miércoles, 5 de junio de 2013

Castillos de arena

 
Hacemos a veces cosas absurdas, las personas.

A veces, por ejemplo, desperdicias horas de sueño rastreando pisos en alquiler por internet, cuando lo cierto es que todavía no has firmado un pacto oficial de mudanza. La relación con el lugar en el que vives hace tiempo ya que empezó a mostrar síntomas de cansancio. Hay yacimientos arqueológicos de mugre en rincones tan inexplorados de tu casa que merecerían un número especial del National Geographic. Hay tedio en lo más hondo del armario. Hay un goteo de mezquinas imputaciones. Esta escasez de espacio me ahoga. Este colchón me quiebra. Estas paredes anoréxicas me obligan a tragarme la intimidad de mis vecinos. Pero la cosa no es tan grave como para quebrantar el contrato en vigor. Los días pasan sin drama. Los árboles se van pelando y vistiendo sucesivamente, y tú sigues ahí, no tanto aguantando como eludiendo los cambios. Amontonar años en una misma casa se parece bastante al matrimonio.

Y, sin embargo, fantaseas. Como si a la hija de la vecina, que hasta hace unas semanas andaba sobre zapatillas rosa chicle de Hello, Kittie, de pronto le hubieran salido sinuosos bultos por todas partes. Metes en la web de anuncios tus dos o tres o quince requisitos fundamentales. Que tenga mucha luz. Que no haya ominosas pantallas de cemento a cinco metros de tu nariz. Que al menos disponga de un armario per capita. Que se pueda ir andando a comprar huevos. Que el mobiliario no te dé ganas inmediatas de confesarte. Y la página alcahueta hace su trabajo. Ahí lo tienes: un catálogo de escenarios acicalado con tu propia publicidad engañosa. Salones en los que imaginas una lectura más concentrada, en ese sillón con brazos mimosos como los de un bombero, sin la cháchara de velatorio que escupe la tele de la vecina. Terrazas donde los jazmines nunca se te asfixiarán de telarañas, donde no te dará pereza plantar huertos verticales. Ventanas intolerantes con el ruido. Espacio para un par de bicicletas. Augurios de una vida vigorosa y ágil.

Y cuando ya estás borracho, miras la hora y te asalta un ramalazo de vergüenza. Qué manera idiota de perder el tiempo. Qué compulsión. Cómo has vuelto a caer en la trampa de la carencia. Apagas el ordenador y, mientras corres las cortinas, echas un último vistazo por el balcón a tu paisaje cotidiano. Un dolor como si estuvieras a punto de abandonar a tus hijos te oprime la garganta.

Los humanos hacemos cosas absurdas, a veces. También nos preocupamos por las consecuencias de sucesos que todavía no han ocurrido. Nos obsesionamos con síntomas de enfermedades falsas. Añoramos insanamente a gente y a edades que el tiempo apartó de nuestro lado. Echamos de menos lo que nunca tuvimos. Envidiamos las cuentas ajenas. Obviamos la solidez que nos rodea. Nos asustamos con nuestra propia muerte. Construimos en la nada.

9 comentarios:

  1. Y en medio de esas absurdidades suceden otras cosas, como que un sevillano que vive en la frontera con Canada, decida visitar a una antigua amiga y su marido (ja!) en Philadelphia y se pasen una parte de la tarde, hablando de los veranos en Estepona, y claro, no podía faltar, de su amiga común, la bloguera, y llegamos a la conclusión que nos debemos un día perfecto en Bolonia, con poniente suave, bocadillos, sombrilla, y conversación infinita... no será este año (prisioneros de las leyes de migración), pero es otras de esa añoranzas que siempren vuelven con el buen clima. Un beso, te extrañamos.

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    1. Comentario de Montoya, o como pasar en cinco segundos de la sorpresa aguda, al alborozo, a la pena, al desamparo, a la añoranza, al deseo de escribir un contrapost que rebata esa chorrada de que echar menos a la gente que no está al alcance de la mano es una absurdidad.

      Aunque vosotros estáis siempre aquí. Por más que se os olvide el funcionamiento de Esa Cosa LLamada Skype. No hay manera de pillaros, leche.

      Os quiero como al sol.

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  2. Eso no es perder el tiempo es una inversión.

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    1. Claro, Bubo, cuando tienes una firme intención de mudarte. No cuando es una posibilidad tan sólida como pasar agosto en algún lugar del Sahel.

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  3. ole mi prima!cuanto tiempo sin leerte.

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    1. Hoola, favorita!! Te admiro por ser capaz de encontrar un momento en tu tiempo de supermamá trabajadora para pasarte por aquí. Eres grande.

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  4. Seamos benevolentes con nosotros mísmos.No somos máquinas.
    Besazo.

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    1. Ni tampoco merluzos. No deberíamos picar tan fácilmente el anzuelo de lo abstacto.

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  5. Jo... De verdat... Eres una brillante escritora!! Disfruto muuuucho leyéndote!!

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