martes, 27 de diciembre de 2011

¿Dónde estoy?


Parece ser que sólo se precisa una palabra para empezar a escribir. Venga. Haré lo que pueda, aunque mañana me salgan agujetas.

DESUBICADA. Los duendecillos de la RAE dicen esto:

desubicado, da.
  1. adj. Bol., Guat. y Ven. Dicho de una persona: Que no se comporta de acuerdo con las circunstancias y hace o dice cosas inoportunas o inconvenientes.

Yo digo esto: mmmmmm. Y esto otro: uuuuuoooo. Que, en mi diccionario, significa: interj. Gra. (Deleg. Med. Amb.): “tremendo bostezo”. Ayer, anteayer y el otro, a estas horas, yo me encontraba todavía investigando de cuántas maneras distintas mi cuerpo humano se podía relacionar con un sillón de orejas. Hoy mi circunstancia ha cambiado y, en lugar de un esponjoso sillón, dispongo de una silla giratoria de oficina. Con la cual NO puedo hacer ninguna de las siguientes cosas:

  • Empujar para atrás su respaldo para que un reposapiés invisible (¡tiene que estar por ahí escondido!) se proyecte mágicamente hacia adelante, con velocidad de pistolero, y yo pueda creer en la existencia de los paraísos terrenales.
  • Ponerme en postura fetal sobre su regazo reseco de monja mala.
  • Colocar mis dos piernecitas de mazapán en uno de los reposabrazos, sin sacrificar el bienestar de mis corvas.
  • Ponerme de rodillas para leer, con los codos apoyados en la mesa, recurrir a la frase “mira, mamá, sin dientes”.

Dado que todo mi malacostumbrado cuerpo tiende a realizar esas cosas, en esta silla, puede concluirse que, según la RAE, si me encontrara en Bolivia, Guatemala o Venezuela, estaría completamente desubicada. Pero como no sé muy bien todavía dónde me encuentro, pues me limito a la conclusión de que ni sé cómo estoy, ni apenas quién soy. ¿Vuelvo a ser un adulto responsable y asalariado? ¿De veras? ¿Ya no soy el cachorrito que antes del desayuno se mete en la cama de su mamá? ¿Ni la prima medio escritora que de vez en cuando se escaquea de su propio silencio con alguna payasada? ¿He dejado de ser esa criatura aguerrida que se atrevía a cruzar el patio de la casa (un trozo de Siberia trasplantada a La Mancha) para lavarse los dientes después de la cena? ¿No siguen girando todos mis pensamientos alrededor de mi culo (culo espachurrado tras horas de tratamiento en una mesa camilla, culo pasivo, culo-pozo sin fondo de variadas reposterías, culo con remordimientos )? ¿No? ¿Seguro?

Pues yo no estoy tan segura, a pesar del uniforme, del ruido de los coches, ahí afuera, y de que la temperatura de mi nariz vuelve a estar dentro del rango de la normalidad mamífera. Sigo teniendo gachas dentro de la cabeza, en vez de cerebro. Siguen sin pesarme, después de este lapsus de cinco días, las pocas ganas que tengo de escribir. Me sigue pareciendo un recuerdo lejano todo lo que fui antes de entrar de nuevo, el día de Nochebuena, en la casa que fue de mis abuelos maternos. Donde los días parecen semanas. Porque allí hacemos lo que hemos hecho siempre: nos reunimos alrededor del brasero, hermanas, tías, sobrinas, primas, sacamos las tacitas de colores de toda la vida, no sabemos decir que no a otra loncha de bizcocho, y bla, bla, bla, ya no vuelve el silencio hasta pasadas tres horas. Se interrumpen las actividades íntimas, como la lectura o la escritura. Se suspende la individualidad. Así ha sido siempre, desde que tengo uso de razón, y es por eso por lo que, allí, en la casa del pueblo, el tiempo, y lo que conmigo ha podido hacer el tiempo, parecen disolverse.

Y me parece rarísimo haberme despertado esta mañana en Torrenueva, Ciudad Real, después de sufrir un alud de mantas, y estar ahora en Granada. Rarísimo haber conducido un par de horas. Cuando salí de allí, después del desayuno, el mundo estaba oculto tras la niebla. No había nada más que mis dedos helados, el parpadeo del termómetro en la pantallita de mi coche, y la radio. Ni una señal que me confirmara que estaba transitando por los campos manchegos. No vi la tierra, de un rojo cinematográfico, ni la horizontalidad soberana, ni los olivos tan modestos, rechonchos, aldeanos. No vi los trigales escarchados, ni una sola de los millones de vides, que ahora, sin hojas ya, pero aún sin podar, parecen manos que se han dejado las uñas monstruosamente largas. Ni los restos de monte plantados como boinas en lo alto de alguna loma. De repente se desgarró la niebla, y yo ya andaba bajando el escalón de Despeñaperros, y ahora sí que vi, no olivos, sino olivares, olivares y olivares, no aquellos arbolitos propios de un belén, sino el ejército desmesurado que no deja hierba viva a su paso. En un abrir y cerrar de ojos, estaba en Granada, y la maleta vacía ocupaba ya su sitio en el bajo del armario. No pude, esta mañana, cerciorarme de que dejaba atrás el paisaje manchego (casi el único puerto fijo de mi infancia), antes de reingresar a esto que ahora me parece la cotidianidad de otro.

Ahora sigo esperando el siguiente paso en la mecánica de comida-paseo-comida-barullo-comida-sueño. Y mis expectativas personales siguen siendo rudimentarias. Sin embargo, es como si un gran gancho de feria me hubiera sacado de allí, en medio de la merienda, y me hubiera colocado en esta oficina. Así que tengo la ligera impresión de que estos tres días, en realidad, pasaron hace mucho tiempo. Estoy muy, muy desubicada.




4 comentarios:

  1. "... Algarrobo!!!...a los caballos!!!...."28 diciembre, 2011 19:35

    no seas tan quejica autora de la desubicación...por cierto...una pregunta?..cuando pasaste por la cara de Dios te daba alegría?...no sabes lo que está la cara de Dios del Parque Natural de Despeñaperros-Andalucía-España?..yo te lo digo..cuando pasas Venta de Cárdenas y entras a la Comunidad Autonoma de Andalucia..a la vera de la A-44...en un descansillo de la carretera a derechas....hay ua especie de piedra tallada o cuadro de piedra con la imagen de nuestro Señor Jesucristo..clavado en el talud de la carretera....yo cada vez que pasaba de Venta Cárdenas pa Santa Elena.....me daba alegria..porque entraba a Andalucia......bajaba con el buche lleno de desayunar una chapata claiente con tomate restregao, aceite,buen queso manchego y jamón superior...de Casa Pepe que está en Despeñaperros-España....por cierto Viva España!!!!...Felices Pascuas...te vuelvo a dar la enhorabuena..que bién escribes cojones!!!

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  2. Primita querida, ¡¡me encantas!! Una cosita, cuéntanos por qué no le decimos "la casa del pueblo" a la casa de los abuelos maternos, si no "allí abajo", ¿si?, sonóme raro al pronunciallo...jeje
    Y como dice una conocida casción..."Solamente puedo decir...GRACIAS POR VENIRRRRRRRRRRRR" a TorrenuevaYorkkkkkkk
    (eme jota)

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  3. Mi adorable Algarrobo, mira que he pasado veces por Despeñaperros, y ahora me entero de que Dios anda por ahí suelto. Bribón, cómo echas de menos tu zona de campeo bandolera, eh?

    Primiii!! ¿Sabes que ahora mismo estaba escribiendo sobre "allí abajo"? Mañana colgaré el post, si me lo permiten mis obligaciones doméstico-laborales, porque hoy no estoy demasiado inspirada. La gacha perdura. Pero desde que hacemos menos vida en tu casa, los términos allí arriba/allí abajo han pasado un poco de moda. Para mí ya sólo hay una casa, y un pueblo. Tu pueblo.

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  4. ...mi pájaro cuco.

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