domingo, 4 de diciembre de 2011

Diga 33


(Sí, qué pasa, otro post. ¿O es que pensabais que no os iba a poner deberes para el puente?)

  • La escéptica: hoy la textura de mi piel es la misma que la de ayer. Mi cuerpo no ha cambiado, no ha madurado mi mente. Todo es exactamente igual que hace veinticuatro horas.

  • La etérea: lo primero que hice al despertar fue abrir los postigos de mi ventana, y volver luego a la cama. Eran alrededor de las siete, y aún no se habían revelado los colores de la foto del día. No había nada más que la silueta negra de los cipreses que apantallan el mar, tan de teatro chino de sombras, una franja de cielo color albaricoque y otra franja lila. Quería mirarlo todo muy bien, estudiar la luz, esperar el segundo exacto en el que aparecería el verde de la hierba que crece bajo las higueras de nuestra parcela. Yo estaba allí, presente en el nacimiento de la mañana, igual que la mañana estuvo hace 33 años presente en mi nacimiento (*).

  • La rancia: dioooss, las llamadas de felicitación, todos los putos años lo mismo, las mismas muletillas, qué te han regalado, lo que pasa el tiempo, tú, ya vas para mayor, eh? ¿se te puede preguntar la edad, o ya has empezado a descontarte? Y a todo eso hay que sumarle este año lo de la edad de Cristo. Yo apago el teléfono ahora mismo.

  • La estoica: suenan campanas de muerto mientras nosotros desmontamos meticulosamente las doradas a la sal que mi madre ha preparado para la comida. Hoy somos cinco en esta mesa. Hacía tiempo que una familia no se sentaba en ella. ¿Cómo es posible que entonces, cuando estábamos juntos todavía, no me pareciera tan pequeña? Las campanas siguen sonando sin ganas, enlatadas como la melodía de un supermercado. Se me ha olvidado recoger los papeles de regalo que se quedaron debajo de la mesa de centro del salón. Me pregunto si tiene sentido celebrar algo.

  • La positivista: cuando se acercaba este día, imaginaba que encontraría al menos media hora para estar sola, y entregarme los regalos que pensaba hacerme. Pondría la bolsa a mis pies y empezaría a sacar paquetitos que habría envuelto el día anterior: un pintalabios de un rojo suntuoso que me convirtiría de golpe en Ava Gardner; un vestido igual de rojo y de suntuoso; una vaporera de silicona; la cámara de fotos por la que al fin me habría decidido, después de ahogar las voces agoreras que me han intoxicado el cerebro (los tiempos, los malos tiempos que vienen...); después de olvidarme de que la radio me enseñó hace unos días lo que era la “obsolescencia programada”, y de que yo me dije que no iba a hacerle el juego a las demoníacas empresas de electrocachivaches; después de obviar todo el fárrago de modelos, marcas, lentes, ISOS y angulares, con un “si me has dicho que ésta es buenecita, pues ésta misma, muchacho”. Luego me habría puesto mi vestido nuevo y unas medias recién compradas, lisas como lenguas, me habría pintado los labios y me habría ido al spa, donde habría dejado caer al suelo con olor a bergamota mi vestido de caída perfecta. Y, sin embargo, aquí estoy, con las manos desnudas y dispuesta a cuidarme de una manera mucho más profunda. Yo no necesito disfraces ni juguetes, sino un acopio de energía creativa que pueda aplicar sobre mi propia estima. Mi propio regalo será un poco de dedicación y de coraje para afianzar el valor que me asigno a mí misma, un valor equilibrado, que no se quede corto ni tampoco se pase, que no sea un reflejo de las opiniones externas.

  • La que no olvida las cuentas ajenas: todavía me acuerdo de hace cinco años, en Lisboa. Mi familia estuvo todo el día llamando para felicitarme, y él, en cambio, pensó que todos ellos, mis padres, mis tías, mis primas, hasta algún compañero de trabajo, estaban preocupados porque me había ido a pasar una semana tan lejos, con un hombre medio desconocido. Es cierto que yo no me puse con los brazos en jarra para recordarle a las bravas lo que ese día celebraba. El pecó por paranoico, y yo, por delicada. No debería ser tan taxativa, pero no creo que vuelva a vivir un cumpleaños tan solitario. 
     
  • La espartana: esta cantidad de regalos es obscena, inaguantable este materialismo, digno de castigo.

    Orgía envuelta

  • Todas las demás: ¿qué os ha pasado este año, chiflados? ¿Por qué nadie le presto atención a aquello de regalar espacio que incluí en la lista? ¿Dónde meto yo ahora un pijama, unas zapatillas de casa, cuatro libros, una paleta para recoger las verduras picaditas, dos conjuntos de lencería, a cual más golfón, un chaleco de lana, un vestido negro, una falda de cuero, esto, vintage, un jersey, una camiseta, unas manoplas de horno, un mantel muy elegante y unas zapatillas de deporte que tienen pinta de llevarte en volandas?

    Orgía a secas


(*) En realidad, creo que nací por la tarde. Una pequeña y barata licencia poética.

13 comentarios:

  1. Estos dos últimos posts me han impresionado...
    Primero: Me encanta cómo dices las cosas.
    Segundo: A esto lo llamo yo en mi blog las "Mes in Me"("yoes en yo"..., que en catalán podría también sonr como "más en mi") es un tema que me ha hecho pensar y escribir mucho.
    Tercero: felicidades!
    Cuarto: Te diré un secreto que nadie en mi blog conoce: somos tocayas!

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  2. Yo sería la espartana.... pero falsa como una moneda de euro y medio.....

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  3. Paco Principiante05 diciembre, 2011 14:44

    Cuánto me jodía que el profesor se ensañase metiendo deberes por coincidir con un puente. Bueno, a ti te lo perdono.

    Felicidades. Por cierto, yo me incluyo (salvo en el genero de la palabra, claro) en la escéptica.

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  4. Como se que esto te gusta más que el móvil, FELICIDADES Teniente León. Sin que sirva de precedente, escribo y me delato. Necesito una Instructora amiga con quien redactar diligencias... El Sargento Triano quiere "papelitos" y yo me muevo como oso perezoso en las ramas de un árbol, necesitaría meses para hacer todo lo que se me pasa por la cabeza.
    Sigue publicando!

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  5. Pero que cara de ilusión tienes,de pilla,deseando de abrir ese montón de paquetes,y chispita,no sabía cómo salir en la foto,y pun aparece.Madre mía,que culo tiene que hacerte esa falda de cuero(o similar,nó lo aprecio) ,pero un día más te felicito por lo bién que lo haces,¡ah!,ya veras que pronto pasa la edad de cristo.Un besazo.

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  6. Anónimo entre comillas05 diciembre, 2011 23:20

    Nefertiti observa encantada las ofrendas del día...
    Yo, escéptica, etérea, rancia, estoica, y positivista. También dispuesta a ayudar a la espartana a sobrellevar la pesada carga de tanto regalo. ¡compártelo!

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  7. Gracias.Estoy aprendiendo algunas cosas con tus post.

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  8. QUE DIGO YO DESPUES DE ESTOS,COMENTARIOS TAN CHULOS SIGE ESCRIBIENDO.BESOS

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  9. QUE DIGO YO DESPUES DE ESTOS COMENTARIOS TAN BUENOS NADA.SIGE ESCRIVIENDO.

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  10. Epolenep, me he propuesto aprender catalán con la ayuda de tu blog (gracias por el secreto...y por todo lo demás?

    Masdelomismo, Esparta ocupa muy,muy poquito en mí. yo me pido "falsa como los espartanos de 300"

    Paco principiante, que todavía queda mucho puente, no me tientes.

    Pero bueno, Anónimo Gallego, qué sorpresa. Prefiero el teléfono según con quien, hombre. Gracias por recordarme el trabajo, maligno. A todo esto, ¿yo qué era en la vida, charcutera?

    Anita querida, de cuero, cuero, y de Yves Saint Laurent. Tú sabes cuál es el truqui, ¿verdad? Me la van a quitar cuando vaya por la calle.

    Entre comillas,no, no y no, son míiiioooos

    A todos, muchas gracias!!

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  11. la madre de la pantoja07 diciembre, 2011 20:41

    Hija cuando en tu lista pedias,espacio...no estarias pidiendonos un piso,verdad?

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  12. Jaja, debe ser contagiosa la frasecilla porque desde Julio, que tengo 33, cada vez que me ha tocado hablar de la edad he dicho: "33...¡DIGA 33!". Los del 78 habremos nacido también con alguna característica tontesca, jajaja.
    Disfruta de tus regalos!. Y felicidades again (en su legítimo post, porque he escrito antes en el otro).
    Laura

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  13. Mamá, pedía una casa encalada a la vera de los alcornoques y de la playa. Qué narices de piso?

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