer a los tuyos. No tuvimos nunca una playa favorita. Ni siquiera fuimos juntos a ninguna. Tal vez no has vuelto a dejarte el pelo medio largo desde entonces. Tal vez hace años que mi número de teléfono no está en tu agenda. Nunca tuvimos una historia. Como mucho, un microrrelato con una sola frase y un The End inexorable. Nuestra intimidad subversiva jamás salió de los límites de mi cabeza.

Y, sin embargo, ni te imaginas lo difícil que resulta a veces distinguir lo imaginado de lo vivido.

2 comentarios:

  1. Estoy conociendo a Devendra (!!) por una amiga que no hace más que hablar de él. Lo denomina como su "gurú". Este miércoles toca en Madrid.
    Me ha encantado el post.
    Muas

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya, ya lo sé que actúa (DB actúa, no canta) en Madrid, y me cago mil veces en el centralismo. Es taan guapo y estrafalario, y tiene una voz taan dulce, y una nariz taan recta y bonita.

      Un beso, Laurisilva.

      Eliminar