Así
que vamos a desayunar, queriditos y queriditas. La tarde está
plomiza en Granada, alto voltaje en el aire, pelusa botánica
flotando por todas partes. Un ambiente propicio para dejarse
arrastrar por ese tipo asesino de nostalgia por futuros que se
resisten a pasar por nuestra casa. Hoy, por ejemplo, se me ocurre que
la parcela de mundo que me ha sido subarrendada podría volverse un
poquito más fértil y grata con que sólo invitase a desayunar a
quien quisiera llamar a mi puerta. El cielo gris y el techo bajo de
este piso me obligan además a imaginar, más que una puerta, un
hueco abierto en el que ondee un cortinón, y una parra y una mesa
basta y el olor del mar cercano. Sin viento, porque este es mi sueño,
y así es como lo quiero.
Por un
instante vivo en el campo, y la gente a la que quiero se aprovecha. A
veces también paran por aquí algunos a los que hasta ayer no
conocía. Sueltan la mochila, se lavan las manos sucias del viaje, y
toman asiento. Miran en torno a sí, y se imaginan fácilmente
pasando aquí unos días, deteniendo el cuentakilómetros, leyendo
bajo los árboles. Si quieren naranjas para el zumo, yo voy al
huerto, y en apenas una hora la savia del árbol se ha convertido en
sangre humana. Me he levantado temprano, y he montado la mesa al aire
libre. Hay café para los lánguidos, manzanilla para los inquietos,
cola-cao para los estirados, zumo de mango para los que se aburren.
Ayer, antes de que la casa se llenase, intenté hornear el pan de
miga prieta y bronceada de Tarifa. Cada vez me sale mejor. Las sillas
se van ocupando. A lo mejor somos un grupo de siete que en poco
tiempo estará listo para patearse montes y playas. O quizás nada
más que alguien que da unos buenos días tímidos, se sienta a la
mesa, y poco a poco encuentra un hueco de comodidad para contarme su
periplo.
Entonces,
¿qué queréis meteros en el cuerpo esta mañana? Estas son algunas
de las cosas que puedo ofrecer:
1.
El eterno segundón:
Lo mío
con el pan es un asunto turbulento. Frenesí mañanero e indiferencia
paulatina, conforme pasa el día. Desde que hace cosa de un año me
volví demente experimentando con la dieta, por ver si la guerra con
mi piel se enfriaba, he ido adquiriendo una serie de prejuicios
arbitrarios contra los productos derivados de los trigales. Intenté
cortar con el pan y buscarme relaciones más mansas. Y así es como
empecé a alternar con la avena. Que ofrece todo lo que un estómago
ardoroso puede necesitar, pero que no. No. Demasiado amable. Sin el
gancho tóxico y el pasado de un buen mollete o de esa barra integral
sacada de un horno moruno y aromatizada con el aroma ahumado del
diablo. Vuelvo siempre a las redes del pan con aceite y miel; con
aceite y jamón; con requesón y membrillo; con queso y mermelada de
mango. Nos amamos de manera tribal y, cuando me puede el
remordimiento, lo abandono al menos por un día. Entonces acudo otra
vez a la avena mojigata. Para darle un poco de gracia, la noche
anterior la pongo en remojo. Con zumo de naranja o, con más suerte
todavía, con leche de coco y arroz. Al día siguiente trato de
alegrar su sosez con la lencería fina de las nueces. Con más coco
rallado. Con semillas de lino. Con canela molida. Y con fruta fresca.
Si tengo frutos rojos congelados, mi fogoso romance panario casi
parece cosa del pasado.
Güenizzzziiimo |
2.
El sueño americano:
Una
vez alguien me hizo macedonia y tortitas para desayunar. Y al día
siguiente, sin previo aviso, procedió a romperme el corazón. Desde
entonces, si quiero ver esos tapetes de abuela en mi plato tengo que
prepararlos yo. Certifico que el trabajo es un coñazo, máxime
cuando una se despierta con hambre de encofrador, y que el producto
se liquida en un par de tenedorazos. Pero a veces es bueno dejarse
arrastrar por los cantos de sirena del optimismo americano. Atención,
para una persona (soltero por vocación o abandonado): un huevo, un
par de cucharadas de la harina que más rabia dé (trigo cristiano o
sarraceno, arroz, cacao), algo así como otras dos cucharadas de la
leche que idem (animal o vegetal. Yo abogaré por el coco de aquí a
la eternidad), ralladura de lima, si uno es asín de chic, y a la
Bapicao. Para los enamorados, basta con doblar las cantidades,
o triplicar, en función de las expectativas gimnásticas de la
jornada. No las hago dulces, porque me gusta tomarlas con fresa y
plátano, o con ricotta y un chorrito de miel. Atención otra vez:
todo el mundo recomienda hacer la mezcla la noche anterior. Si
queréis saber las razones, preguntadle a papá internet.
3.
Para gente muy, muy fina:
Tuéstese
una gruesa rebanada de un pan vintage. Corte y disponga con arte
sobre la misma unas cuantas lonchas de aguacate madurado por buenos
días de sol malagueño. Si prefiere customizar el asunto, machaque
el fruto con unas gotas de limón, y sazone con pimienta y sal.
Róbele al vecino huevos recién puestos (de gallina). Haga usted lo
que prefiera con ellos: un sofisticado revuelto con salmón ahumado;
un escalfado prêt-à-porter; una
buena fritanga con volantes sureños; un minimalista tostado a la
plancha. Coloque el huevo sobre el aguacate, y trate de meterse todo
el conjunto en la boca sin aspavientos groseros.
Recetas para holgazanes |
4.
Para esos especímenes entre sibaritas y aguerridos:
Tenemos
un exceso de calabacines y puerros en el huerto. Volvemos a tener un
botín de huevos de yema casi naranja. Tenemos un montón de restos
de quesos comprados en nuestro reciente viaje transeuropeo, ricotta,
Parmesano, de cabra. Tenemos hierbas aromáticas cortadas con dedos
gentiles de las macetas de nuestro alféizar, albahaca, perejil,
cebollino. Tenemos fuentes de horno rústicas que valen un ojo de la
cara. Tenemos galletitas saladas para acompañar. Y tenemos esta receta para quedar como los reyes del mambo, mientras hablamos de
peregrinajes a la India y revistas autoeditadas.
7.
Por favor, sólo para valientes y mayores de 18 años:
Mi
madre es manchega. Y mi abuelo se comía a los niños crudos, gracias
a lo que a continuación procedo a explicar. En un recipiente hondo
se mezclan zumo de limón como para mil litros de mojito, un pellizco
de sal, pimentón, ¿ajo crudo, mamá, cebolletas?, y agua. Se mojan
sopones de pan en brebaje semejante, mientras se procura cerrar la
úlcera subsiguiente con lonchas de tocino. Se llama ensalada de
limón, y doy por sentado que me ha provocado serios daños en el
ADN.
6.
Para muertos de amor:
Si tú
me amasas pan, lo dejo todo. Si me pones por delante algo hecho con
tus manos. Si ese sabor me augura otras cosas que puedes hacer con
ellas. Si eres tan rotundo y atrevido como para presentarme un buen
jamón sobre rebanadas de pan de tomate seco y aceitunas negras. Si
tienes la mezcla justa de ternura y elegancia como para hornear un
pan de orejones y pistachos, y acompañarlo con queso de Burgos. Si
me imagino el tiempo que habrás empleado buscando la levadura
correcta, tiñéndote de harina, pellizcando la masa, esperando,
esperando, cotilleando ansioso por la ventanita del horno,
acicalándote mientras la casa se llena de olor a madre, entonces tú
y yo no salimos hoy de casa.
Si tú me amasas pan lo dejo todo. Jajajaja!
ResponderEliminarMe río como una verdadera loca. ¿Puedo robártela, por favor?
Me encanta este paseo por tus desayunos y, no, mejor no te cuento lo que desayuno yo que fijo que recibo.
Un beso grande grande.
Te regalo la frase, hermosa mía, con la condición de que hagas caso a la tita S. y comas como la OMS manda
EliminarUix... si la OMS tuviera un tribunal me habrían declarado enemiga pública hace años. Jajajaja.
EliminarUn besito tita S
¿Cebolleta en la "ensalá"-no ensalada- de limón?, jamás de los jamases.Se te olvidó el aceite.Y por favor, nada de tocino, jamón.
ResponderEliminarHombre, por dios, de todos es sabida la aversión manchega a los productos clorofilicos. Y ya sé que es ensalah, pero aquí se parla en cristiano. Y sí, se me olvidó el aceite. Y dije tocino porque "jamón" es palabra mayor. Jijijiji
EliminarPero chica ¿a qué hora desayunas tú?.
ResponderEliminarAlgo me dice que antes que tú, queridita. Pero es que yo no caigo fulminada en el sofá con la última cucharada de guyul de la cena.
EliminarA ver, a ver, que eso de andar robando sueños a la gente no está ni pizca de bonito. Ese segundo párrafo estaba en mi "nube". De hecho, lo consideré la cara "B" de mi otro sueño, algo más práctico; podría ser una casa para que viniera la familia. Hubo incluso quien se burló de la idea: "¿vas a montar una casa para familiares gorrones?"
ResponderEliminarMe he reído un montón, lógicamente, con el punto 5 (¿7?). Podías haber aprovechado, hablando de abuelo y limones, que ese mismo que quizás no se comía a los niños crudos, sí se burlaba de la inocencia de alguna nieta (que después terminó siendo escritora)dándole medio limón y la criaturica lo chupaba y claro, su carilla era pa mondarse.
La página que "mola un kilotón", bonica del tó, para ver las fotos, claro. Si aquí, dices, se parla en cristiano ¿que haces recomendando un blog de cocina ¡en inglés!
Eh, Eh, que aparte de la historia de los limones, de donde parece provenirme la acidez, me obligaba a peinarlo una y otra vez, una y otra vez. Un ogro, vamos (me encantaba encaramarme al respaldo del sofá y peinarle los pocos pelos como a un muñeco gigante).
EliminarY que quede en acta que aquí se parla en cristiano, pero se lee hasta en rumano. ¿ O me vas a decir que tú no sabes lo que es un zucchini?