lunes, 28 de noviembre de 2011

Como no tengo tiempo para escribir sobre lo que quiero, escribiré sobre el tiempo

Tiempo. Ninguna entrada de blog debería empezar con esta palabra. Al menos si quien la perpetra tiene un temperamento de andar con pantuflas. No sé qué fantasía os habréis compuesto sobre mi persona, pero yo no soy una intelectual. A mí sólo se me ocurren tonterías como que no estaría mal que Don Mariano, que dicen o decían que iba a arreglar este mundo malo, fuera pensando la idea de montar un ejército de señores bajitos, sonrosados como lechones, que le soltaran un guantazo, entre risitas, a todo aquel que introdujera el concepto tiempo en una conversación. Esta censura porcina habría de ensañarse especialmente con frases eternas del tipo “hay que ver como pasa el tiempo”, “no tengo tiempo”, “el tiempo vuela”, o “aprovecha el tiempo”. Hasta que llegase tal ayuda, el ser humano, a título individual y con sus recursos de andar por casa, debería dejar de intentar comprender la esencia tóxica del tiempo. Yo estoy en ello. A lo mejor si, efectivamente, hubiera sido tan triste como para matricularme en la carrera de Filosofía (otra de mis ocurrencias de inteligencia dudosa), habría llegado por lo menos a dominar de esa oscura jerga burocrática que parece dotar de contenido lo que en principio, y en final, se veía vacío. Pero como a ese respecto sigo sin domar, sólo puedo alcanzar a decir que el tiempo no existe. Ea.

Existen hechos incontrovertibles, nada más. Un polo positivo perfectamente tangible, uno negativo igual de concreto, y entre los dos, una corriente abstracta de tiempo. A saber: existe la necesidad impepinable de comer. Y, por algún atávico prejuicio que los arqueo y los antropólogos no han llegado aún a determinar, las sociedades humanas han inventado el trabajo para cubrir esa necesidad. La Biblia, tan rauda y servicial, se inventó una anécdota de lo más coqueto para explicar semejante invento, y como estaba tan bien construida desde el punto de vista narrativo – el gran padre de familia, con su jugosa herencia, el hijo apocado, la femme fatale de mano larga, el decorado paradisíaco, el castigo, – ninguna criatura del montón se ha planteado hasta ahora alguna otra alternativa creativa para solventar el primer punto impepinable de la existencia. Así que, no hay manera, el despertador suena, suena y requetesuena, justo cuando tu cerebro tiene su momento, quizás el único, realmente brillante, y tú te lo estás montando con un ente de gónadas triplicadas.

Luego tenemos la necesidad indiscutible del descanso. Por narices hay que dormir al menos cinco horas para sobrevivir, y ocho para tener un cutis aceptable. Cierto es que para compensar semejante esclavitud los humanos se sacaron de la manga una dulcísima prisión: la cama, que no es medicina, sino placebo. Tanto prestigio ha alcanzado esta patente, que si dices por ahí que dormir es una condena a lo mejor te miran raro. Así que no hay científico serio que haya puesto el poder de sus neuronas en la búsqueda de un paliativo a la necesidad del descanso.

Hay un último hecho que no entra en las discusiones, y que es el refinamiento extremo del anterior: hay que morirse, chaval. De eso no voy a hablar, porque por mucho que digan que es lo natural, no resulta humano, o atacable con armas humanas .

En definitiva, lo que queda entre los hechos de escala sapiens, es decir, levantarse para andar al trabajo y acostarse, es lo que llamamos tiempo. En mi caso, resulta que siempre quiero meter más cosas de las que caben en ese intervalo. Esa es mi pena, y por eso he decidido declararle mi hostilidad al tiempo, e ignorarlo. Me siento humillada. No más.

 ¿Qué hago entonces con la tapita de tiempo que tengo hoy a mi disposición? ¿Voy a renovar el contrato del piso o al gimnasio? ¿Escribo o cocino? ¿Vivo a regañadientes o me tiro al sofá, en busca del tiempo (de sueño) perdido? Hay que discriminar sin remedio. Es una de las cosas que tiene el tiempo: que te pone en tu sitio y te obliga a la humildad. 

(Por si a alguien le interesa, éstas fueron algunas de mis elecciones:

1.  Liarla con una calabaza. A mi lista de regalos, añádanle un hacha. Sé que mi triste destino es cortarme, en el transcurso de estos menesteres, al menos tres falanges de la mano izquierda. Lo que me será de gran utilidad para flipar en los bares (en el supuesto de que algún día vuelva a pisar uno), diciendo que me las tuvieron que amputar en mi última escalada al Annapurna.

2. Volver a odiar a los cajeros del Mercadona, que son mala follá con un 125% de pureza. Ponerme los dedos en la nariz al pasar por la sección de Pescadería. Tratar de ignorar el tono amarillo-sebo de vaca de los filetes de salmón. Inventarme títulos para la gastrotragedia que un día escribiré. "Si esto es un tomate". Por ejemplo.

3. Renovar el contrato, para lo cual he tenido que presentarme en la consulta de mi casero, que es nutricionista. Ahí estoy yo, en la sala de espera, maldiciendo, preguntándome qué hago yo aquí, entre tanta pobre cuentacalorías, si no soy una paciente, señorita enfermera, sólo quiero firmar mi contrato. Aunque bien mirado, a mi cuenta corriente sí que le ha puesto una buena dieta. Pero lo perdono, porque en tres años no me ha subido las rentas del minipiso a ritmo de IPC, y porque me encanta su piquito de vestidor de la Virgen de los Dolores.

4. Regresar a casa y a la bonita sensación del sabañón incipiente en la oreja derecha.

5. Regalar al par de cuerpos que habitan el piso recién revalidado, una crema de la calabaza asesina, y unos, esto, a ver cómo lo expreso para que no me escupan, unos ravioli de pasta de arroz rellenos de setas, salmón y langostinos. Lo que vienen a ser unos rollitos de otoño harto de que le pise el terreno la Navidad.

6. Ponerme el uniforme-fantoche y dejar que mi disoluta mente divague alrededor de todo lo que me gustaría decirte. Sí, a ti. No dejo de pensar en lo que ayer me dijiste por teléfono. Sobre eso quisiera realmente escribir. Pero no tengo tiempo (Zas, guantazo)



7 comentarios:

  1. MUY bueno el articulo de hoy,no tengo tiempo
    para mas.

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  2. Anónimo entre comillas28 noviembre, 2011 23:47

    Vamos a ver, creo que fue al principio de esta aventurilla, cuando te pedí la receta sobre cómo cocinabas tu, ejem, tiempo, para que diera tanto de sí, porque yo sigo en las mismas. Don Roberto Bolaño, con sus gafitas redondas, empieza a mirar, desde la mesa donde descansa más de la cuenta, de reojo, tu blog y tus blogs vecinos, y a los comentaristas de tu blog y pide también su tiempo que le voy racaneando...
    La receta de la tartine, rica, pero mú bajica, que tiene la altura de una tortilla francesa, después de tanto trajín; esta noche cae la segunda mitad. Y ya que estamos en harina, los raviolis de nombre interminable ¿caseros? sin comentarios (bueno, sí, que rulen).

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  3. Sílvia creo que somos almas gemelas, que te parece si de aquí en adelante me limito a poner"amén" en todos mis comentarios y"gracias"por las carcajadas que me haces soltar,aunque a veces tengo que morderme la lengua para no dar el cuadro en el locutorio donde te leo.

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  4. Yo también he tenido mis comeduras de tarro acerca del tiempo. Un amigo mío me dijo que "igual que los peces no entienden en agua, nosotros no podemos entender el tiempo" y por tanto, es ese "medio" en el que se da una sucesión de hechos.
    Después encontré por internete muchos videos físico-espirituales que puedo resumir en: hay seres como las hormiguillas que, si te fijas, se mueven en dos dimensiones (en lugar de dar un saltico del suelo a la pared, se acercan y suben, pero ellas no saben que están subiendo), aun les queda para "entender" la tercera dimensión. Pues lo mismo nosotros: llegará un momento en que dejemos de ser "monos" de la tercera dimensión y lleguemos a entender la cuarta: el tiempo.
    Tras este momento repelente del tó, concluyo: ME HA ENCANTADO TU POST!.
    Laura (a ver si aprendo a ponerme nombrecico)

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  5. Paco Principiante29 noviembre, 2011 15:09

    Tic...no sé si tu inteligencia es dudosa o no
    tac...la mia, sin lugar a dudas, es no-inteligencia

    tic...porque yo sí que me matriculé de filosofía, y ahí ando
    tac...porque me jode el tiempo que perdí aprobando alguna asignatura

    tic...que Bolonia me ha hecho desaparecer
    tac...como los conejos en la chistera

    tic...porque me encanta el placebo de la cama
    tac...porque los placebos funcionan, queno?

    tic...porque con la tripa llena y descansando
    tac...soy más feliz que un lechón sonrosado

    tic...porque de dos cosas estoy seguro
    tac...lo quieras tú o no, lo queramos o no todos

    tic...que el tiempo pasa, como puedes ver
    tac...en el reloj, o en la cabeza

    tic...que un día me voy a morir
    tac...cuando me llegue el último "tac"

    tic...tac...tic...TAC!

    (se lee como los anuncios de medicamentos de la tele cuando dice eso de "no dejar al alcance de los niños, colsulte a su médico.....", muy rápido y con voz de pocos amigos, y como quien no quiere la cosa)

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  6. Anónima entre comillas, caseros, of course, sólo que le puse ravioli como podría haberles puesto Paquito. Eran como unos rollitos de primavera, pero sin freír.

    Anónimo a secas (aunque yo juraría...), me encanta lo de "artículo".

    Lectoraadicta: 1)da el cuadro. 2) Nada de amén, so flojona.

    Anónima que no sabe poner "Laura" donde dice OpenID: me quito el sombrero ante la observación de las hormigas. Eres mi ídola. Lauriblog ya!!

    Paco Principiante: he leído siguiendo las instrucciones de mi farmacéutico y, pese a mis tontunerías, de acuerdo con usted en todo: Vivan la cama y el plato! Vivan los que estudiaron Filosofía!Vivan los que dejaron de hacerlo si se dieron cuenta a tiempo de que eso era para otro tipo de cerebros!


    Sois unos comentaristas chupis!!!

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  7. Pues mira que me tienta y más viendo lo bonito que es el tuyo, pero si al pique con el tuyo le sumo el pique con el mio (hipotético), yo no sé qué sería detanto picor.
    Además, ya has visto lo sueltica que estoy en blogs, con el tema de mi nombre...he de ponerme muuuucho al día.
    Besazos! Laura (jó, no me ha dejado ponerlo!!!, debe estar "capao" o algo así que justifique mi torpeza)

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