sábado, 12 de noviembre de 2011

Los bajos fondos de una casa

Estaba entre feliz y horrorizada por tener dos y hasta tres historietas rondándome en la cabeza. Feliz porque, a pesar de lo que digan compañeros de piso ajenos (guiño), no me ha empezado a quemar todavía esta frenética actividad bloguera. Horrorizada porque las historietas no eran tales, sino un batiburrillo de ideas blandas e imágenes como las de cuando me quito las gafas. Y convertir todo ese en un relato es duro, amiguitos. Pero, entonces, durante la tarde, hizo su aparición en mi vida uno de los conceptos más siniestros que se puedan concebir. De ese tipo de conceptos que aniquilan emociones humanas básicas como la felicidad o el horror. De esos que hay que pronunciar con voz de Halloween:

         ¡¡¡ EL BOOTEEE SIFÓONICOOOO !!!

En realidad todo empezó hace tres años, que fue cuando me mudé al minipiso en el que vivo. No tuve que esperar mucho para darme cuenta de que mi chollo pequeñito tenía un pequeño defecto. Esto... olía. A cañería medieval. Será cosa de la lluvia, me decía yo, ilusa. Seguro que con el tiempo, el meteorológico y el humano, mejora. A lo mejor, que la casa haya estado deshabitada una temporada, entre la anterior inquilina y yo... Parece ser que el hecho de que el cuarto de baño de un piso de unos cincuenta metros cuadrados tenga, pegados en las paredes, ni más ni menos que dos asquerosos ambientadores (invento del demonio) no me dijo nada. A veces no soy muy sagaz, la verdad. No había nada que hacer. La casa olía y punto. Pero es acogedora, y tiene dos balcones por donde se ve Sierra Nevada, y un olmo que me enseña amorosamente el ciclo de las estaciones, y un ciprés donde se posan las tórtolas, y un molino de harina del siglo nosécuantos que ya está restaurado. Antes de hacerlo en esta casa, yo vivía en algo parecido a una cueva junto a un taller de Renfe. Estaba ávida de luz y horizonte. Así que puse todo mi empeño en sufrir en silencio los malos olores (es que tengo un olfato muy, muy bueno). Aprendía a ver mi casita como a un tío bueno, intelectual, con sentido del humor, corazón y dotes amatorias propias de un Casanova ….con mal aliento.

Hace un par de meses, y después de sucesivas recaídas y mejoras de la enfermedad del olor, todo empeoró. La bañera dejó de tragar. Cielos. No la insulté demasiado, porque yo también he tenido mis más y mis menos con eso de la deglución. Había que ducharse con los tobillos inundados, y punto. Pero mi empatía se empezó a quebrar cuando la bañera dichosa, por si no tuviera suficiente con no chupar el agua, empezó a vomitar. Como lo oyen. Primero, pelos, y luego, todo tipo de motas viscosas indiscernibles. Tal y como un vómito de pisto. Yo abría el grifo del lavabo y, oh misterio, oh tiniebla, una oleada de esa inmundicia era regurgitada por el desagüe de la asquerosa, enfermita, puta bañera anoréxica.

Como dentro de mis muchos dones no suele figurar el sentido práctico, mi única reacción, tras el estupor y la propia arcada, fue esta declaración gloriosa: “Jose, la casa se está agotando ... (Pausa efectista) … de nosotros”. Ni la horrible de Blanche en Un tranvía llamado deseo. Creo que a esta maniobra, en psicología, se la llama desplazamiento de la culpa. Yo me agobio en la minicasa, habitada por dos Homo sapiens, un puñado de polillas de la harina, multitud de pelusas, medio Zara, secciones Woman, Man y Trafaluc, y los ecos de una vecina con fobia social, cuya tele, en la que parece haber un bucle sin fin de Sálvame deluxe, está a la altura exacta del cabecero de mis camitas gemelas. Me dan remordimientos, porque yo a mi casita la quiero mucho, a pesar de. Ergo, la culpo a ella de querer echarnos. Suerte que tengo un Jose con más resolución que yo, pero sobre el que empezaban a hacer mella los sucesivos fracasos con desastacadores químicos, chupones y las leyes de la Mecánica de Fluidos, y un sabio padre, que nos dio la clave para solucionar el enigma. “¿Sinfónico, opá?” (Seguro que todos los cenutrios desesperados hacen el mismo chiste).
Y así es como el concepto entró en mi vida. Resumiendo, el bote sifónico es como el apéndice de un cuarto de baño, el lugar absurdo adonde va a parar toda la mierda indigerible, hasta el día en que dice hasta aquí hemos llegado de pelos y espuma de afeitar (¡¡¿¿indigerible??!! Por dios, chicos ¿qué os echáis en la cara para afeitaros? ¿Cemento?), y se inflama. Cuando eso pasa, no queda otra que operar: abrir, reprimir el asco, meter ahí la mano y sacar la peluca de Aramis Fuster. Pueden hacerse una idea del proceso con este edificante vídeo:



(Me troncho con éstos dos. Los comentarios de Isa, y las maniobras medio pornográficas de su maromo. Parece un mamporrero, o lo que la leyenda urbana dice de no sé qué película sobre Calígula)

Y voilà. Mi bañera ya no tiene angustia física o existencial. Traga como tiene que tragar un desagüe bueno. Esta noche la dejaré descansar, pero mañana, ah, la ducha que me espera va a ser de las contraindicadas en casos de conciencia ecológica y dermatitis atópica. Final feliz.

Moraleja uno: qué pena, vivir en un lugar, y ser ciega a su anatomía, a sus achaques, a sus depresiones, a su memoria; qué cortedad, ignorar la física del mundo

Moraleja dos: ojalá en el alma humana hubiera un bote sifónico.

10 comentarios:

  1. el fontanero siempre llama dos veces13 noviembre, 2011 00:03

    Divertidísimo, no solos tienes talento para el drama sino también para la comedia.

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  2. Me he reido mucho. Y falta que me hacía... Rezuma talento señorita. Un beso desde Sanlúcar.

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  3. Paco Principiante13 noviembre, 2011 03:58

    Hola,

    pues para ser la primera vez que visito tu blog, casi vomito viendo al tipo de las gafas hundir su brazo en el esfinter de la casa. Ugg.

    De todas formas, me he pegado una vuelta por tu blog, y son historias bastante divertidas, entrañables, y hasta pedagógicas (por qué no??).

    Sobre lo de haberle puesto a tu blog "canto de cigarras" uuuyyy!!! mira como se llama el mio: http://lacigarraenelhormiguero.blogspot.com

    eso no te lo hubiese perdonado.

    Y bueno, yo si que hice una declaración de intenciones, una presentación, y hasta lancé una oferta.... pero nadie es perfecto, no?

    Saludos. Seguiré visitando de puntillas este coche... (por cierto, ¿la canción no era de Los secretos?).

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  4. Don Anónimo (otro entre comillas), para Sanlúcar sólo besos, besos y besos.

    Paco Principiante, hola! Voy a ver la oferta de tu blog ahora mismo. La que no soy perfecta soy yo, que no tengo ni un poquito de modales blogueros. Fíjate que hago vomitar a la gente.

    Espero verte por las ventanillas, cuando abra un ojazo (La canción es del amigo Quique, sólo que lo que quedaba de los Secretos la ha cantado también, con él)

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  5. Hola.He pasado por la experiencia de limpiar un bote sífonico(aprendí en un curso de bricolage que daba el ayuntamiento, por cierto que debería haber más de estos y menos de chuminadas de tipo meditación trascendental)y se siente una sensación entre repugnante y placentera,cuando vés como aquello vá tragando y tragando...

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  6. Anónimo entre comillas13 noviembre, 2011 22:34

    Está bien que escribas de p...madre (no lo escribo entero por si ofendo a alguna lectoraadicta), pero has descrito la "operación" demasiado bien; que si no fuera por la gracia que me estaba haciendo, me estaban dando unas ganillas de vomitar (vómito de pisto...uajjjj)Bueno, aunque he de decir -como la ya citada lectoraadicta- que mola, por ejemplo, desmontar el mecanismo de un lavabo y quitar ese "amasijo de...", como dicen los telediarios, y después ver cómo desaparece el agua, tan limpiamente...

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  7. Conclusión, para ambas, que tenéis el estómago mu blando, a la par que un gusto por la escatología preocupante. Besos

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  8. yo tambien tuve un problema con tu amiguito el bote sifonico tambien se me atasco y yo por cuenta propia decidi quitar el tapon del desagüe y le eche abundante sosa caustica la empuje con un palito y abundante agua, todo iba muy bien hasta que tocaron el timbre de la casa era el vesino de abajo (un guiri malhumorado) como yo no hablo ingles no le preste atencion se fue y al rato volvio con un cartelito que decia que lo acompañe a la casa y alli vuala llovia sosa caustica en el armario y por todo el techo del baño del pobre hombre, te imaginas los lobizontes de la esposa y demas cosas que se las arreglo con el seguro

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  9. Estoy de acuerdo con esa tal "entre comillas". Desatascar es un placer genial, sensual. Pero acuérdate de la rata tamaño liebre que tenías en la cueva. Yo me encuentro eso y me tienen que parar en los Pirineos.

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  10. Soy yo, sosa cáustica, NEVEER, lo dicen por todos los rincones de internet!!

    Anónimo, Madam Comillas, ¿rataaas?!!!

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