martes, 3 de julio de 2012

Las otras 19 razones


Precisamente hoy que pretendía satisfacer la curiosidad de lectoraadicta sobre las razones que me impulsan a escribir, resulta que ese impulso flaquea. Ahora son las cuatro de la tarde, y sólo ha hecho falta el tiempo que media entre quitarme el uniforme y ponerme el bañador, para que se me ponga una cosa viscosa en el alma. Es como si se me hubiera escapado de un silbido toda la vitalidad, y el espacio vacío resultante hubiera sido invadido por algo crudo e inasible como la clara de huevo. “Una cosa”, “algo”: las palabras rebotan y salen despedidas, y no encuentro modo de que la vieja conexión entre sentimiento y expresión vuelva a articularse.

Así que ¿por qué narices estoy sudando sangre sobre el ordenador, si esta mañana me levanté a las seis y media, y mi cuerpo, antes de la piscina, pide siesta? ¿Por qué escribo? Ahora mismo, porque me obligo. Punto. Porque, si volviera a acostarme otro día más sin rellenar al menos un par de páginas del Word, la palabra “fracaso” me perseguiría en cada uno de mis sueños. Siempre fui buena en la escuela: siempre hice mis deberes a tiempo, sin que nadie tuviera que fruncir el entrecejo ni prometerme recompensas. Ahora la lección que toca es escribir, y no pienso salir al recreo hasta que no me la sepa de carrerilla. Apunta este motivo como el primero de la lista, lectoraadicta: escribo por mi propia, torturante vocación de autoexigencia.

  1. Y también porque siempre he tenido el deseo de llegar a hacer bien algo, y dedicar lo mejor de mí, mi reserva de esfuerzo, empeño y alegría, a una actividad que, poco a poco, con cada acercamiento, se deje domesticar. Porque la visión del talento me hace salivar. Y porque, vaya, la Fortuna no me dotó más que con mediocres habilidades manuales, deportivas, musicales o sociales.
  2. Porque los libros siempre estuvieron ahí, en la mesilla de noche, en el patio de la casa del pueblo, revueltos entre las sábanas. Las palabras saltaban al plato de lentejas, rechinaban como arena de playa a cada bocado de la merienda. Y la música de las frases sonaba en mi cabeza, mientras mi madre me desenredaba el pelo ingobernable. Siempre estuve acompañada de historias, en cada colegio nuevo de cada nueva ciudad, en todas las habitaciones de cada una de mis casas. La letra de molde es para mí tan natural y básica como el oxígeno del aire.
  3. Porque poder cruzar un par de frases con los padres de esas historias, en su propio idioma, me parece un hermoso acto de agradecimiento.
  4. Porque escribir consigue que lo que uno va viviendo cristalice y se ordene. Es una especie de condensación: los hechos, tan volátiles, se estructuran en una red sólida, y quedan fijos, como rociados con laca. Gracias a que estoy escribiendo, puedo descifrar el balbuceo lamentable de mi pensamiento y de mi corazón, y ser consciente de que lo que hace unos minutos me oprimía era la intuición de que el estado natural de mi blog raya en la hibernación. Aquella clara de huevo de la que hablaba antes cuaja, gracias a la palabra.
  5. Porque gracias a la escritura puedo profundizar en mi propia experiencia vital, y acostumbrarme a mí misma. Me doy cuenta así de mi lastre y mis potencias, de lo que me mueve y lo que me para. Se iluminan zonas que antes estaban en sombra.
  6. Porque pienso de pena, y las ideas se me escapan si no hago uso del cazamariposas de la escritura.
  7. Porque, en realidad, la vida asusta, y se asusta fácilmente, como un animal del bosque, se escapa a una velocidad humillante, y hace una semana yo tenía veinte años, y la semana que viene tendré cincuenta y dos, y a duras penas sabré dónde ha ido a parar todo ese tiempo.
  8. Porque, contra eso, escribir funciona como un registro de vivos y de muertos, y lo escrito, como una especie de disco duro externo. Este momento perfectamente inútil y olvidable, por ejemplo, mientras escribo con los ojos enrojecidos de sueño, y Jose escucha en la radio el enésimo aleluya a la selección de fútbol, y, bajo mi balcón, alguien sube la cuesta silbando, tiene ahora una mínima oportunidad de perdurar.
  9. Porque, gracias a que escribo, permanezco alerta. La escritura necesita alimento, y el alimento está ahí afuera, en la calle, en el monte, en el pasado. Hay tantas especies de insectos en las selvas tropicales que se extinguen sin que nadie llegue jamás a conocerlas, y hay tantos momentos y conexiones a mi alrededor que merecen ser rescatados de un olvido seguro.
  10. Porque es el deporte ideal para robustecer y agilizar el músculo mental.
  11. Porque es un pasatiempo que no precisa de equipo ni de grandes inversiones de dinero.
  12. Porque, oh, dios, cuando las palabras se quieren unas a otras, y se buscan y se aparean, y luego tienen hijitos, cuánto amor, qué fluidez fácil, vaya un juego divertido.
  13. Porque, obviamente, quiero que me lean.
  14. Porque, a veces, la carga de emoción, de belleza y hasta de dolor que uno va acarreando a lo largo de los días se vuelve demasiado pesada y tóxica como para no compartirla.
  15. Porque, que tu cara se ilumine al leer algo que yo he escrito, o que te rías con cualquiera de mis tontunerías, que algo te parezca bonito o agudo, es un masaje celestial a mi ego. 
     
  16. Porque hacerse comprender, y compartir el jugo que las palabras contienen, compensa hasta cierto punto la soledad que se siente al tener un nombre propio.
  17. Porque, no debería, no es muy digno ni muy leal para con el resto de motivos que aquí estoy enumerando, pero una parte de mí todavía cree que la buena escritura es una manera de atraerse el cariño de los demás. 
     
  18. Porque escribir es una manera de imitar a la vida y de mimetizarse con ella. Escribir multiplica mi propia vida, y le ofrece una oportunidad a lo que nunca llegó a nacer o a suceder.

5 comentarios:

  1. A mi también se me ocurre...:

    21_ Porque, ¿qué haría Laura en sus necesarios descansos laborales?.
    22_Porque a través del cyberespacio una retoma breves pero queridas relaciones pasadas.
    23_Porque hay gente que disfruta mucho con tus lecturas y se siente muy identificada (y propiamente esa persona no lo sabe expresar así).
    Besitos

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  2. Pues escribe hija mia,escribe.

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  3. Amén a casi todas las razones ,precisamente es la 19,la que no comparto.

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  4. Laura, a partir de ahora pensaré en ti cuando no tenga ganas de ponerme dale que dale a las teclas

    Lectoraadicta, el juego consiste en que tienes que explicar las razones por las que no estás de acuerdo. Si no, no puedo contestar.

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  5. Por error puse que no estaba de acuerdo con el punto 19,es el 18.
    No creo que la buena escritura pueda hacer que el escritor se gane el cariño de los lectores ,puede hacer que simpatices con él al reconocer las afinidades y gustos comunes,pero para quererlo tendrás que conocer a la persona que hay detrás.

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