Escucho
la palabra, y una capa, no lo bastante sepultada aún, de pensamiento
adolescente se revuelve como una almeja. ¿La edad adulta? Puaf.
Vómito en escopeta. Eso que a mí nunca me pasará. Esa medianía
del alma. Ese arrastrar de rutinas rancias y ojeras. Ese conformarse
con los sucedáneos de la pasión. No, no quiero eso en mi vida. Yo
voy a aferrarme a mi juventud en cada cumpleaños. Adultos lo seréis
vosotros.
Hasta
que llegan días, días corrientes que ni siquiera engrosarán la ya
abultada colección de despertares, en los que empiezas a
reconciliarte con todas las palabras que alguna vez denostaste.
Responsabilidad. Compromiso. Adulto. Te das cuenta de la cantidad de
polvo heredado, de los prejuicios de otros que has aceptado llevar
contigo, sin cuestionarlos, igual que llevas el pelo rizado de tu
padre o los dichos de tu abuela y de tu madre, que aunque no quieras,
a veces te salen de modo automático. Empiezas a amnistiar a las
palabras.
Los
adultos ya no son los otros, y no por una simple y flagrante cuestión
de cronología. El adulto ha dejado de ser gente (hastiada,
autoritaria, discrecional, esos padres que comen carne del refrán) y
se ha convertido en un estado, en una manera de responder a lo que la
vida te va poniendo por delante. Todavía más: el adulto, a pesar de
lo que pueda decir el diccionario,
es un proceso, un ir caminando y puliéndose uno. El adulto se va
abriendo paso por la maraña de influencias recibidas, procesando de manera ecuánime la
información que le ofrece la realidad. Escucha
amablemente al niño impulsivo o quejica que fue, a los padres
complacientes o críticos que tuvo o que él mismo es consigo o con otros y, a pesar de ellos, toma
decisiones a pesar.
Un
adulto es capaz de elaborar una postura propia y de argumentarla
frente a otros adultos. No dice “porque lo digo yo”, ni “lo que
tú quieras”, o “déjame y no me rayes”.
Ejemplo: ayer, con mi
jefe. Yo planteo que me debe el mismo día libre que le va a conceder
a mis compañeros, a causa de la mudanza. Él usa toda su batería de
razones delirantes para contradecirme. Yo me enroco. Él me habla
como si fuera mi padre. Yo vuelvo a enunciar mi tesis sin achantarme.
Él eleva la voz. Yo mantengo mi tono, aunque por dentro esté
deseando usar creativamente el quitagrapas con su dentadura. Y como
el adulto comprende hasta qué punto se puede negociar con un bloque
de masilla, me borro con elegancia del campo de batalla. Mi yo
adolescente habría balbuceado de indignación. Mi yo infantil
hubiera preferido que le arrancaran la lengua, antes que hacerse
notar.
El
adulto cabal, además, es capaz de remontarse a sí mismo, y de
despegarse de sus propias batallas. Un buen adulto es lo bastante
flexible como para dar la justa importancia a esa postura que con
tanto ardor defendía hace un rato.
Ejemplo: yo en el coche de
trabajo, después de la imposible diplomacia. Un sol que, después de
tantos días de lluvia, es un regalo. El campo reluciente, la hierba
tierna, y tal, pero yo sigo lanzando juramentos y acosando a otro
compañero con mi propia propaganda. Hasta que, conscientemente,
decido darle al off de la rabia.
El
adulto es capaz de emprender, y acabar, las tareas pesadas que a su
yo adolescente tanto le recuerdan al rollazo sobre obligaciones y
devociones preferido por su madre.
Ejemplo: la lista que he pinchado
en la pizarra de mi cocina, en la que se enumeran jolgorios tales
como 1. Llamar al Ente Antes Conocido como Ya.com y Cagarme en sus
Estatutos y Amenazarlos con Irme a la Competencia si no Solucionan
mis Problemas de Conexión Ya. Punto. 2. Idem con el Ente llamado Unicaja:
comienza la Operación Stop Comisiones Fascistas. 3. Sacarle un
impuesto revolucionario a dicho ente, que se cree con derecho de
especular con mis ahorricos a cambio de la nada absoluta. 4.
Apuntarme de una P. vez a Intermón. 6. Ir al médico para que me
arregle la regla. 7. Ir a Tráfico para poner Mi coche a Mi nombre,
porque, después de nueve años, figura como propiedad de mi Padre,
cuando lo he pagado yo con el sudor de mi uniforme. 8. Hacer lo
propio con Mapfre. 9. Sacar de la carpeta de papeles adultos todos
los recortes de cartulina, recetas, fotos de revistas...10. Coser el
pijama de la Pantera Rosa.
El
adulto es capaz de manejar su tiempo y de, entre las diferentes
opciones que se le presentan, decidir la que en su momento pueda
parecerle más conveniente, sin drama, sin cavilaciones, sin darle
demasiado peso a lo que dejará de ganar si descarta una u otra
opción. Una vez tomada la decisión, el adulto zanja el tema.
Ejemplo 1: ¿hago huelga, porque es lo que se espera de mi
solidaridad? ¿No la hago, porque visto el estado de las cosas del
mundo, considero probada su inutilidad? Pues no la hago. Prefiero
ceder mi sueldo de un día a proyectos colectivos concretos.
Ejemplo
2: ¿me voy jueves y viernes a un congreso sobre venenos en Córdoba,
aunque me apetezca tanto como un empalamiento? ¿Me quedo instalada
en esa zona de confort mía que es pillar, como funcionaria
experimentada que soy, todos los días libres que pueda, para pasar
otro fin de semana largo en mi campito de Estepona? Pues me voy a
Córdoba.
Pero
el talento más refinado del adulto es su capacidad de no dejar en
quinto plano ciertas preguntas incómodas, y de responderlas luego
con honestidad.
Ejemplo: una cuestión que me planteó un compañero,
ojalá arda en el infierno. Porque a ti este trabajo no te gusta,
¿verdad? Mi fiera adolescente, acomodaticia y poco crítica,
está batiéndose el duelo contra esta y otras preguntas peliagudas.
En
breve, más.
Me ha encantado este post y no he podido leerlo en voz alta.
ResponderEliminarQuería decir que no he podido evitar leerlo en voz alta.
ResponderEliminarLo digas como lo digas,me hace sentir tremendamente agradecida
EliminarDe todas formas,al adulto,las preguntas incómodas no le molesta hacérselas...a los demás.
ResponderEliminarVaya, vaya...
ResponderEliminarLa segunda acepción del diccionario no está mal ¿no crees?
Yo, ni cuando era -ejem, más- joven, ni ahora, quería, ni quiero, ser más joven. Es bueno ser adulto. Por todo eso con lo que tú te estás reconciliando ahora y sí, también por ser capaz de responderte honestamente las más incómodas preguntas, aunque no sepas qué hacer con las respuestas.
Respecto a la segunda entrada de la rancia RAE, estoy con lo uqe dice Bubo por ahí abajo: uno es adulto cuando sabe callarse todos sus nuncas, y cuando relativiza lo bastante como para ser consciente de que el punto de perfección no se alcanza ...nunca?
EliminarY respecto a las respuestas peliagudas... Mañana más!
Desde luego una de las cosas que aprendes cuando te vas haciendo adulto (que no tiene nada que ver con cumplir años, lo mismo que cumplirlos no tienes por que dejar de "sentirte" joven) es no decir: Nunca me pasará a mi. Nunca es mucho tiempo.
ResponderEliminarP.D. Tu congreso de venenos de Córdoba... ¿es que os ponen algún político para cenar? (Si no disfrutas el congreso, seguro que te lo pasas bien en Córdoba. Espero.)
Para cenar...jaja. jiji. juju. Nos han dado un boli Bic y un plano de Córdoba, así que imagina la cena. Aire bello de Córdoba. Ah, y el espectáculo de luz y sonido del Alcázar, por obra y gracia de, efectivamente, el teniente-alcalde.
Eliminar(Mejor de lo que esperaba, lo he pasado. Y aunque ha sido intensivo, y no me ha dado tiempo apenas para re-pasear, ir a Córdoba Siempre merece la pena. Aunque esa manera generosa de llenar los catavinos...too heavy para mi adulto cerebro
sencillamente excelente... todos y cada uno de tus post so bellisimos y se nota que las palabras brotan de lo mas profundo de tu ser...... a mi tb me encanta la escritura y la poesia y en mis ratos libres me gusta recorrer blogs en busca de talento y el tuyo me ha maravillado
ResponderEliminarfelicitacionees
saludos
Muchas gracias!!
EliminarSaludos.
Vaya tela con tu post, Silvia, chiquilla. Así es, la pregunta de tu compañero es delicada porque, como dice esa desconocida anónima entrecomillada, si eres capaz de hacerte ésa y otras cuestiones similares -o incluso más profundas, de esas que arañan tu núcleo-, ¿qué cojpiiii haces luego con las respuestas?. Ah, y no creo que haya que "sentirse" joven. Lo que yo quiero es "sentirme", sin más. De tu dj ¿favorito?: The White Buffalo - Oh Darlin' What Have I Done? http://www.youtube.com/watch?v=OaPzhGUGCsA
ResponderEliminarRequeteDJ, las respuestas tienen una cosa buena: que, hasta cierto punto, zanjan: uno puede tirarse la vida preguntándose de modo retórico esto o aquello, casi como si tuviera un tic mental automático, o una mierda de canción (de esas que tú jamás me pondrás) metida en la cabeza. Yo creo que las respuestas, al concretar, por lo menos te obligan a tropezar contigo mismo.
ResponderEliminar(Se te echa de menos!!)