sábado, 20 de octubre de 2012

Amores cetreros

Hacer cetreros”: dícese de una de las especialidades laborales contemplada en la hoja de servicios de la Abajo Firmante, consistente en revisar las condiciones en las que el ciudadano Paquito mantiene en su poder a un ave de cetrería, para la cual ha solicitado permiso de tenencia a la administración ambiental. A la Abajo Firmante, todo sea dicho, hacer cetreros le revienta. Allá va ella, cámara de fotos en ristre y una carpeta de clip bajo el brazo. Fijaos en su cara. ¿No os recuerda a alguien? ¿Quizás a Sísifo? Es que para la Abajo Firmante los actos burocráticos repetitivos son como kriptonita. Le roban toda su energía vital. Transforman en serrín el tuétano de sus huesos. Le provocan ganas de recitar todo Hamlet al revés. Son una moción de censura al modo en que se gana la vida.

Al principio, si uno nunca lo ha hecho, lo de los cetreros tiene su gracia. Se ven pájaros bonitos que hacen quiii-quiii, en un chalet de los del boom inmobiliario, o en un décimo piso del Zaidín. Puede uno admirar de cerca el poder penetrante de su mirada. Se entra en casa ajena. Se cotillean las variadas soluciones que el ser humano trata de darle al oscuro dilema llamado pasillo. O lo que el garaje dice del alma de sus propietarios. Si el solicitante es de natural apolíneo o dionisíaco. Si hay hule en su cocina. Si la terraza o el patio es un conato de paraíso para el ciudadano Paquito, con sus jazmines reventones, y la piscina de goma de los niños y la barbacoa, o si, al contrario, es ese sitio adonde van a parar todos los trastos que da vergüenza sacar a la basura o que se arrumban por si acaso dentro de unos años. Y, ah, los vínculos familiares. ¿No estará deseando la mujer de Paquito, que tiene los nervios hechos puré por culpa de los gritos y el gotelé de mierda del pajarraco, convertirlo en croquetas? ¿Cómo es que Paquito se derrite metiendo trozos de pollo en el piquito a su animal, si nunca se le pasó por la cabeza darle el biberón a sus niños? ¿Y no es nuestro Paquito uno de esos que dice “ah del castillo” delante de cada edificio almenado, y que fantasea con la imagen de sí mismo vestido con faldones y cotas de malla y un halcón en el brazo, en lugar de con el mono del taller y los zapatones de puntera reforzada?

Pero no nos engañemos, que hecho un cetrero, hechos ciento. El acto llamado pomposamente inspección se limita a: hacerle una foto al bicho. Comprobar que tiene un pico, dos garras, dos alas, y una anilla numerada alrededor de una pata, además de una bañerita de plástico llena de agua, y sitios donde posarse y hacerse el chulo frente a mirlos y gorriones villanos. Cotejar unos documentos ya compulsados con sus originales. Rellenar un acta que hasta a Petete le hubiera parecido un insulto a la inteligencia. Añadamos a ello que el ave inspeccionada, en la mayoría de los casos, es un águila forastera llamada Harris, que es a las nobles rapaces que se codean con Dios en la cúpula celeste, lo que boutique Chang a la alta costura. Ya tenemos a la Abajo Firmante al borde del puchero.

No siempre es así. A veces tiene la suerte de toparse, no con una especie de gallina grande y malaje, sino con una verdadera rapaz, con un búho que pone en un brete su confianza humana, un halcón peregrino con ojos de catedrático, o un primo de esos azores que vuelan por las ramas entrelazadas de un bosque como si las estuvieran bordando, dejándote con una cara de qué-ha-sido-eso-el-espíritu santo. Y a veces la Abajo Firmante escucha historias con las cejas muy levantadas. Ayer, por ejemplo. El cetrero en cuestión es tan fino que merece ser llamado Dr. Paquito. Tiene cuatro bichos de pata, perdón, de garra negra, de los que sacaba el amigo Félix en sus programas. Ha construido una corrala para ellos, juraría yo que más grande que mi piso. Su mujer a) es una santa, b) se dedica a la cría de serpientes pitón en el ala opuesta del chalet, c) tiene un amante. En una muda, que es como se llaman las casitas que estos friquis les montan a sus mascotas, el Dr. Paquito ha aislado a una maravilla de azor macho. ¿Por qué? Porque es su niño bonito, su joya, su semental. Porque va a darle su semen para que él pueda montarse en el dólar criando azores y vendiéndolos por un pastizal. Dr. Paquito, Dr. Paquito, pregunto yo, que soy morboadicta, ¿y cómo lo haces?. No termino de ver claro el momento mamporrero, la verdad, porque, esto, las aves no tienen en sus bajos fondos más que agujeros.

Él me regala una mirada de astucia aprendida de sus animales, en la que soy capaz de leer un “calla, bruta”. Yo no le quito nada, me dice, completamente gentleman victoriano. Él me lo va a dar. (Una de mis cejas se me junta con la raíz del pelo) , continúa, porque voy a hacerle creer que yo soy su hembra, y me va a pisar. (La otra ceja se junta con su compañera). Y luego me voy a la hembra que has visto ahí fuera, a la que me estoy camelando para que se crea que soy su macho, y hago como que la cubro, y le meto el semen. En ese momento estoy a punto de pedir el frasquito de sales. Completamente noqueada por semejante Sodoma avícola. Salgo del chalet, mirándolos a todos como la viuda manchega que llevo en el ADN, y en el coche, camino de la Delegación, sigo haciéndome preguntas. ¿Cómo hace un hombre para seducir a dos pájaros de sexo opuesto? ¿Qué tipo de argucias usa? ¿Arrojará comida y ramitas a los pies de la hembra, en plan castigador? ¿Cantará eróticos quii-quiiis? ¿No se armará un lío de papeles, de vez en cuando? ¿No estará fomentando la homosexualidad en el reino animal? ¿Puede decirse de él que tiene pluma?¿Cuánto tiempo no dedicará el Dr. Paquito al estudio de los hábitos y la vida íntima de sus animales? ¿Y por qué los seres humanos no nos curramos tanto los afectos? Si un tío puede conseguir que un bicho con fama de agudeza visual confunda a un ser antropomorfo con su amorcito natural y, cómo decirlo, le regale su flor, ¿cómo es que existe en este valle de lágrimas el desamor?

3 comentarios:

  1. Casanova era una aficionaíllo...este tío se liga literalmente a todo lo que se menea!. Jajaja...Menuda fauna, la bípeda!.
    Laura

    ResponderEliminar
  2. Anónimo entre comillas22 octubre, 2012 21:55

    ¿Cómo puedes escribir eso de "Sísifo"..."los actos burocráticos repetitivos..."? Pero, vamos a ver ¿tú no eres funcionaria?
    Cara de qué-es-eso, se me quedó a mí hace unas semanas al pasear mirando puestos en la plaza de Bib-Rambla (no recuerdo de qué iba la feria esa vez) al ver en uno de ellos tres de estos bichos impresionantes posados dentro como si tal cosa. Mi analfabetismo en el tema me impidió ponerles nombre, pero me hubiera quedado allí, con la boca abierta, si no hubiera sido porque el fulano que los cuidaba parecía ser mismamente granaíno.
    ¿Y dices que ese "acto de servicio" puede transformar en serrín el tuétano de tus huesos? Pues quién lo diría, porque el resultado, escrito, no puede ser más divertido...

    ResponderEliminar
  3. No "picaré",no te voy a preguntar como supiste que la "pájara" tenía un amante.

    ResponderEliminar